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El exalcalde de San Andrés Calpan en la mira de la ASE

 El exalcalde de San Andrés Calpan, Fernando Castellanos Hernández, ya no es solo una cara conocida de Movimiento Ciudadano, sino una pieza más en el rompecabezas de la corrupción que arrastra la política mexicana. 6%. Solo eso logró comprobar del gasto público de 2023. En un país donde la contabilidad parece un arte subterráneo, él ha llevado el "no comprobable" a un nivel casi artístico. La Auditoría Superior del Estado (ASE) lo tiene en la mira, pero claro, no hace falta ser un experto para entender lo obvio: 99.9% del dinero, ahí, desaparecido. Un agujero negro que se traga casi todo el presupuesto del municipio, mientras algunos siguen viviendo tranquilos en su burbuja de impunidad.


Esos 4 millones de pesos que no se justificaron no se evaporaron en el aire, no. El dinero se fue en "ayudas sociales" sin rostro, sin identificaciones, sin registros. Dos millones y medio, no más, que alguien se embolsó, sin que nadie sepa exactamente quiénes fueron los beneficiarios. Pero, claro, es más fácil hacer desaparecer papeles que dar la cara ante los que realmente necesitan ese dinero. Porque ¿quién va a preguntar por un recibo si el sistema está diseñado para que no se haga ruido?

Y ahí estaba la ASE, como el perro de presa de una novela policial barata, revisando las actas de Cabildo, buscando cualquier vestigio de esos lineamientos mágicos que habrían justificado semejante despilfarro. Nada. Como siempre, los papeles que no existen se convierten en los protagonistas de la historia. Ni la sombra de un procedimiento claro, nada que acredite que el dinero se usó con eficiencia o transparencia. Solo promesas vacías y un montón de ceros en las cuentas.

Y en la lista de observaciones también hay cabida para los 445 mil pesos que se fueron en "servicios profesionales" —sin contratos, sin papeles, sin nada— como si la administración municipal fuera una empresa privada que puede gastar a su antojo. Porque, claro, en este teatro político todo se puede hacer sin dar cuentas, siempre y cuando el circo siga funcionando.

Y para rematar, 140 mil pesos para medios de comunicación. Propaganda. Lo que sea con tal de que la imagen del gobierno brille aunque detrás del telón se acumule la mugre. La misma propaganda que nunca habló de esos gastos fantasmas, de esos millones sin rastro.

El daño patrimonial sigue flotando en el aire, como el humo que alguien, en la oscuridad, intenta disipar con una simple disculpa. Pero la historia no se borra con palabras.