Xenofobia en Palacio Municipal: el edil de Coronango culpa a migrantes de la violencia que él no puede contener
Por José Herrera
En Coronango, la inseguridad no se combate con estrategia, sino con excusas. Y si hay algo que sobran son chivos expiatorios. El más reciente se llama "migrantes extranjeros", convenientemente señalados por el presidente municipal Armando Aguirre Amaro como los culpables de la violencia en Misiones de San Francisco, una de las zonas más abandonadas —y estigmatizadas— del municipio.
Con tono firme pero vacío de datos, el edil no titubeó al lanzar su acusación disfrazada de análisis:
“Se ha tornado complicado porque es paso de migrantes, y algunos han quedado ahí”.
Como si los migrantes fueran una plaga. Como si el hecho de buscar refugio o asentamiento en una tierra prometida los convirtiera en autores automáticos del caos urbano.
La inseguridad no es nueva, pero el discurso sí es peligroso
Durante una entrevista reciente, Aguirre Amaro sostuvo que la violencia en Misiones no es reciente, sino que se arrastra desde hace más de 14 años, cuando surgió la unidad habitacional. Pero en lugar de asumir que las fallas del urbanismo neoliberal —construcciones mal planeadas, ausencia de servicios, y marginación institucional— fueron el caldo de cultivo de la violencia, prefirió culpar a los “otros”, a los que no votan, a los que no cuentan.
Lo irónico es que el edil también sostuvo que “la violencia familiar es el delito más común en Coronango”, aunque los datos lo desmienten de forma escandalosa.
Según las estadísticas oficiales de la Fiscalía General del Estado, en mayo se registraron:
-
40 denuncias por robo (de vehículos, casa habitación, transeúntes)
-
11 por violencia familiar
Pero en el palacio municipal, las cifras parecen irrelevantes. Lo importante es tener un discurso cómodo, aunque sea incendiario. Y si ese discurso es xenófobo, qué más da.
Un municipio bajo fuego (pero sin responsables visibles)
Desde que Aguirre asumió la presidencia municipal en octubre de 2024, los vecinos de Misiones de San Francisco han documentado balaceras, riñas y hechos violentos vinculados al narcomenudeo, un fenómeno que crece al amparo del abandono institucional y la falta de presencia policial. Pero en lugar de hablar de cárteles, pandillas, o fallas en la estrategia de seguridad, el alcalde apunta hacia las víctimas más vulnerables: los migrantes.
Y no es un hecho aislado. Esta narrativa se ha repetido en otros municipios poblanos, donde se culpa a los centroamericanos, haitianos o venezolanos de delitos, sin pruebas y sin respeto a sus derechos humanos.
Lo cierto es que Coronango enfrenta una crisis de seguridad que no se resuelve con discursos discriminatorios, sino con políticas públicas reales, inversión social, y vigilancia eficaz. Pero eso cuesta tiempo, voluntad y presupuesto. Es más fácil hacer populismo desde el miedo.
El odio como cortina de humo
Mientras los robos siguen ocurriendo y las denuncias por narcomenudeo aumentan, el alcalde prefiere desviar la atención, sembrando prejuicios que dividen a una comunidad ya fracturada.
La xenofobia no es una estrategia de seguridad, aunque lo parezca. Es una forma cobarde de gobernar, culpando a quienes no tienen poder de defenderse mientras la verdadera raíz del problema se pudre en las entrañas del propio gobierno municipal.
Porque si alguien debe rendir cuentas por la violencia en Misiones de San Francisco, no son los migrantes: es quien tiene el mando y no sabe ejercerlo.