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Tehuacán: la brutal escena de Irma Nelly

Tehuacán: la brutal escena de Irma Nelly, golpeada por su hijo en un infierno de droga y abandono

Por José Herrera

Era mediodía en la Vía Puebla, esa arteria que divide los barrios con nombre de santo y las casas donde la violencia se cocina a fuego lento. El sol pegaba con furia y la rutina avanzaba sin sobresaltos, hasta que un repartidor —ese testigo anónimo de la tragedia cotidiana— se convirtió en el inesperado salvavidas de una mujer que estaba a punto de morir.

Irma Nelly, 51 años, fue salvada de ser estrangulada por su propio hijo. Sí, su hijo. Según la versión oficial, el agresor estaba bajo los efectos de alguna sustancia tóxica. Pero más allá de los tecnicismos médicos, lo que ocurrió fue simple y atroz: una madre fue golpeada e intentada asesinar por el mismo ser que parió.

El silencio roto por un grito

El joven repartidor —de los que reparten comida pero también recogen las sobras del dolor ajeno— pasaba por la casa cuando notó que la puerta estaba entreabierta. Escuchó gritos, se asomó y vio la escena dantesca: un hombre apretando el cuello de una mujer, que pataleaba con lo que le quedaba de fuerza.

El agresor, al notar la presencia del testigo, huyó como rata entre las sombras, dejando atrás a su madre tirada, herida pero viva.

Minutos después llegaron policías y paramédicos. Encontraron a Irma Nelly todavía consciente, aunque el cuerpo y la voz ya le temblaban. Confirmó lo que ya se sospechaba: su propio hijo fue quien intentó matarla.

Tehuacán: tierra donde la droga y la miseria duermen bajo el mismo techo

Historias como la de Irma no son raras en Tehuacán. Lo que sí es raro es que alguien las cuente. Las autoridades suelen maquillar las estadísticas con eufemismos: “violencia intrafamiliar”, “agresiones bajo sustancias”, “casos aislados”. Pero lo cierto es que hay colonias enteras donde la droga no es vicio, es escape; y donde la familia, más que refugio, es campo de batalla.

La víctima no fue hospitalizada, pero fue canalizada al área de Atención a Víctimas del Delito. Como si unas palabras de consuelo pudieran borrar los dedos que se cerraron en su garganta. Como si la atención psicológica pudiera remplazar el hecho de que esta mujer, como muchas otras, duerme sabiendo que el enemigo está en casa.

¿Y el agresor?

Sigue prófugo. Como miles de agresores que caminan impunes porque el sistema no tiene ni pies ni cabeza. Porque en este país puedes intentar matar a tu madre y escapar con la facilidad de quien cambia de calle.

Irma Nelly sobrevivió. Pero su historia es un recordatorio brutal: la violencia en México ya no distingue entre calles, clases ni lazos de sangre. Y en ciudades como Tehuacán, la combinación de adicciones, pobreza y omisión institucional es más letal que cualquier arma.