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La trampa de los ratones: IA, desinformación y el espejismo del progreso

 


La trampa de los ratones: IA, desinformación y el espejismo del progreso

por JosƩ Herrera / 31 de mayo de 2025

“El hombre inventó la bomba atómica, pero ningĆŗn ratón en el mundo construirĆ­a una trampa para ratones”.
—¿Einstein? No. Werner Mitsch.

La frase anterior circula por miles de publicaciones, videos y hasta artículos académicos atribuyéndosela a Albert Einstein. Pero si uno escarba un poco mÔs, descubre que quien realmente la escribió fue Werner Mitsch, un aforista alemÔn, en su libro Das Schwarze unterm Fingernagel. No fue una alucinación de la inteligencia artificial, sino un error humano sostenido por el descuido colectivo.

1. La mentira repetida mil veces... ahora con IA

Este caso ilustra con precisión el riesgo de confiar ciegamente en lo que los sistemas de inteligencia artificial ―o internet en general― ofrecen como verdad. Las plataformas advierten sobre posibles imprecisiones o “alucinaciones”, pero la mayorĆ­a de los usuarios no verifica nada. No lo hacĆ­an antes de la IA, tampoco ahora. La diferencia es que el volumen de desinformación es mayor, mĆ”s rĆ”pido y mĆ”s convincente.

Este no fue un fallo del algoritmo, sino una consecuencia del conocimiento colectivo con el que ha sido entrenado. O dicho de otro modo: una mentira repetida tantas veces que se volvió indistinguible de la verdad.

¿Y quĆ© nos hace pensar que esta vez serĆ” diferente?

2. Del Ɣtomo al algoritmo: el riesgo no es la tecnologƭa, es el uso que se le da

Así como la bomba atómica significó un punto de inflexión en el poder destructivo de la humanidad, la inteligencia artificial representa una disrupción con potencial de transformación total. Y al igual que con la energía nuclear, el peligro no radica en la tecnología misma, sino en las decisiones humanas que determinan su uso.

Lo preocupante es que seguimos confiando en que los humanos sabremos hacer lo correcto, cuando la evidencia dice lo contrario. Basta ver la evolución de los discursos de los titanes tecnológicos. Tomemos a Mark Zuckerberg como ejemplo.

En 2013, celebraba:

“Ayudar a conectar a mil millones de personas es increĆ­ble. Humildemente, es lo que mĆ”s me enorgullece en la vida.”

Facebook tenía entonces como misión:

“Dar a las personas el poder de compartir y hacer el mundo mĆ”s abierto y conectado.”

Pero en 2017, la narrativa cambió sutilmente:

“Dar a las personas el poder de construir comunidad y acercar al mundo.”

Para 2025, la visión se ha vuelto aún mÔs fría, mÔs maquinal:

“Eres una empresa, vienes a nosotros, nos dices cuĆ”l es tu objetivo, conectas tu cuenta bancaria, no necesitas ningĆŗn contenido creativo, ni segmentación, ni medición. Solo lees los resultados que te damos.”

Zuckerberg ya no quiere conectar humanos. Ahora quiere que las empresas prescindan de ellos: sin creativos, sin agencias, sin expertos en segmentación. Meta se convierte en el único intermediario entre dinero y resultados. Todo se reduce a algoritmos y cuentas bancarias.

3. ¿QuiĆ©n construye la trampa?

El argumento empresarial es convincente: automatizar procesos significa reducir costos y democratizar el acceso a la publicidad digital. Pero la contracara es inquietante: la centralización del poder, la opacidad de los sistemas y la marginación del talento humano.

Lo preocupante no es solo que algunos trabajos desaparecerÔn. Es que la lógica que los reemplaza estÔ diseñada para servir a unos pocos. Y de nuevo, el resto de la sociedad apenas reacciona. Asume que es progreso. Lo abraza sin leer la letra chica.

Entonces la pregunta es inevitable:
¿Podremos confiar en que los humanos haremos buen uso de la IA?
¿O viviremos ―como sugiere Mitsch― deseando ser esos ratones incapaces de inventar su propia trampa?

4. Los empleos en la cuerda floja... y los que estƔn por venir

El Foro Económico Mundial, en su informe Future of Jobs 2025, ofrece un vistazo a este nuevo orden laboral. Algunos empleos, especialmente los repetitivos o creativos rutinarios, estÔn en riesgo de desaparecer. Pero también surgirÔn nuevas oportunidades para quienes dominen habilidades como el pensamiento crítico, el diseño de sistemas, la ética de datos, y el trabajo colaborativo humano-mÔquina.

Trabajos con mayor crecimiento:

  • Analistas de datos y cientĆ­ficos de datos

  • Especialistas en IA y aprendizaje automĆ”tico

  • Desarrolladores de software

  • Especialistas en sostenibilidad

  • Coordinadores de transformación digital

Trabajos con menor crecimiento (o en declive):

  • Oficinistas de entrada de datos

  • Secretarios administrativos

  • Operadores de fĆ”bricas

  • Cajeros

  • Empleados contables tradicionales

Habilidades mƔs valoradas:

  • Pensamiento analĆ­tico

  • Creatividad e innovación

  • Inteligencia emocional

  • Toma de decisiones complejas

  • Capacidad para aprender y adaptarse


EpĆ­logo: Un mundo sin ratones, pero con trampas

La tecnología no es buena ni mala. Es una herramienta. El problema no es lo que puede hacer, sino para quién y con qué propósito se la programa. Y como ha ocurrido con cada revolución tecnológica, los primeros en sufrir serÔn los que no tuvieron voz en su diseño.

Nos toca decidir si queremos un mundo mĆ”s conectado, mĆ”s justo y mĆ”s transparente…
O si nos conformaremos con uno donde las mƔquinas aprenden de nuestros errores, pero nosotros no.