Ni la fe ni el pavimento perdonan: mujer muere atropellada tras persignarse en colonia del sur de Puebla
Por José Herrera
27 de mayo de 2025
PUEBLA, Pue.— La escena es tan simbólica como trágica. Una mujer de aproximadamente 40 años camina por la banqueta de la 105 Oriente, en la colonia Arboledas de Loma Bella. Se detiene unos segundos frente a una imagen religiosa pegada a una pared: junta las manos, se persigna. Luego da un par de pasos hacia el borde de la calle. En cuestión de segundos, un camión de la Ruta 63 irrumpe, se pasa la luz roja y la arrolla brutalmente.
Una cámara de seguridad captó el momento exacto. Las imágenes muestran a la unidad 35 de la ruta colectiva, presuntamente sin frenar, embestir a la mujer y arrastrarla varios metros. Murió casi al instante. El conductor intentó darse a la fuga, pero fue interceptado por vecinos que lo obligaron a detenerse. La calle fue cerrada durante más de una hora mientras personal forense realizaba las diligencias.
Más allá del dramatismo visual, el caso pone de nuevo sobre la mesa un viejo expediente sin resolver: **la impunidad estructural del transporte público en Puebla**. No es un hecho aislado. En lo que va del año, al menos **una decena de personas han perdido la vida en accidentes provocados por rutas colectivas**, sin que las autoridades estatales o municipales implementen mecanismos eficaces de regulación, vigilancia o sanción.
El suceso revive también la otra tragedia cotidiana: **la precariedad del espacio urbano para peatones**, donde cruzar una calle se convierte en una ruleta rusa. Banquetas invadidas, semáforos ignorados, conductores sin capacitación y ausencia total de cultura vial son factores que configuran un escenario letal para los más vulnerables.
La imagen de una mujer persignándose antes de morir atropellada no es solo una coincidencia fatídica. Es la representación dolorosa de un país donde **ni la fe ni la justicia alcanzan a quienes caminan desprotegidos**, mientras los responsables, en el mejor de los casos, son detenidos por vecinos y no por el aparato institucional que debería prevenir tragedias como ésta.
Hasta el momento, ni la Secretaría de Movilidad ni la Dirección de Tránsito municipal han emitido una postura pública. Y como tantas veces ocurre en Puebla, la historia quedará sepultada bajo el asfalto y la costumbre.