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violencia cotidiana en el transporte público Por José Herrera

Chofer en coma tras ser golpeado con un termo por un pasajero impaciente; violencia cotidiana en el transporte público

Por José Herrera



30 de mayo de 2025

Guadalajara, Jalisco.—

La violencia irracional, el hartazgo social y la impunidad convergieron en una escena que ya es viral, pero que para Daniel Hernández Ibarra, chofer de la ruta T-11 en Guadalajara, significa la frontera entre la vida y la muerte.

El pasado 15 de mayo, mientras Daniel esperaba apoyo de su aseguradora tras un percance vial menor, fue golpeado brutalmente por un pasajero que portaba uniforme de una empresa de seguridad privada. El agresor, visiblemente molesto por la demora, lo atacó sin mediar palabra: lo pateó, lo golpeó en la cara y finalmente le estrelló un termo metálico en la cabeza, dejándolo inconsciente. Daniel sufrió un derrame cerebral y permanece en coma en el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde.

Todo ocurrió frente a otros pasajeros que, con indiferencia o miedo, optaron por abandonar la unidad sin prestar auxilio al conductor.

La furia anónima: un reflejo social

En un país donde los choferes de transporte público trabajan jornadas de más de 10 horas por salarios precarios, expuestos a asaltos, extorsiones y estrés continuo, el ataque a Daniel no es un caso aislado. Es el síntoma de una sociedad rota, donde la frustración cotidiana se transforma en violencia espontánea, sin que haya estructura alguna que lo contenga.

El video de la agresión circuló con rapidez en redes sociales, causando indignación, pero también resignación: “otro caso más”, se lee en muchos comentarios. En las imágenes, se observa al pasajero golpear a Daniel hasta que su cuerpo cae desplomado sobre el tablero del camión.

Impunidad de uniforme

El agresor vestía uniforme de Caherengo, empresa de seguridad privada que, tras la viralización del video, emitió un comunicado deslindándose del acto pero asegurando “colaborar con las autoridades”. Hasta el momento, el responsable sigue prófugo y no ha sido identificado públicamente por nombre ni rostro.

La Fiscalía de Jalisco informó que abrió una carpeta de investigación, pero familiares del conductor denuncian que no se han girado órdenes de aprehensión ni se ha brindado protección legal adecuada.

La desprotección institucional

“Mi hermano solo estaba haciendo su trabajo, esperando a la aseguradora, ni siquiera estaba discutiendo con el pasajero”, declaró uno de los familiares de Daniel en entrevista con medios locales. Afirmó que la empresa de transporte no ha cubierto gastos médicos ni ha proporcionado apoyo psicológico a la familia.

Casos como este revelan una doble desprotección: la de los choferes frente a la violencia social y la de los ciudadanos frente a un sistema de transporte precario, sin protocolos de seguridad, sin cámaras conectadas en tiempo real y con una fiscalización ausente por parte del Estado.

Un espejo incómodo

El golpe con el termo metálico no solo fracturó el cráneo de un hombre que ese día salió a trabajar; también evidenció la fractura mayor: la de una sociedad que ya no distingue entre conflicto y crueldad, entre reclamo y salvajismo.

Mientras Daniel lucha por su vida en una cama de hospital, el agresor sigue libre y anónimo. Nadie lo detuvo. Nadie ayudó. Nadie se hace responsable.

Una escena de violencia común, pero por ello mismo, inaceptable.