SAN MARTÍN TEXMELUCAN, Pue.— La madrugada volvió a ser escenario de guerra en esta zona industrial marcada por el trasiego de combustible y el asentamiento de células criminales. Un operativo conjunto entre la Policía Municipal y elementos de la Secretaría de Marina permitió el aseguramiento de armas largas, cartuchos útiles, cargadores y equipo táctico, ocultos en un terreno de cultivo cercano a la unidad habitacional San Juan.
La acción policiaca fue resultado indirecto de una balacera registrada horas antes, cuando un comando disparó contra una vivienda en esa misma colonia, dejando daños materiales, pánico entre los vecinos y —como suele ocurrir— ninguna persona detenida.
A unos metros del lugar del ataque, las autoridades también encontraron una camioneta abandonada, presuntamente relacionada con los hechos. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, no se ha confirmado si hubo seguimiento criminalístico o pericial de los indicios encontrados.
La presencia de equipo táctico, armas de alto calibre y vehículos abandonados es una constante en esta región del estado. En años recientes, Texmelucan ha figurado en el mapa delictivo nacional por ser un punto estratégico para grupos vinculados al robo de hidrocarburos, narcomenudeo y tráfico de armas. Pese a ello, los operativos suelen terminar sin detenidos, y los hallazgos no derivan en procesos judiciales concretos.
La falta de coordinación interinstitucional, sumada a la omisión crónica de los gobiernos estatal y federal, ha convertido al municipio en una zona de tolerancia para la criminalidad organizada, donde se encuentran arsenales, se registran enfrentamientos armados y se recuperan vehículos, pero rara vez se presentan responsables ante la justicia.
La narrativa oficial repite la eficacia de los cateos y la "puesta a disposición" del material incautado. Pero en el terreno, la realidad es otra: la violencia avanza sin freno, las balaceras se normalizan, y la población vive atrapada entre el miedo, la desconfianza y la resignación.