Dos coscorrones para Pepe: Totimehuacan y la lengua olvidada
Por José Herrera
En la política poblana, donde la simulación es virtud y el olvido, estrategia, a veces la realidad se impone con la dureza de un coscorrón público. Este 11 de junio, el alcalde electo de Puebla capital, Pepe Chedraui, sintió en carne propia lo que significa recibir no uno, sino dos recordatorios de quién manda y qué se prometió.
El primero ocurrió en el marco del Smart City Expo LATAM Congress, evento de luces, pantallas y discursos multilingües donde el presidente municipal creyó que la inclusión se pronunciaba en inglés, chino y portugués. Pero olvidó, quizá deliberadamente, la lengua de los pueblos originarios: el náhuatl.
El gobernador Alejandro Armenta no dejó pasar la omisión. "No se puede hablar de inclusión si no se toma en cuenta a los pueblos originarios", dijo ante la audiencia, mientras Pepe bajaba la mirada. Fue una observación disfrazada de recomendación, aunque con filo de reclamo. “Solo te faltó decir 'hasta Moztla', compañeros”, soltó con sorna el mandatario, en un tono que dejaba claro que detrás de la cortesía institucional había molestia real.
Porque el mensaje era más profundo: no basta con abrazar la tecnología y vender la narrativa de ciudades inteligentes si al mismo tiempo se ignoran las raíces. No hay innovación válida si reproduce el clasismo de siempre. Armenta, sin titubeos, exigió una visión social para la inteligencia artificial, una que no repita la exclusión de quienes no caben en el PowerPoint corporativo.
Pero la jornada no terminó ahí.
Horas después, en el arranque de obras en la carretera San Francisco Totimehuacan–Tetela, el gobernador le propinó a Chedraui el segundo coscorrón, éste con sabor a promesa incumplida. Frente a vecinos y funcionarios, Armenta le recordó que en campaña prometieron convertir a Totimehuacan en el municipio 218 del estado. Y que las palabras, cuando se empeñan ante el pueblo, se cumplen o se pagan.
“El compromiso no es nuevo”, dijo Armenta. “Desde el 2018 lo prometimos, y luego en 2024 lo volvimos a prometer. Y lo vamos a cumplir”.
El emplazamiento fue claro: convocar al Cabildo, iniciar el proceso y dejar de darle largas a una demanda legítima. Porque Totimehuacan, como bien recordó el gobernador, ya había sido municipio antes de ser absorbido por la voracidad de la capital. Tiene más de 25 mil habitantes, historia, estructura y capacidad para autogobernarse. Lo que no tiene —al parecer— es la voluntad política del nuevo edil capitalino.
Y es que Pepe Chedraui, empresario curtido en los lobbies del poder, parece aún en campaña, repartiendo promesas como si fueran folletos. Pero gobernar no es sonreír en eventos ni grabar videos para las redes. Es asumir costos, tomar decisiones y, sobre todo, honrar la palabra dada.
Quizá por eso el gobernador decidió marcar distancia. No con estridencia, sino con el peso de los hechos. Con dos intervenciones que, sin decirlo explícitamente, dejaron claro que Chedraui no puede flotar en el cargo sin aterrizar en las realidades que lo rodean.
Un día negro, dicen los titulares. Pero en la política, los días negros no son casualidad: son avisos. Y en este caso, son recordatorios de que en Puebla la historia y la dignidad de los pueblos no se archivan. Aunque algunos quieran hacerlo en varios idiomas, menos en el propio.