Una muerte más en la calle: mujer hallada sin vida en colonia El Salvador
Tirada en la calle, sola, sin nombre. Así fue encontrada una mujer de aproximadamente 50 años en la colonia El Salvador, al sur de la capital poblana. Un golpe en la cabeza, una muerte “misteriosa” y un expediente que, salvo sorpresas, será archivado con el sello de siempre: “posible caída”.
El hallazgo ocurrió en la esquina de calle Jalapa con Avenida de los Presidentes. Una vecina que pasaba por el lugar dio aviso al ver el cuerpo inerte. Los paramédicos confirmaron lo que la ciudad ya sospechaba: estaba muerta, con una herida en el cráneo, sin documentos, sin identidad, sin justicia.
¿Caída o agresión?
La versión preliminar de las autoridades no descarta una caída accidental. Pero en un país donde miles de mujeres mueren cada año por violencia machista, social o institucional, cada golpe en la cabeza debe leerse con sospecha y cada muerte en vía pública, con urgencia forense.
No se encontraron —dicen— huellas visibles de violencia. Pero la escena fue acordonada, y se iniciaron las diligencias para el levantamiento del cuerpo. Como en otros casos, el entorno urbano ofrece más respuestas que los partes oficiales: calles oscuras, banquetas sin mantenimiento, pobreza, abandono, y un patrón de muertes “naturales” en mujeres solas, pobres o en situación vulnerable.
El olvido también mata
¿Quién era? ¿Tenía familia? ¿Salía de trabajar, o vivía en situación de calle? ¿Era víctima de violencia doméstica? Ninguna autoridad lo sabrá si no se investiga. Y la ausencia de nombre se convierte en coartada para la desmemoria institucional.
En Puebla, como en muchas ciudades del país, morir en la calle siendo mujer es una tragedia sin testigos, sin presión mediática, sin prioridad judicial. Porque a diferencia de los homicidios de alto perfil o los crímenes de ajuste de cuentas, las muertes anónimas son cómodas para el sistema: no generan escándalo, no estorban en las estadísticas y se entierran con rapidez.
El cuerpo ya fue levantado. La zona ya fue liberada. La carpeta de investigación, si se abre, llevará un número frío. Y el resto del día transcurrirá como si nada. Porque en esta ciudad, cuando la muerte ocurre en las márgenes, ni siquiera duele: estorba.