El horror cabe en una maleta: hallan cuerpo desmembrado en San Salvador El Seco
San Salvador El Seco, Puebla. — La violencia ya no toca la puerta: la lanza al pavimento en pedazos. La mañana del sábado 28 de junio, vecinos del Barrio de Tecoac reportaron una maleta morada manchada de sangre abandonada en la esquina de la 8 Oriente y 20 Norte. Al interior, los agentes confirmaron lo que ya era sospecha general: un cuerpo desmembrado, embolsado y dejado como si fuera basura.
El hallazgo —registrado por las autoridades como de “persona desconocida”— provocó una movilización policial de rutina: acordonamiento del área, llegada de la Fiscalía, peritos criminalistas levantando restos humanos como si fueran objetos de colección en una escena repetida, demasiado repetida.
El lugar se llenó de patrullas, pero no de respuestas. Como sucede en tantos otros casos en Puebla —y en el país entero— el procedimiento ya está ensayado: el anonimato de la víctima, la frialdad en el boletín oficial, y el silencio estructural que lo cubre todo.
La Fiscalía General del Estado (FGE) inició la carpeta de investigación correspondiente. Se espera, como siempre, la identificación de la víctima, aunque en muchos casos no llega nunca. Los expedientes se apilan. Las madres buscan en fosas, en hospitales, en calles. Y los criminales siguen repartiendo cadáveres como advertencia.
San Salvador El Seco, un municipio de tránsito y abandono, no es ajeno a esta nueva geografía de terror. En los últimos meses, el corredor entre El Seco, Tecamachalco, Tepeaca y Acatzingo ha visto un repunte de homicidios, desapariciones y ejecuciones con sello de crimen organizado, mientras las autoridades locales permanecen pasivas, ausentes o —en el peor de los casos— coludidas.
El mensaje es claro: la vida no vale nada, y el cuerpo humano se vuelve una mercancía, un estorbo o un trofeo. Y la maleta, una tumba portátil.
La violencia ya no es excepción. Es sistema.