Crisis forense en la Mixteca: cadáveres apilados, olores fétidos y un niño muerto sin espacio
Acatlán de Osorio / Izúcar de Matamoros. — En la región Mixteca, la muerte ya no encuentra reposo ni dignidad. Los Servicios Médicos Forenses (Semefo) de Acatlán e Izúcar colapsaron. Literalmente. Cuerpos apilados sin refrigeración, fetidez, descomposición y un niño fallecido que no encontró dónde ser recibido revelan el estado de descomposición no sólo de los cadáveres, sino del sistema institucional que los abandonó.
El caso estalló el 23 de junio, cuando el cuerpo de un niño de 11 años —presuntamente víctima de negligencia médica en Acatlán— no pudo ser ingresado al Semefo de ese municipio. A pesar de haber sido inaugurado con corte de listón y boletín oficial, el inmueble no opera: no hay personal, ni equipo, ni insumos para realizar necropsias.
Ni Izúcar pudo recibirlo
La “solución” fue trasladar el cuerpo a Izúcar de Matamoros, donde el panorama es igual o peor: instalaciones saturadas, cadáveres en el suelo, sin cámaras de refrigeración y sin clasificación ni identificación. De acuerdo con testimonios internos, los restos se amontonan en condiciones insalubres, generando olores insoportables y riesgos sanitarios evidentes tanto para el personal como para la comunidad.
Los cementerios municipales también están saturados. Las autoridades se rehúsan a recibir cadáveres no identificados, dejando los cuerpos a la intemperie o encerrados en espacios sin ventilación ni protocolo. El caos se impone, y la dignidad humana se pierde entre trámites inútiles y cámaras vacías.
Una tragedia anunciada (y presumida)
El colapso forense en la Mixteca no es nuevo: ha sido encubierto con discursos de inversión, promesas de modernización y simulaciones administrativas. Sin embargo, la realidad muestra una región sin infraestructura adecuada para tratar a sus muertos, mucho menos para ofrecer verdad a sus familiares.
Los forenses improvisan en medio del hedor, mientras las familias claman respuestas que no llegan. Y los niños muertos —como el de Acatlán— esperan, en el limbo físico y legal, que alguien les devuelva su identidad y su dignidad.
El fracaso del Estado
Este no es sólo un fallo logístico: es un colapso ético del Estado, que niega incluso el último derecho humano: el trato digno en la muerte. La crisis forense en Puebla, particularmente en la Mixteca, ya no puede ser minimizada ni ocultada bajo comunicados. Es una emergencia humanitaria en cámara lenta.
Mientras no se garantice infraestructura básica para atender los cuerpos de las víctimas —muchas de ellas producto de violencia, omisión o pobreza—, no hay justicia posible. Solo abandono.