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Gota a gota: violencia financiera en Chignahuapan

Gota a gota: violencia financiera en Chignahuapan


Por José Herrera
23 de junio de 2025

Los detuvieron en un operativo conjunto. Dos sujetos, ambos de nacionalidad colombiana, fueron aprehendidos en Chignahuapan por aplicar una de las formas más crudas y silenciosas de violencia cotidiana: los préstamos “gota a gota”, un esquema de microcréditos ilegales que opera como una trampa financiera y emocional para quienes menos tienen.

La modalidad no es nueva. Tampoco exclusiva de Puebla. Pero su llegada a municipios serranos como Chignahuapan revela la expansión territorial de redes criminales trasnacionales que, con total impunidad, han aprovechado la desesperación económica de cientos de comerciantes, taxistas y amas de casa. El mecanismo es simple: prestar dinero en efectivo, rápido y sin papeleo... a cambio de intereses imposibles de cubrir. Y cuando no hay pago, viene la extorsión, las amenazas, y en ocasiones, la violencia física.

La detención fue confirmada por el presidente municipal, Juan Rivera Trejo, quien aseguró que su administración no permitirá el asentamiento de grupos delictivos en el municipio. Pero el fenómeno no empieza ni termina con la detención de dos emisarios. El gota a gota es una estructura, una red organizada, importada desde Colombia y anclada ya en distintos puntos de México, con rutas de cobro, carteras de deudores, y hasta manuales para operar bajo la sombra.

¿Cómo operan?

  • Se ofrecen préstamos "sin requisitos", desde mil hasta diez mil pesos.

  • El cobro es diario, en efectivo, y con intereses de hasta el 20 o 30% mensual.

  • El prestamista va todos los días, incluso fines de semana. Quien no paga, es amenazado o exhibido públicamente.

  • Se aprovechan de la falta de acceso al crédito formal, sobre todo en comunidades rurales y semiurbanas.

En un país con más tiendas de conveniencia que bancos, el gota a gota encontró el terreno ideal: la pobreza estructural, la informalidad y la desesperanza.

La Secretaría de Seguridad Ciudadana de Chignahuapan pidió a la población denunciar cualquier caso similar, pero el temor y la desconfianza hacia las autoridades siguen siendo un obstáculo. ¿Cuántas víctimas hay que no se atreven a hablar? ¿Cuántos aún pagan con miedo por un préstamo de mil pesos que ya rebasó los cinco mil?

La detención es un primer paso, sí. Pero la solución va más allá de atrapar a los cobradores. Requiere inteligencia financiera, trabajo conjunto con la FGR, la UIF, y sobre todo, una política pública que saque a los sectores más pobres de la informalidad y la usura disfrazada de “ayuda rápida”.

Porque en Chignahuapan, como en muchas partes del país, el problema no es solo que te presten dinero “gota a gota”, sino que la justicia —cuando llega— lo hace igual: a cuentagotas.