“Tuve edema cerebral por una preeclampsia mal atendida”: otra mujer denuncia a Tizcareño por negligencia y violencia obstétrica
Por José Herrera
30 de junio de 2025
Recetó medicamentos sin diagnóstico, ignoró síntomas críticos, y terminó por forzar una cesárea con gritos y amenazas. A más de una década del parto que casi le cuesta la vida, Silvia Salgado, dentista de profesión, rompe el silencio: acusa al Dr. Willebaldo Tizcareño de haberla conducido a un edema cerebral derivado de una preeclampsia mal diagnosticada. Su hija, nacida en medio de omisiones médicas, fue diagnosticada años después con arritmia cardiaca.
“Todo lo que viví fue violencia obstétrica disfrazada de atención médica”, afirma.
Su testimonio se suma a la ola de denuncias que han obligado a la clausura de la Clínica de Especialidades Médico Quirúrgicas, ubicada en la 15 Sur 505 de la capital poblana, y a la desaparición pública del Dr. Tizcareño, hoy señalado por presunta negligencia médica reiterada.
Medicamentos innecesarios, síntomas ignorados
Silvia fue atendida por Tizcareño durante su embarazo en 2011 y 2012. Desde las primeras consultas, recuerda haber notado irregularidades en el tratamiento:
“Me recetó óvulos sin tener infección vaginal. Hacía los ultrasonidos en su propia clínica. Soy dentista, mi hermano es médico. Ambos coincidíamos: los medicamentos no tenían lógica”.
Poco a poco, su cuerpo comenzó a dar señales de alerta: hemorragias nasales, labios morados, ronchas, fatiga extrema, estrías sangrantes. Síntomas evidentes de preeclampsia, una condición de alto riesgo que el médico minimizó.
Una cesárea violenta: amenazas, presión y miedo
El 23 de abril de 2012, el doctor determinó una cesárea de urgencia. Al día siguiente, relata Silvia, vivió uno de los momentos más traumáticos de su vida:
“Llegó gritando que mi hija se iba a morir por mi culpa. Que no estaba lista para nacer. Que los pulmones no estaban desarrollados. Me dijo: ‘Si se muere, va a ser tu culpa’”.
Durante la intervención quirúrgica, denuncia que Tizcareño la agredió físicamente, presionándole el abdomen y aplicándole anestesia sin explicación. Posteriormente, fue dejada sola, con frío, bajo los efectos de fármacos desconocidos.
“Nos daban pastillas en un conito de agua. Yo no podía mantenerme despierta. Otra paciente y yo fingimos tomarlas y las escupimos. Nadie sabía qué era”.
Un bebé golpeado y una madre al borde del colapso
Horas después del parto, a Silvia le entregaron a su hija con un hematoma en el ojo. El certificado de nacimiento, sospechosamente, no coincide con la hora real del parto. Tampoco fue firmado por Tizcareño, sino por el Dr. Alejandro Camacho, otro médico presente en la cirugía.
Al regresar a casa, su estado se agravó: vómito, presión arterial elevada, pies hinchados, confusión, pérdida de la conciencia. Su hermano, el Dr. Sergio Salgado Bonilla, al verla, intervino de urgencia. Fue entonces cuando supieron lo peor: edema cerebral.
¿Qué es el edema cerebral?
Es la inflamación del encéfalo por acumulación de líquido. Puede causar daño neurológico permanente, pérdida de la conciencia o muerte. En contextos obstétricos, la preeclampsia no tratada es una de sus principales causas.
“Mi hermano me salvó. Otro doctor confirmó que lo que tenía era un edema cerebral por preeclampsia mal atendida. Me pude haber muerto”, cuenta Silvia.
Una infancia con secuelas médicas
La hija de Silvia creció con episodios de mareos, dolor en el pecho y cansancio extremo. Años después, el diagnóstico fue contundente: arritmia cardiaca. Para Silvia, no hay duda: su hija arrastra las secuelas del parto prematuro y del descuido médico del que ambas fueron víctimas.
“Ahora que veo tantas denuncias, me doy cuenta de que no fue un caso aislado. Todas compartimos síntomas, historias. Sólo que ahora ya no tengo miedo de hablar”.
Silvia entregó a este medio copias de recetas, fotografías, documentos médicos y el certificado de nacimiento de su hija. También anexó una solicitud de estudios del IMSS, donde se reporta oficialmente la arritmia.
El Dr. Tizcareño, señalado en múltiples testimonios, no ha dado respuesta. Su clínica permanece clausurada por orden de la Secretaría de Salud, mientras que él solicitó protección legal por ciberacoso... y luego desapareció de redes sociales.
La impunidad, como el dolor, sigue viva. Pero las mujeres también.