Piedra en el parabrisas: el Periférico Ecológico, zona de caza para asaltantes
Por José Herrera
PUEBLA, Pue.— Son las 7:40 de la mañana de un sábado cualquiera. El sol apenas calienta el asfalto del Periférico Ecológico, esa arteria vial que rodea a la ciudad como un cinturón de promesas incumplidas. A la altura del puente que cruza rumbo a la 11 Sur, dos sombras emergen del camellón. No piden ayuda. No piden dinero. Lo lanzan. Una piedra. Una más. Directo al medallón de un auto en movimiento.
El conductor, aún con el susto a flor de piel, acelera. No se detiene. No se baja. No reclama. Solo comparte su testimonio en un grupo de WhatsApp, con la adrenalina aún palpitando. Es así como nos enteramos: de nuevo, intento de asalto en el Periférico. Otra modalidad conocida, otra denuncia ciudadana que se esfuma entre el ruido de los motores y el silencio institucional.
El modus operandi, reciclado
La estrategia es vieja: lanzar una piedra para forzar al automovilista a detenerse, simular un accidente o romper el vidrio y luego abordarlo con amenazas. A veces roban. A veces solo intimidan. Y otras, cuando no hay freno a tiempo, provocan tragedias. Esta vez, el conductor tuvo suerte: el proyectil solo impactó el cristal trasero. No se detuvo. No se convirtió en estadística roja.
Uno de los agresores iba vestido de blanco, según la víctima. Del otro, nada se sabe. No hubo patrullas. No hubo arrestos. Solo el rastro del miedo, el eco del cristal roto y la certeza de que el Periférico Ecológico ha dejado de ser un espacio seguro para quienes lo transitan de madrugada, de noche o, como en este caso, incluso a plena luz del día.
Vía rápida, respuesta lenta
Pese a múltiples denuncias similares en meses recientes —pedradas, retenes falsos, motociclistas encapuchados—, las autoridades siguen sin articular un operativo de seguridad permanente en uno de los tramos más transitados del estado. Ni vigilancia fija ni cámaras funcionales. Solo recomendaciones vagas y exhortos a la precaución.
El conductor no presentó denuncia formal. ¿Para qué? El sistema no le ofrece garantías, y la burocracia penaliza más al denunciante que al delincuente. Su único recurso fue advertir a otros, viralizar el susto y esperar que, al menos, alguien lo lea.
Zona de riesgo
El Periférico Ecológico no es solo una vía rápida. Es una zona gris de responsabilidad compartida entre municipios y el estado, donde todos se deslindan y nadie responde. La Guardia Nacional pasa esporádicamente. La policía estatal patrulla solo tramos. Y la delincuencia lo sabe.
Así funciona la impunidad: un golpe al medallón, una acelerada, un mensaje en WhatsApp. Y luego, la vida sigue. Hasta la próxima piedra. Hasta que alguien no lo cuente porque no vivió para hacerlo.