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Gracias a usted y los mexicanos, Presidente


 Con atención a Tania Damián

F. Humberto Sotelo M.

Imposible, en pocas líneas, comentar el VI Informe de AMLO. Esto exigiría un espacio inmensamente mayor, y, sobre todo, desplegar varias líneas de investigación, para no limitarnos a la simple opinión (como recomendaba Carlos Monsiváis).

Aquí nos limitaremos sólo a emitir una modesta opinión sobre lo que (pensamos) es el principal aporte de López Obrador a la vida de nuestro país : a reserva del juicio o el dictamen que emita la historia, creemos que su gran mérito es el de habernos devuelto a los mexicanos la esperanza, la esperanza de construir una nación más justa, la esperanza de confiar en las energías y potencialidades de nuestro pueblo para transformar la realidad, la esperanza de confiar en nuestras fuerzas para derrotar a quienes se sentían (y sienten) amos y señores de México, la esperanza de vislumbrar un porvenir promisorio para las generaciones por venir, y la esperanza de que la patria deje de ser un concepto vacío para convertirse en una verdad incontrovertible.

Como podrá advertir el lector, hablo de esperanza, no de persuasión; de fe, más que de certeza, de que gracias a AMLO México se ha transformado en un sentido favorable a las clases subalternas.

Por ello creo que, ante las palabras finales del VI Informe, “Gracias, Gracias”, podríamos decir : “Gracias a usted, presidente, y a la mayoría de los mexicanos”.

El ex ministro de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, definió muy bien la principal contribución de Amlo : “De alguna manera, más allá de las simpatías o convicciones que cada persona pueda tener, creo que es innegable que el triunfo del presidente Andrés Manuel López obrador implicó un cambio profundo en la política de nuestro país; una modificación en la manera como se llevaban las relaciones entre los medios de comunicación, los empresarios y los partidos políticos, con el partido mayoritario y un sentimiento de una parte muy importante del pueblo de México de que por primera vez se le voltea a ver y se le escucha”

En nuestro libro ¿Qué hacer? Los Desafíos de la 4t (Editorial Códice Xalapa, 2020), señalábamos que Amlo tenía el mérito indiscutible ––que jamás pasó por la mente de los núcleos

más lúcidos de la izquierda y en general de los sectores más avanzados de las fuerzas democráticas–– de haberse percatado de que el concepto “pueblo mexicano” era algo más que una simple entelequia : era ––y es–– una fuerza descomunal que desborda, no sólo a los partidos y organizaciones sociales, sino a todo aquello que solemos identificar con lo político y lo social. Es incontrovertible que López Obrador tuvo la atingencia de que en nuestro país latía un gran vendaval de energías que ninguna de las organizaciones políticas fue capaz de encauzar o despertar.

Desde luego no podemos perder de vista, o menospreciar, las luchas entabladas por la izquierda a lo largo de su historia. Tenemos presentes, por ejemplo, las experiencias del Movimiento de Liberación Nacional a fines de los sesenta (encabezado por figuras como el ex presidente Lázaro Cárdenas), y del Frente Democrático Nacional, a fines de los ochenta (encabezado por figuras como Heberto Castillo y Cuauhtémoc Cárdenas). Habría que tener presente, asimismo, las enormes contribuciones del Partido Comunista Mexicano (PCM). Tal como escribe el destacado historiador Barry Carr : “A pesar de sus debilidades y errores numerosos y sustanciales, ningún estudioso de la historia moderna de México puede ignorar el papel de la organización comunista en los movimientos obrero y campesino y entre importantes sectores de la intelectualidad (Vid. Barry Carr, Temas del Comunismo Mexicano, en Nexos, 1 de junio de 1982).

¿Hasta qué punto estas experiencias dejaron sembrada la semilla de mostaza que más tarde se convertiría en un frondoso árbol? Tengo presentes, al respecto, las palabras de Rosa Luxemburg, cuando dijo en cierta ocasión que las victorias no podían analizarse sino a la luz de las derrotas de los movimientos populares.

AMLO, por lo menos a nivel del discurso político, no es un hombre de izquierda: hasta donde llega nuestra información nunca se ha presentado como tal. Del mismo modo, nunca ha dicho que enarbole el proyecto socialista (y, menos, comunista). Empero, es imposible negar que, gracias a él y al movimiento que encabeza, México ha logrado sacudirse –no del todo, desde luego—del yugo a que nos tenían sometidos los (sátrapas) del modelo neoliberal. En ese sentido, se convierte en una verdadera trivialidad el preguntarse si es o no de izquierda : en los hechos, en la medida que ha logrado promover beneficios inmensos para las clases sociales desprotegidas (o subalternas, como decía Gramsci), es un hombre identificado con tal expresión ideológico política.

Tiene razón Jorge Zepeda Patterson (El País, 22 de noviembre de 2023) cuando escribe que “definir la verdadera filiación política de Andrés Manuel López Obrador es tan complicado como definir a la izquierda. Coinciden sí, en la aspiración fundamental por una sociedad que deje atrás la injusticia social y la pobreza y en su crítica a los privilegios y excesos del capitalismo. Sin embargo, el pensamiento político y social de López Obrador no es el mismo que el de las corrientes de las izquierdas urbanas, sean las de la militancia histórica o las de inspiración socialdemócrata”.

Sin embargo, lo cierto es que a la mayoría de nuestros conciudadanos les importa un comino que AMLO sea o no de izquierda : lo que sí saben es que los ha beneficiado a través de programas como el apoyo a las personas de la tercera edad, el aumento al salario mínimo, las becas a estudiantes de escasos recursos, etc.

En uno de sus libros, el líder socialista venezolano Teodoro Petkoff (1930-2018) escribía : “Los socialistas actuamos como portavoces y representantes de un sueño muy bello, de una milenaria aspiración de libertad, justicia y dignidad. Encarnamos la idea más noble que pueda imaginarse; esa de transformar el mundo que habitamos, suprimiendo la explotación capitalista para crear una sociedad de ciudadanos iguales, una sociedad sin explotados ni explotadores”. Y agregaba : ¿Cómo es, entonces, que tal conjunto de ideas –y la práctica que a él está asociada—no se hace evidente por sí mismo, no se impone por el propio peso de su generosidad y su racionalidad? ¿Por qué los movimientos políticos de filiación socialista, la mayoría de los cuales se dicen marxistas –o más bien marxistas-leninistas--, permanecen arrinconados en un estrecho ghetto, desconectados del pueblo en nombre del cual hablan y actúan, sin comunicación verdadera con aquellos que la jerga izquierdista designa como <<las fuerzas motrices de la revolución>>?” (Vid. Proceso a la izquierda, Editorial Mosaico, México, 1978, págs..11, 12).

Evoco esas palabras porque nos dan la clave del mérito de López Obrador : éste, reitero, no se presenta como hombre de izquierda, pero logró lo que esta expresión política no alcanzó ni en sus mejores sueños.

Lo único que le cuestiono a López Obrador es el de haber permitido que cientos de personajes emanados del PRIAN, y diversos individuos provenientes de la derecha, se hayan enquistado en las filas de Morena, ora como funcionarios, ora como senadores, ora como diputados, ora como presidentes municipales. Según la nomenklatura morenista (Mario Delgado, etc.) esto fue necesario para derrotar (y/o dividir) a la derecha, sobre todo en el proceso electoral de junio de 2024, en aras de asegurar las principales reformas de la 4T, entre ellas la reforma del Poder Judicial.

El éxito obtenido en los comicios tal vez le da la razón a AMLO y a la nomenklatura, empero, pienso, a un precio muy alto : hoy Morena está francamente irreconocible, debido al predominio en sus núcleos directivos de personajes realmente nefastos, muy distantes de los principios y el programa de la 4T.

Espero que a AMLO –guardando las distancias—no le suceda lo mismo que a Lenin, quien en su testamente político le pidió perdón a los obreros y campesinos de Rusia por haber permitido que su gobierno estuviera saturado de personajes proveniente de la monarquía zarista. Empero, el dictamen final sobre esta cuestión le pertenece a la historia, no a nosotros.


04-09-2024 Gracias a usted y los mexicanos, Presidente.