Una muerte sin nombre y sin prisa: el anciano de la "botanaaa"
El cuerpo de un hombre anciano permaneció tirado en el asfalto durante más de diez horas. Nadie lo reclamó. Nadie se apuró. El vehículo que lo atropelló no dejó huellas ni placas, solo un bulto inmóvil y un carrito volcado de chicharrines junto a un charco oscuro, seco al amanecer. Ocurrió en el Carril a San Lorenzo, a la altura del Parque Industrial Chachapa, en Amozoc, Puebla. Nadie le preguntó el nombre en vida. En la muerte, aún permanece en calidad de desconocido.
Lo arrollaron poco después de las ocho de la noche del lunes. Cayó de bruces. La herida en la cabeza dejó un rastro visible, pero no suficiente para acelerar la diligencia. El cadáver fue recogido hasta las siete de la mañana del día siguiente. Diez horas después. Diez horas en las que el municipio, la Fiscalía, la Policía Municipal y Vialidad, todos, hicieron lo que hacen con los pobres: mirar de lejos, reportar en el parte, y seguir la jornada.
El carrito en el que vendía chicharrines –esa mercancía modesta que lo mantenía en pie, como tantos otros adultos mayores empujados a trabajar hasta la muerte– fue retirado por una grúa, como si fuese un objeto sin historia. Como si no representara lo único que poseía ese hombre cuya edad ya no le permitía gritar “¡la botanaaaa!” como antes, pero sí obligaba a sobrevivir entre autos y calles industriales sin banquetas, sin ley, sin red de seguridad.
Un crimen sin culpables y un silencio institucional
El vehículo se dio a la fuga. Nadie lo vio con claridad. No hay cámaras municipales en ese tramo. La autoridad no ha informado si abrirá carpeta de investigación por homicidio culposo, ni si la Fiscalía General del Estado activó el protocolo de víctima sin identificar. La morgue seguramente sumará otro nombre al archivo de NN, los "no-nombre", los invisibles de siempre.
No hubo alcalde en el lugar. No acudió nadie del DIF municipal. Ningún representante de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla (CDH) se pronunció por el abandono institucional que representa dejar a un cadáver en vía pública durante toda la noche.
Las preguntas que nadie hará
¿Tenía hijos? ¿Tenía domicilio? ¿Había sido reportado como desaparecido? ¿Qué condiciones económicas lo obligaban a vender frituras a esa hora? ¿Quién responde por los protocolos de levantamiento tardío? ¿Cuántas muertes así se suman al año en Puebla, sin nombre y sin justicia?
Lo que queda es la postal: un hombre viejo, muerto en la calle, al lado de su carrito, mientras pasan los camiones de la industria, mientras la ciudad duerme, mientras las autoridades cuentan minutos burocráticos y esperan la hora del café.ar el impacto?