Educar
en libertad: más allá de la escuela
La
educación es la base del pensamiento crítico con el que se ejerce la verdadera
libertad
Es muy sencillo: la libertad, esa potencia de elegir entre dos
bienes el mayor, resultaría inalcanzable si no conocemos el contenido de ambos
bienes. A mayor conocimiento, mayor libertad. Para poder adquirir conocimiento,
sin duda la acción tendiente a lograrlo se llama educar.
Aristóteles, en sus obras La Política y Ética a Nicómaco, planteó
que, además de la parte técnica, la persona debería ser capaz, en el día a día,
de distinguir entre el bien y el mal. La razón, viviendo de acuerdo con la
virtud —que se alcanza mediante la repetición de actos que forman hábitos—
lleva a la persona a ser feliz. No lo digo yo, lo decía este filósofo.
Quizá, cuando hablamos o escribimos de educación, pensamos en la
escuela. La idea de escuela no tiene muchos años, si la comparamos con los
siglos que tiene la civilización. Si bien el concepto de educación como un
servicio realizado por alguien que no son los padres no es atribuible a una
sola persona, fue San José de Calasanz quien concibió la escuela tal como la
conocemos hoy: un lugar donde cualquier persona puede acudir a formarse en
letras, números y artes; además, la centró en brindar una formación moral y
cristiana. Antes, la Iglesia Católica, en el Concilio de Letrán, en el siglo
XII, estableció las escuelas para pobres en las parroquias. Calasanz aceptó
personas de todas las clases sociales.
En pleno 2025, 500 años después de la fundación de las Escuelas
Pías, o más de 2,300 años después de la fundación del Liceo de Aristóteles, la
educación sigue siendo un gran tema. Para muestra, un botón: en el estado de
Puebla se destina más del 32% del presupuesto total a educación, más de 40 mil
millones de pesos cada año. La dependencia que más se le acerca es
infraestructura, con 5 mil millones. Así de importante es la educación.
Sin que sea objeto de la reflexión que intento hacer conocer cuál
modelo educativo es mejor o cuál es peor, creo que cualquiera debe estar
apoyado por la familia. Y es que en la familia es donde se refuerzan las
virtudes. Si bien la escuela, pública o privada, debe educar en libertad, en la
familia debe de transmitirse este valor, la libertad no se hereda, se aprende.
Y a todo esto, ¿qué es educar en libertad? Creo que es hacer
consciente al educando que lo que está conociendo le servirá para, en el
futuro, tomar decisiones y ejercer su libertad. Suena muy complejo, ¿cómo
aprender las multiplicaciones o sumas y restas puede hacer más libre a una
persona? Si la libertad es elegir entre dos bienes el mayor, poder realizar las
operaciones matemáticas desarrolla el pensamiento lógico y crítico para
resolver problemas. Es decir, esta herramienta será un gran apoyo para tomar decisiones.
Hacer consciente a quien está aprendiendo que eso lo debe usar
para ejercer su libertad debe ser fundamental. Porque quien no elige, no es
libre. Muchos piensan que por tener muchas opciones son más libres y que, si
toman una decisión, pierden la libertad. Se equivocan: cuando tomas una
decisión, es el momento en donde verdaderamente ejerces tu libertad.
Apunte al aire
El hombre es libre aunque no quiera, decía Sartre: estamos
condenados a serlo. Hasta en los peores momentos, en los que parecería que la
libertad no es asequible, podemos encontrar elecciones, que por muy pequeñas
que sean pueden ser trascendentales. Hace un año vivimos un momento muy
complicado; ya lo relaté en estas páginas. Cuando parecía que no había para
dónde hacerse, como familia decidimos perdonar, pedir por el otro y avanzar.
Lo recordamos, sí, cada vez que nos enteramos de que lo vive
alguna persona o familia. Algunos tienen acceso a poder expresarlo
públicamente; otros simplemente son parte de la triste estadística. Hasta en
esos momentos hay que educar en la libertad. Porque nuestra felicidad, sin
duda, se construye basada en nuestras decisiones. Al tiempo.