De
manifestaciones estériles…
La oposición marcha sin rumbo mientras la 4T
enfrenta su propio reto: escuchar de verdad
Ya lo hemos dicho: la oposición está perdida. Cuando los
manifestantes tienen que deslindarse de pertenecer o simpatizar con un partido,
algo anda mal. En cualquier parte del mundo eso es normal: un partido, como su
nombre lo dice, es una parte de la sociedad, no una razón para que sus
simpatizantes se avergüencen de identificarse con esas ideas.
¿Se acuerdan de la marea rosa? Se suponía que aquella
manifestación en defensa del INE demostraba “la fuerza” de la oposición.
Aunque, claro, también se deslindaban de cualquier partido político, como si
simpatizar o militar en uno fuera motivo de vergüenza. ¿Qué pasó? El partido en
el poder arrasó en las elecciones del 2024. ¿Qué hizo la oposición? Denostar a
la misma institución por la que marcharon. Ahora el INE que defendían ya
estaba, según ellos, cooptado por el oficialismo. O sea que si pierdo, ¿es culpa
del árbitro? Siempre lo he dicho: echar culpas es de mediocres.
Sin duda, la manifestación del sábado pasado fue menos copiosa que
la del año pasado. Dicen que es la generación Z, aunque curiosamente la mayoría
de los videos muestran a varias generaciones anteriores levantando la pancarta…
quizá la Z venía en camino, atrapada entre el tráfico y la apatía. Lo cierto es
que nadie quiere dar la cara: en privado reclaman como si fueran a cambiar el
rumbo del país en una sobremesa, pero en público guardan un silencio tan
disciplinado que ni en las filas del oficialismo se ve algo parecido.
Sin embargo, la 4T deberá escuchar y atender el descontento. No
minimizar las manifestaciones ni juzgarlas solo por el número de participantes.
Muchas de las demandas son legítimas y, como hemos escrito, deben tener
respuesta por parte de las autoridades; de lo contrario, el descontento puede
crecer, así como la empatía de la ciudadanía con sus causas.
Como vemos, no todo es fácil para el segundo piso de la cuarta
transformación: su punto débil, como siempre, son los gobiernos locales. La
gestión municipal es complicada; y así como hay buenos gobiernos emanados de
Morena y sus aliados, también hay otros que son auténticos ejercicios de fe…
porque solo creyendo mucho uno entiende cómo siguen ahí.
Pero claro, todo dependerá de si la oposición decide comportarse
como oposición o si, como en 2024, vuelve a ese extraño deporte extremo que
tanto domina: jugar a perder creyendo que están ganando. Quizá para algunos sí
sea cierto… al final, hay carreras donde llegar en último lugar también tiene
premio.
Apunte al aire
A finales de la semana pasada estuve con servidores públicos del
Ayuntamiento de Tlaxcala. Tuve oportunidad de compartir experiencias con
funcionarios de distintas áreas. Cuando compartes, siempre se gana; la
generosidad paga, y paga bien.
Les cuento: un funcionario me dijo que la diferencia entre el
actual presidente municipal, el arquitecto Alfonso Sánchez, y otros jefes que
había tenido, es que él sí sabía escuchar; además, le confiaba y lo dejaba
trabajar. De ese funcionario, después me contaron en corto que hacía muy bien
su trabajo y era un gran gestor social.
Confirmo mi tesis: gobernar es escuchar.


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