Bodegas sobre fuego: el riesgo ignorado en la Central de Abasto de Puebla
PUEBLA, Pue..– En el corazón de la Central de Abasto de Puebla, 26 bodegas ilegales se alzan sobre ductos de Pemex que transportan hidrocarburos y gas. No son simples construcciones irregulares: son auténticas bombas de tiempo que, pese a fallos judiciales y advertencias reiteradas, han sobrevivido a la omisión —cuando no la complicidad— de autoridades municipales durante más de cinco años.
Los inmuebles, construidos entre 2018 y 2020, en plena administración de la exalcaldesa morenista Claudia Rivera Vivanco, se encuentran sobre terreno federal, en una zona restringida por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos. Aun así, crecieron a la vista de todos. Con sellos de clausura violados y sin consecuencias legales.
La gravedad del caso ya no admite matices: comerciantes de la Central de Abasto advierten que basta una chispa, una fuga o una negligencia para que ocurra una tragedia de consecuencias irreversibles. La presión ciudadana se transformó en acción. El pasado jueves, en Asamblea General, el Consejo General de la Central, encabezado por su secretario general Luis Pinto, aprobó por unanimidad la demolición inmediata de las 26 estructuras, ubicadas a lo largo de la 104 Poniente, justo frente a la sucursal de La Gran Bodega.
“No se trata de un conflicto administrativo, ni de una disputa política. Estamos hablando de vidas humanas. De que hay bodegas construidas sobre ductos por donde corren combustibles altamente volátiles”, denunció Pinto durante la sesión.
La exigencia fue también acompañada por una segunda resolución: la construcción de una barda perimetral de seguridad, propuesta por el actual presidente municipal, Pepe Chedraui, como parte de un plan para resguardar la zona de cualquier intervención no autorizada.
Fallos ignorados, riesgos acumulados
Desde agosto de 2022, el Ayuntamiento de Puebla —entonces bajo otro mando— emitió un fallo que ordenaba la demolición. En 2024, la justicia federal confirmó la ilegalidad de las construcciones. No obstante, nada ocurrió. Las bodegas siguieron en pie. Las autoridades, en silencio.
El secretario de los comerciantes recuerda que los sellos de clausura colocados durante el gobierno de Rivera Vivanco fueron abiertamente violados. “Nunca se sancionó a nadie. Se permitió que las obras continuaran, como si construir sobre ductos de Pemex fuera un detalle menor”.
A estas alturas, la paciencia se agotó. Los comerciantes, que diariamente conviven con el riesgo, tomaron la voz que el Ayuntamiento se negó a asumir. Y aunque hoy la administración de Chedraui asegura apoyar la demolición, para muchos la pregunta permanece: ¿por qué hubo omisión durante tanto tiempo, pese a las alertas legales y técnicas?
Política, cemento y omisión
Detrás de estas construcciones hay más que concreto. Hay posibles redes de complicidad, omisiones deliberadas y un aparato institucional que permitió, por acción u omisión, que las bodegas crecieran en suelo prohibido. Ningún responsable ha sido llamado a cuentas. Nadie ha sido procesado.
¿Quién permitió el avance de estas edificaciones? ¿Qué funcionarios municipales, inspectores o autoridades de desarrollo urbano ignoraron las advertencias? ¿Por qué, incluso con sentencias judiciales, las bodegas continuaron operando?
Hasta hoy, el silencio institucional es la única respuesta. Pero en las calles de la Central, donde miles de personas trabajan a diario, la amenaza no es abstracta. Se respira. Se teme. Se espera.
Una chispa, un error, una negligencia más… y lo que hoy parece una disputa legal podría convertirse en una crónica de desastre anunciado.