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Abandona Armin Brandel el restaurante Fenotti sin pagar renta ni servicios

Abandona Armin Brandel el restaurante Fenotti sin pagar renta ni servicios

José Herrera
7 de mayo de 2025

SAN ANDRÉS CHOLULA, PUE.— La madrugada del miércoles 7 de mayo, el local que albergaba el restaurante Fenotti en Riona High Plaza apareció completamente vacío. Sin previo aviso, su propietario, el empresario austriaco Armin Brandel, retiró todo el mobiliario y abandonó el sitio, dejando tras de sí una serie de adeudos por renta, agua, luz, gas y mantenimiento.

De acuerdo con testimonios de trabajadores y vecinos del centro comercial, Brandel actuó en plena madrugada para evitar confrontaciones, pese a que el negocio ya había sido clausurado por Protección Civil del municipio por diversas irregularidades operativas.

La salida abrupta no sólo dejó deudas. Durante su permanencia en la plaza, a Brandel se le atribuyen múltiples conflictos con otros locatarios, además de señalamientos por incumplimientos de contrato, posibles actos de despojo y presuntas agresiones.

Actualmente, la Fiscalía General del Estado (FGE) de Puebla mantiene abierta una investigación contra el empresario por su posible implicación en los delitos antes mencionados. No se descarta que el abandono del restaurante forme parte de una estrategia para evadir responsabilidades legales y económicas.


VERSIÓN ESTILO CHARLES BUKOWSKI

Fenotti: se largó el chef sin pagar un carajo
Por Aline, con más cruda que tinta
7 de mayo de 2025

A las tres de la mañana, cuando todo buen borracho duerme y los perros ladran a los demonios que no vemos, Armin Brandel —austriaco, chef de sonrisa falsa— se peló con todo lo que había en Fenotti. Mesas, sillas, cubiertos, hornos, hasta el maldito letrero. Todo. Lo dejó vacío, como si ahí nunca se hubiera cocinado ni una sopa aguada.

Fenotti, ese restaurante pretencioso en Riona High Plaza, cerró sus puertas sin siquiera decir adiós. Pero no fue cierre: fue huida. Porque Brandel debía renta, debía agua, debía luz, debía gas, debía hasta la cortesía. Y en vez de pagar, se largó con estilo, como buen estafador de guante de chef.

Los sellos de clausura de Protección Civil apenas y colgaban de la entrada cuando ya el lugar estaba en los huesos. Testigos dicen que se fue en la madrugada, como los cobardes, como los que saben que la ley les pisa los talones.

La Fiscalía lo investiga. Por fraude, por despojo, por ser, quizá, lo que siempre fue: un farsante que sirvió platillos caros mientras cocinaba problemas bajo la mesa.

Pero así es esto: la ciudad está llena de Armins, de Fenottis, de cocinas vacías y promesas rotas. Bon appétit.