Suspenden puerquito encebado

El declive de una tradición serrana: la suspensión del puerquito encebado en ZacapoaxtlaEl arraigo cultural del "puerquito encebado" en Zacapoaxtla se remonta a décadas atrás, cuando esta práctica festiva emergió como un ritual lúdico durante las celebraciones patronales en honor a San Francisco de Asís, patrono de los animales, transformando el 4 de octubre en un espectáculo donde un cerdo untado en aceite resbalaba entre participantes que competían por capturarlo en una pendiente empedrada, simbolizando no solo diversión comunitaria sino también una conexión ancestral con la tierra y la ganadería local en la Sierra Norte de Puebla. Este evento, que atraía a cientos de visitantes y fomentaba la cohesión social en un municipio de tradiciones indígenas y mestizas, operaba bajo un esquema de voluntariedad donde el animal, seleccionado por su tamaño y resistencia, era liberado en un terreno controlado para evadir golpes directos, aunque con el tiempo ha enfrentado escrutinio por su inherente componente de estrés animal, alineándose con un proceso global de revisión ética en festivales populares que priorizan el bienestar sobre el entretenimiento. A lo largo de los años, la tradición se ha adaptado mínimamente, incorporando regulaciones básicas como la presencia de veterinarios, pero persistiendo en un equilibrio precario entre herencia cultural y demandas contemporáneas de protección animal, impulsadas por organizaciones no gubernamentales que documentan impactos como deshidratación y lesiones en los ejemplares involucrados. ***El incidente detonante: un acto de crueldad que acelera la prohibiciónLa cadena de eventos que precipitó la suspensión se activó el domingo 8 de diciembre de 2025, durante la edición anual del puerquito encebado en la cabecera municipal de Zacapoaxtla, cuando un grupo de asistentes irrumpió en el perímetro designado alrededor de las 14:00 horas, propinando golpes repetidos y patadas al cerdo principal —un ejemplar de aproximadamente 50 kilogramos untado con aceite de cocina— en un intento descontrolado por inmovilizarlo prematuramente, lo que derivó en heridas visibles en el lomo y extremidades, así como en un episodio de pánico que obligó a la intervención inmediata de elementos de Protección Civil para rescatar al animal y suspender la actividad de forma abrupta. Este acto de maltrato, captado en videos difundidos por testigos en redes sociales, no solo violó las normas internas del evento —que prohibían el contacto físico agresivo para evitar daños—, sino que catalizó una respuesta institucional inmediata, con el puerquito siendo trasladado a un refugio veterinario local donde recibió atención por contusiones y estrés agudo, marcando el punto de quiebre en un proceso de erosión gradual de la tradición ante presiones acumuladas de activistas que argumentan que tales prácticas normalizan la violencia contra los animales en contextos festivos. La secuencia, desde la liberación inicial del cerdo hasta la agresión grupal y la evacuación forzada, ilustra cómo un desborde espontáneo puede transformar una celebración en un escándalo ético, exponiendo las fisuras en la supervisión comunitaria. ***Respuesta institucional y el peso de la ley en la preservación culturalLa autoridad municipal de Zacapoaxtla, encabezada por el ayuntamiento en funciones, ejecutó la suspensión indefinida del puerquito encebado esa misma tarde del 8 de diciembre, invocando el artículo 25 de la Ley de Protección a los Animales del Estado de Puebla —que penaliza el maltrato con multas de hasta 100 veces el valor diario de la unidad de medida y actualización, equivalentes a unos 9 mil pesos—, y alineándose con directrices federales de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales que fomentan la sustitución de tradiciones lesivas por alternativas no invasivas. Este mandato, emitido tras una evaluación in situ por inspectores de la Dirección de Medio Ambiente y Bienestar Animal, no solo canceló el resto del programa festivo —incluyendo danzas y fuegos artificiales asociados—, sino que inició un expediente administrativo contra los implicados en la agresión, potencialmente derivando en citatorios judiciales si se identifican responsables mediante las grabaciones disponibles, en un proceso que subraya la transición de la tolerancia cultural hacia la accountability legal en municipios serranos donde el turismo tradicional choca con normativas modernas. La decisión, aunque temporal, abre la puerta a revisiones futuras que podrían condicionar la reactivación a protocolos más estrictos, como el uso de maniquíes simulados o eventos virtuales, preservando el espíritu festivo sin comprometer el bienestar animal. ***Repercusiones comunitarias: entre el lamento y la reflexión éticaLa reacción en Zacapoaxtla se desplegó en oleadas contrastantes, con sectores tradicionales lamentando la interrupción como una afrenta a la identidad local —"Esto es parte de nuestra sangre, no se puede borrar de un día para otro", expresó un organizador anónimo en entrevistas improvisadas—, mientras que defensores de los derechos animales, agrupados en colectivos como Puebla Animal Save, celebraron la medida como un avance hacia la desnormalización de la crueldad, demandando extensiones a otras fiestas regionales como las vaquillas en Atlixco y abogando por campañas educativas que integren a escuelas y comités vecinales. Este pulso dialógico, amplificado por debates en plataformas digitales donde videos del incidente acumularon miles de visualizaciones, acelera un proceso de introspección colectiva que podría reconfigurar el calendario cultural de la Sierra Norte, fomentando híbridos como talleres de rescate animal o ferias ecológicas que mantienen la vitalidad social sin herir sensibilidades éticas, dejando a la comunidad en un umbral de transformación donde el pasado festivo negocia su supervivencia en un marco de empatía ampliada. ***9 de diciembre de 2025 | Redacción EPrensa