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Catean inmuebles del alcalde de Cuautempan: otro prófugo, otra farsa

Catean inmuebles del alcalde de Cuautempan: otro prófugo, otra farsa

Por José Herrera


El alcalde de Cuautempan, Gerardo Cortés Caballero, se escurre por las sombras como un maldito gato. Esos tipos que se sienten intocables, que creen que la política es su coartada perfecta. Pero los muertos, las extorsiones y las armas siempre encuentran la manera de salir a la luz. Hoy, las propiedades de Cortés fueron cateadas. La Fiscalía General del Estado (FGE) metió la mano en los bienes de un hombre que, a estas alturas, ya no sabe si huir o esconderse bajo tierra.

Este tipo fue elegido por el PT y Morena. No se sabe si por su cara de buena gente o por lo que sabe hacer cuando las cámaras se apagan. La cuestión es que el hombre está prófugo. El muy cabrón se escapó mientras su gente —la misma que comparte apellidos y contratos con él— sigue cobrando como si nada pasara.

Los agentes de la FGE irrumpieron esta mañana en los inmuebles del alcalde y, claro, no lo encontraron. Eso no sorprende a nadie. En los pasillos del poder todos se desaparecen cuando las cosas se ponen feas. Pero lo que sí se supo es que están buscando algo más que propiedades: están buscando el rastro de la corrupción que va de familia en familia. El padre de Gerardo, también llamado Gerardo Cortés, fue presidente municipal de Cuautempan por dos periodos, 2008-2011 y 2018-2021. En cada uno de esos mandatos dejó un rastro de lo que la gente llama “favores” y "negocios familiares".

Y es que los Cortés no están solos. Entre las casas que catearon, entre los terrenos que sacudieron como quien agita un árbol para que caigan los frutos podridos, hallaron más que papelitos, más que registros. Hallaron nombres, conexiones, esos que siguen cobrando en la nómina del Ayuntamiento de Cuautempan. Esas conexiones que no se cortan, que nunca desaparecen, porque en este país la corrupción es una herencia y los herederos siempre son los mismos.

El operativo fue como siempre: una película de acción. La Guardia Nacional, el Ejército, la Marina, la Policía Estatal, y hasta la FGE se dieron cita para catear todo. El cerco fue total, pero Cortés seguía sin aparecer. Como si la fuga fuera parte del show. No se sabe si hubo detenidos, ni cuántos bienes de la familia Cortés caben en las cajas fuertes de sus mansiones. Lo único seguro es que, en algún lado, el alcalde sigue riendo desde su escondite, pensando que el sistema lo protegerá un rato más.

Lo que no sabe, o tal vez sí, es que el pueblo está harto. No hace falta mucho para que explote. En Cuautempan y en todo Puebla, las historias de corrupción no son leyendas. Son el pan de cada día.