Valeria Márquez y Alana Flores: la IA en manos de los oportunistas
Por Carlos Charis / 01 de junio de 2025
Primero fue el asesinato de Valeria Márquez. Un crimen brutal, público, imposible de ignorar: ocurrió frente a una cámara, en tiempo real, ante millones de testigos virtuales. Pero el espanto no acabó ahí. Días después, comenzaron a circular nuevos videos: Valeria ‘volvía’ a aparecer en TikTok, moviéndose, hablando, supuestamente desmintiendo su propia muerte. La publicación pedía donaciones.
Era falso. Una simulación construida con inteligencia artificial. Pero eso no detuvo las vistas, ni el flujo de dinero.
Casi al mismo tiempo, otra joven se convirtió en blanco: Alana Flores, streamer conocida en la escena gamer. Una supuesta imagen íntima suya fue distribuida masivamente. Falsa también, pero igual de devastadora. Alana reconoció que ha atravesado crisis de ansiedad y ataques de pánico debido a la violencia en redes. La IA no solo replica rostros: distorsiona realidades, daña vidas.
En ambos casos, los responsables son anónimos. Actúan bajo la protección de perfiles falsos, foros cerrados y plataformas que priorizan el clic sobre la ética. No hay ley que los detenga. No todavía. Las herramientas de IA generativa han sido liberadas en una sociedad sin defensas jurídicas ni éticas ante los usos más bajos.
Aunque se ha comprobado que la imagen atribuida a Alana es apócrifa y que los videos de Valeria son manipulaciones post mortem, una parte de la audiencia insiste en creer lo que desea. La verdad importa menos que la sensación de certeza personal. Así, la tecnología sirve de espejo a una sociedad que ya no distingue entre lo real y lo falso, porque ya no quiere hacerlo.
El uso de IA para revictimizar, humillar o manipular no es un error técnico: es una decisión humana. Y frente a una legislación que llega siempre tarde, somos los usuarios quienes tendremos que operar como una conciencia colectiva. Hay que denunciar. Hay que frenar. Porque hoy fue Valeria. Hoy fue Alana. Pero mañana, podría ser cualquiera.