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Homicida del club clandestino de arrancones "Noisy Rides"

La velocidad asesina: Arrancones clandestinos y la muerte colateral en la Vía AtlixcáyotlPuebla, 10 de diciembre de 2025 – En el bullicio matutino de la Vía Atlixcáyotl, una de las arterias más congestionadas de la Angelópolis, lo que empezó como un juego de adrenalina para un puñado de temerarios se convirtió en tragedia fatal: una megacarambola múltiple que dejó a una joven de 25 años sin vida, arrollada como un peón olvidado en el tablero de la imprudencia urbana. El detonante, según las primeras reconstrucciones de la Fiscalía General del Estado (FGE), no fue un descuido fortuito, sino un arranque deliberado de dos automovilistas que competían en plena luz del día, desafiando las normas viales con la arrogancia de quienes se creen intocables. Uno de ellos, conductor de un Volkswagen Golf marcado con las siglas "NR" –emblema del club clandestino de arrancones "Noisy Rides"–, desencadenó la cadena de colisiones que involucró a cinco vehículos y expuso, una vez más, la cultura tóxica de las carreras ilegales que proliferan en las sombras de Puebla, alimentada por redes sociales y un vacío normativo que convierte las calles en circuitos mortales. Mientras la víctima yace en la morgue, el eco de motores rugientes resuena como un recordatorio crudo: en México, la velocidad no solo mata, sino que perpetúa un ciclo de impunidad donde la juventud se quema en asfalto ajeno.El siniestro, ocurrido alrededor de las 8:30 horas a la altura de Vía San Ángel, se desplegó con la precisión de un dominó mal armado. El Golf, pilotado por un hombre de unos 30 años cuya identidad la FGE reserva por el hermetismo inicial de la carpeta de investigación, aceleró en paralelo a una camioneta JAC, iniciando una competencia improvisada que ignoró semáforos y peatones. El impacto inicial contra la JAC –placas SP-65-734– propició una reacción en cadena: el Porsche TET-939, el Polo TVU-093, el Kia TPG-787-B y el Virtus UDZ-491-B se amontonaron en un enredo de metal retorcido y vidrios astillados. La peatón, identificada como Mary Carmen –"Mayca" para sus allegados–, egresada de la Universidad Interamericana y cajera en una sucursal de Santander en la zona, caminaba distraída hacia su turno cuando los vehículos desbocados la alcanzaron. Murió en el acto, víctima colateral de un entretenimiento que, para sus perpetradores, era solo "diversión". Paramédicos de la Cruz Roja confirmaron politraumatismos múltiples como causa de deceso, mientras el tránsito se paralizó por horas, con peritos recolectando huellas de neumáticos y fragmentos de calcomanías que delataron al culpable.En el epicentro de esta vorágine se erige "Noisy Rides", el club de arrancones que opera como un submundo paralelo en la metrópoli poblana, atrayendo a jóvenes de clase media con promesas de estatus y velocidad. Fundado hace tres años en garajes improvisados de la colonia La Paz, el grupo –cuyas siglas "NR" adornan capot y parabrisas como trofeos– se jactaba en Instagram de eventos nocturnos en bulevares periféricos, donde decenas de autos tuneados rugían al unísono, grabados en videos virales que acumulaban miles de likes. Días antes del choque, "Noisy Rides" había emitido un comunicado en su cuenta –ya clausurada– deslindándose de incidentes previos en la zona metropolitana: "Nuestras reglas son claras: seguridad primero, cero accidentes en el club hasta ahora", proclamaban, minimizando riesgos en un deporte que, por definición, los multiplica. Pero la realidad los alcanzó este miércoles: el cierre abrupto de su perfil social, con 15 mil seguidores evaporados en horas, huele a pánico colectivo, un intento torpe de borrar huellas digitales ante la inminente pesquisa cibernética de la Policía Cibernética. Fuentes cercanas a la FGE susurran que al menos tres miembros han sido citados a declarar, y que el Golf implicado figura en fotos de "meets" del club, un rastro que podría escalar a cargos por homicidio culposo y asociación delictuosa si se prueba la organización de eventos ilegales.Los arrancones no son un fenómeno nuevo en Puebla, pero su escalada post-pandemia revela un mal endémico: la ausencia de fiscalización en un estado donde el 70% de los accidentes viales –según datos de la Secretaría de Seguridad Pública– involucran exceso de velocidad, y donde los clubs como "Noisy Rides" operan con la complicidad pasiva de autoridades locales. En 2024, la FGE registró 245 denuncias por carreras clandestinas, pero solo el 12% derivó en procesamientos, diluidos en multas simbólicas o liberaciones por "falta de pruebas". Expertos en movilidad urbana, como el urbanista poblano Javier López, denuncian un cóctel letal: carreteras diseñadas para flujo comercial, no para competencias; redes sociales que glamorizar el riesgo; y una juventud desempleo –con tasas del 18% en la franja 18-30 años– que busca validación en el rugido de motores prestados. "Es la cara visible de la desigualdad: autos importados de dudosa procedencia, financiados por 'patrocinios' que ocultan lavado o extorsión", analiza López, recordando operativos fallidos en el Bulevar Atlixcáyotl, donde "Noisy Rides" ha sido señalado en al menos dos choques previos sin mayores repercusiones.La familia de Mayca, aún en shock, exige no solo justicia penal, sino reformas estructurales: mayor patrullaje en hotspots como Vía Atlixcáyotl y campañas que desmitifican los arrancones como "cultura juvenil". La hermana de la fallecida, conductora en Canal 13, rompió el silencio en una rueda de prensa improvisada: "No era una carrera, era un asesinato anunciado. ¿Cuántas Maycas más para que cierren estos clubs?". Mientras, el gobernador Alejandro Armenta, desde su búnker en Casa Aguayo, prometió "mano dura" vía la Guardia Nacional, pero el escepticismo reina en las calles. En Puebla, donde el asfalto guarda secretos de velocidades fatales, "Noisy Rides" podría ser solo el chivo expiatorio de un sistema que acelera hacia el abismo, dejando atrás a los vulnerables. La investigación avanza, pero en México, la verdadera colisión es la de una sociedad que acelera sin frenos.***