La impunidad sobre ruedas en la Vía Atlixcáyotl
En la mañana del 10 de diciembre de 2025, la Vía Atlixcáyotl, esa arteria moderna que prometía fluidez y progreso en Puebla, se convirtió una vez más en escenario de una tragedia evitable. Una mega carambola, desencadenada por lo que testigos insisten fueron arrancones clandestinos a plena luz del día, cobró la vida de Mary Carmen Salomon Álvarez, una joven de 25 años conocida entre sus cercanos como "Mayca". Caminaba hacia su trabajo como cajera en una sucursal bancaria cuando fue arrollada por la cadena de impactos. Diez personas más resultaron lesionadas, dos de ellas en estado grave, incluyendo bebés que viajaban en vehículos colaterales.El vehículo central en la colisión fue un Volkswagen Golf negro, con placas del estado de Puebla, que según relatos coincidentes perdió el control tras competir con otro auto rojo que se dio a la fuga sin dejar rastro. De los cinco ocupantes del Golf —presuntamente estudiantes de la Universidad Interamericana (IEU)—, tres huyeron antes de que llegaran las autoridades. Uno de ellos, un joven de Gastronomía identifiable por su uniforme institucional en fotografías del lugar, podría ser clave para reconstruir lo ocurrido dentro del auto. Otra ocupante quedó prensada y gravemente herida, impidiendo por ahora su declaración. Versiones posteriores apuntan a que la conductora era una mujer, y que el responsable principal abandonó el sitio tras hacer llamadas telefónicas, posiblemente auxiliado por terceros.A dos días del siniestro, la indignación crece ante la ausencia total de detenidos. La Secretaría de Seguridad Pública minimizó el incidente como mera "falta de pericia al conducir", descartando explícitamente los arrancones, en contradicción con testimonios oculares y las marcas de derrapes que aún persisten en el asfalto. La Fiscalía General del Estado guarda silencio, sin avances públicos en la investigación. Mientras, la familia de Mayca —egresada de la misma universidad que los presuntos involucrados, hermana de una conductora de televisión— exige justicia no solo por la muerte, sino por el daño irreparable y los perjuicios a las víctimas colaterales.Este no es un caso aislado. La "modernización" de la Vía Atlixcáyotl, con sus distribuidores viales y eliminación de semáforos impulsada desde 2023, ha transformado el corredor en una zona de alta velocidad sin controles efectivos. En apenas dos años, se acumulan al menos 11 muertes y más de 20 heridos en percances similares: choques por exceso de velocidad, arrancones nocturnos y diurnos, volcaduras. En agosto de 2025, otro "junior" ebrio provocó una carambola que mató a un pasajero de taxi y quedó en la impunidad relativa. Meses antes, tres jóvenes perdieron la vida en una carrera que terminó en incendio. La vía, apodada "autopista a la muerte", atrae a grupos como "Noisy Rides", cuyos miembros portan calcomanías identificatorias y cierran cuentas en redes tras accidentes.La pattern es clara: imprudencia de jóvenes con recursos, fugas facilitadas, investigaciones lentas y un diseño vial que prioriza el flujo automovilístico sobre la seguridad peatonal —ausencia de banquetas adecuadas, vigilancia escasa, cámaras insuficientes—. Puebla enfrenta un problema estructural de carreras clandestinas en zonas como Atlixcáyotl, Calzada Zavaleta y bulevares periféricos, pese a promesas de pistas legales y mayor patrullaje. La muerte de Mayca, una víctima inocente en el camino equivocado a la hora equivocada, expone la brecha entre el discurso oficial de movilidad segura y la realidad de una impunidad que acelera sin frenos.En redes, el clamor por #JusticiaParaMayca se multiplica, aunque aún tímido. La pregunta persiste: ¿cuántas vidas más se necesitarán para que las autoridades pasen de comunicados a acciones concretas, de minimizar arrancones a desmantelar su cultura de velocidad y privilegio? La Vía Atlixcáyotl no solo conecta puntos de la ciudad; revela las fracturas profundas de una sociedad donde la irresponsabilidad al volante sigue cobrando facturas que nadie parece dispuesto a pagar.
En la mañana del 10 de diciembre de 2025, la Vía Atlixcáyotl, esa arteria moderna que prometía fluidez y progreso en Puebla, se convirtió una vez más en escenario de una tragedia evitable. Una mega carambola, desencadenada por lo que testigos insisten fueron arrancones clandestinos a plena luz del día, cobró la vida de Mary Carmen Salomon Álvarez, una joven de 25 años conocida entre sus cercanos como "Mayca". Caminaba hacia su trabajo como cajera en una sucursal bancaria cuando fue arrollada por la cadena de impactos. Diez personas más resultaron lesionadas, dos de ellas en estado grave, incluyendo bebés que viajaban en vehículos colaterales.El vehículo central en la colisión fue un Volkswagen Golf negro, con placas del estado de Puebla, que según relatos coincidentes perdió el control tras competir con otro auto rojo que se dio a la fuga sin dejar rastro. De los cinco ocupantes del Golf —presuntamente estudiantes de la Universidad Interamericana (IEU)—, tres huyeron antes de que llegaran las autoridades. Uno de ellos, un joven de Gastronomía identifiable por su uniforme institucional en fotografías del lugar, podría ser clave para reconstruir lo ocurrido dentro del auto. Otra ocupante quedó prensada y gravemente herida, impidiendo por ahora su declaración. Versiones posteriores apuntan a que la conductora era una mujer, y que el responsable principal abandonó el sitio tras hacer llamadas telefónicas, posiblemente auxiliado por terceros.A dos días del siniestro, la indignación crece ante la ausencia total de detenidos. La Secretaría de Seguridad Pública minimizó el incidente como mera "falta de pericia al conducir", descartando explícitamente los arrancones, en contradicción con testimonios oculares y las marcas de derrapes que aún persisten en el asfalto. La Fiscalía General del Estado guarda silencio, sin avances públicos en la investigación. Mientras, la familia de Mayca —egresada de la misma universidad que los presuntos involucrados, hermana de una conductora de televisión— exige justicia no solo por la muerte, sino por el daño irreparable y los perjuicios a las víctimas colaterales.Este no es un caso aislado. La "modernización" de la Vía Atlixcáyotl, con sus distribuidores viales y eliminación de semáforos impulsada desde 2023, ha transformado el corredor en una zona de alta velocidad sin controles efectivos. En apenas dos años, se acumulan al menos 11 muertes y más de 20 heridos en percances similares: choques por exceso de velocidad, arrancones nocturnos y diurnos, volcaduras. En agosto de 2025, otro "junior" ebrio provocó una carambola que mató a un pasajero de taxi y quedó en la impunidad relativa. Meses antes, tres jóvenes perdieron la vida en una carrera que terminó en incendio. La vía, apodada "autopista a la muerte", atrae a grupos como "Noisy Rides", cuyos miembros portan calcomanías identificatorias y cierran cuentas en redes tras accidentes.La pattern es clara: imprudencia de jóvenes con recursos, fugas facilitadas, investigaciones lentas y un diseño vial que prioriza el flujo automovilístico sobre la seguridad peatonal —ausencia de banquetas adecuadas, vigilancia escasa, cámaras insuficientes—. Puebla enfrenta un problema estructural de carreras clandestinas en zonas como Atlixcáyotl, Calzada Zavaleta y bulevares periféricos, pese a promesas de pistas legales y mayor patrullaje. La muerte de Mayca, una víctima inocente en el camino equivocado a la hora equivocada, expone la brecha entre el discurso oficial de movilidad segura y la realidad de una impunidad que acelera sin frenos.En redes, el clamor por #JusticiaParaMayca se multiplica, aunque aún tímido. La pregunta persiste: ¿cuántas vidas más se necesitarán para que las autoridades pasen de comunicados a acciones concretas, de minimizar arrancones a desmantelar su cultura de velocidad y privilegio? La Vía Atlixcáyotl no solo conecta puntos de la ciudad; revela las fracturas profundas de una sociedad donde la irresponsabilidad al volante sigue cobrando facturas que nadie parece dispuesto a pagar.

