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El yokai de las teclas” (parte XII)



“El yokai de las teclas” (parte XII)

Caso de autolesiones inducidas por posesión digital en Saitama, Japón (2024)
Por Y. Esquivel | Saitama, Japón, 2025

“Se llamaba Kōmoku... y vivía dentro de mi teclado. Me pidió mis uñas una por una, como sacrificio.”
—Extracto del diario de Ren Akabane, 16 años


I. El espíritu en la máquina

En marzo de 2024, Ren Akabane, estudiante de preparatoria en Saitama, fue encontrado inconsciente en su habitación.
Tenía los diez dedos vendados y restos de sangre seca entre las teclas de su laptop.

Sus uñas habían sido arrancadas meticulosamente con unas pinzas de precisión.
En el escritorio, una nota decía en kanji: “Kōmoku está satisfecho.”


II. El yokai de los ojos vacíos

Ren llevaba meses obsesionado con foros de leyendas urbanas en la deep web japonesa.
Uno de ellos hablaba de Kōmoku, un yokai cibernético con ojos vacíos y dedos infinitos que se manifestaba entre quienes usaban teclados mecánicos por más de 100 horas continuas.

“Decía que cada tecla pulsada era un tambor que lo llamaba desde el abismo digital.”

Ren cumplía con creces el perfil: gamer extremo, antisocial, con trastornos de ansiedad no tratados.


III. Autolesión como rito de escape

La policía no encontró signos de agresión externa.
Las cámaras de seguridad casera muestran a Ren durante 6 horas, arrancándose las uñas lentamente, mientras susurraba:
“A, S, D, F... Dámelo... Tómalo...”

La computadora tenía un archivo de texto abierto, titulado “Diario de Kōmoku”, donde Ren documentaba su supuesto pacto con el yokai.

“Por cada uña, me deja dormir una noche. Si no cumplo, toma los ojos de mamá.”


IV. Un caso que cruzó la pantalla

Ren sobrevivió. Hoy está bajo tratamiento psiquiátrico en un centro especializado en Hikikomoris extremos.
Asegura que Kōmoku aún lo visita cuando duerme.
Dice que sus uñas no crecen “porque no deben”.

El foro donde Ren encontró el mito fue borrado misteriosamente.
Pero los investigadores encontraron que más de 20 casos similares se habían reportado en Japón, Corea del Sur y Taiwán.

En todos, los jóvenes hablaban del mismo yokai,
aunque en idiomas distintos.