Gobernar es: escuchar a
la opinión pública
Gobernar exige legalidad, viabilidad y consenso
En días pasados, platicando con un buen amigo —mismo al que he
mencionado en otras ocasiones en este espacio— comentábamos sobre la diferencia
entre dirigir una empresa y dirigir cualquier entidad de gobierno. En esencia,
ambas comparten obligaciones similares: asegurar que las acciones sean legales
y financieramente viables. Sin embargo, existe una gran diferencia: la
constante validación de la opinión pública respecto a las decisiones del
titular.
En una empresa, esa validación se da de manera clara y periódica a
través de la asamblea, donde se aprueba o desaprueba la gestión. En cambio, en
el ámbito público, aunque formalmente existe una validación electoral cada tres
o seis años, la realidad es que el escrutinio es permanente. Cada decisión, por
mínima que sea, está sujeta a la crítica ciudadana. Así, aunque una acción sea
legal, financieramente solvente e incluso necesaria para el bienestar
colectivo, si no se socializa adecuadamente y no se construye respaldo
ciudadano, puede terminar rechazada. Y frente al rechazo social, muchos
gobernantes prefieren no avanzar.
Ejemplo 1: Texmelucan y
el Sistema Operador de Agua
En San Martín Texmelucan, en 2019 se propuso reformar el decreto
de creación del Sistema Operador de Agua Potable del municipio. Jurídicamente
era indispensable: se trata de un documento con más de treinta años sin
actualización, con nombres de personas que ya fallecieron aún integrando la
junta de gobierno. El objetivo era modernizar el marco legal y fortalecer la
operación del organismo.
Sin embargo, la socialización fue un desastre. Entre la
desinformación de algunos actores, los intereses de otros y la incapacidad
gubernamental para explicar la reforma, la opinión pública se volcó en contra.
¿El resultado? Se nombró un nuevo director y se emitió un reglamento que
atendió parcialmente las deficiencias. Pero el decreto de creación permanece
intacto, aun cuando su reforma sigue siendo urgente. Se perdió tiempo… y
oportunidad.
Ejemplo 2: La Ley contra
el Ciberacoso en Puebla
Este año, el Congreso del Estado aprobó reformas al Código Penal
para combatir el ciberacoso. El problema existe y debía atenderse. No obstante,
la iniciativa fue duramente cuestionada por la opinión pública, que interpretó
algunos de sus alcances como excesivos. A pesar de las defensas posteriores de
algunos legisladores, la presión ciudadana fue tan intensa que se convocaron
foros y se hicieron ajustes a la reforma.
De nuevo, el mensaje fue claro: la legalidad y la pertinencia no
bastan sin respaldo social.
Apunte al aire
Hace semanas advertí sobre quienes, adelantándose al calendario,
ya proclamaban colores políticos para Texmelucan. “No son tiempos”, escribí
entonces. Hoy, aquello parece cosa del pasado. No solo continúa el diputado que
en un acto público reclamaba la propiedad simbólica de la ciudad a un partido
político en frente del presidente municipal; ahora ya corren varios
contendientes. Parece que alguien dio el disparo de salida y comenzó una
carrera que, por el tiempo que falta, se parece más a un maratón.
Unos ya presumen espectaculares disfrazados de promoción de
revistas desconocidas, tan exitosas —dicen— que ameritan publicidad a gran
escala. Otros organizan eventos y se fotografían junto a senadores para
insinuar respaldos. Algunos reconstruyen estructuras partidistas hechas con los
restos de un partido político que parece está muerto. Otros coleccionan fotos
con figuras públicas como trofeos y las presumen en redes simulando apoyo. Hay
quien, en silencio, sigue trabajando para intentar, por tercera ocasión, una
hazaña que cada vez luce más cuesta arriba.
Falta mucho, pero cada día falta menos. Quizá hoy sea un maratón,
pero mañana veremos la meta más cerca. ¿Qué estrategia será la ganadora? ¿Están
todos los que estarán? ¿Aplicará el “que madruga Dios lo ayuda”, o
comprobaremos que “no por mucho madrugar amanece más temprano”?
La respuesta, lo sabemos bien: la dará la opinión pública.


