No era solo el Barroco: el CIS, el Teleférico y Audi también huelen a desvío
Como si el Museo Internacional del Barroco no fuera ya el emblema del exceso, la opacidad y la deuda disfrazada de arquitectura cultural, ahora resulta que no fue el único capricho millonario bajo sospecha. Según reveló la titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Idamis Pastor Betancourt, las miradas del Ministerio Público se han ampliado hacia el Centro Integral de Servicios (CIS), el Teleférico y las plataformas industriales de Audi. Megaobras financiadas con dinero público y promesas de desarrollo, hoy convertidas en expedientes abiertos por presuntos desvíos, fraudes y abuso de autoridad.
“Hay letras chiquitas en todos los contratos”, advirtió la fiscal en entrevista. Letras pequeñas que sirvieron de trinchera para encubrir anomalías contractuales, sobreprecios, pagos anticipados sin justificación, y convenios que podrían hacer sonrojar hasta al más cínico de los funcionarios.
Las investigaciones, que llevan años empolvadas desde 2020, han comenzado a moverse con la reciente firma del convenio que pone fin anticipado al contrato del Barroco. Pero la fiscal fue clara: la clausura de contratos no significa impunidad. Al contrario, dijo, se mantendrán abiertas todas las indagatorias, incluso las que involucran a exfuncionarios del primer círculo del poder morenovallista.
Aunque evitó dar nombres, fuentes cercanas a la FGE confirmaron que las denuncias incluyen posibles desvíos de recursos, simulaciones administrativas y abuso sistemático del esquema de Proyectos de Prestación de Servicios (PPS), un modelo financiero que permitió comprometer presupuestos estatales por décadas sin pasar por el escrutinio directo del Congreso.
¿Qué se investiga?
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CIS: Un edificio tan desproporcionado como su presupuesto. Construido para “ahorrar” oficinas públicas, terminó costando más de lo que evitó.
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Teleférico: Proyecto turístico impuesto, que conectó nada con nada, y que costó más de 1,400 millones con contratos poco claros.
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Audi: Plataformas industriales prometidas como “el nuevo milagro económico de Puebla”, pero rodeadas de adquisiciones de terrenos inflados, licitaciones cerradas y favoritismos.
Según el coordinador de gabinete, José Luis García Parra, el gobierno estatal mantendrá su compromiso con la rendición de cuentas. Pero la verdadera rendición está pendiente: la de quienes firmaron, aprobaron y ejecutaron estos contratos, no desde el escritorio público, sino desde las sombras donde el dinero cambia de manos con total impunidad.
La Fiscalía ha prometido resultados, pero la historia reciente nos recuerda que en Puebla, los megaproyectos sirven más para endeudar que para desarrollar, y que detrás del mármol, los ductos y el acero, se esconde el verdadero cemento del poder: el dinero sin destino claro.