Cabeza logo

header ads

De cantos, textos y balidos

SKRIB*

IR:>12

 

 

 

 

 

De cantos, textos y balidos

 

 

 

Rodolfo  Herrera  López,  UPAEP Universidad

 

 

 

Andamiajes, 5.2 / SKRIB 2.1


ANDAMIAJES

 

BOLETÍN DE LA RLCPE


 

 

 

Resumen

 

Desde experiencias personales en la enseñanza propongo cómo la escritura académica puede convertirse en un signo  bergsoniano al  concebir a  las normas, géneros y demás estructuras, pautas o modelos como algo inmóvil y absoluto que se antepone al contexto, el propósito, la identidad y a las estrategias para conocer y compartir una realidad específica. Para explicarlo, me centro en  la  manera  en  la que  el ensayo  se  convierte en un nombre  (una forma del  signo bergsoniano) y en la influencia que ello tiene en el aprendizaje de los estudiantes. Me baso en la propuesta  de  Henri  Bergson  sobre  la ya mencionada  noción  de signo,  pero también  en  su concepto de sistema y en su explicación de la naturaleza de la vida, según las expone este filósofo en Historia de la idea del tiempo, El pensamiento y lo moviente y La evolución creadora. Concluyo que  la  escritura  como  signo  y  sistema  obstaculiza  la  asimilación  de  otros  procesos  para acercarnos a la comprensión de lo heterogéneo de la realidad y se crea una escritura sin vitalidad y ajena al contexto al que pertenece. Esto tiene un impacto en procesos críticos y creativos.

 

 

Palabras clave: escritura,  creatividad, signo y sistema,  Henri  Bergson, conocimiento de la  realidad


De cantos,  textos y balidos

 

Hace apenas  unos años me resolvieron un problema:  "mueve  y abre mucho  la boca, y sonríe cuando digas las letras e,  i", Antes de este consejo,  sólo podía cantar un poco de lo que suele llamarse música clásica y envidiaba a mi esposa que hasta puede balar.

Pensaba que mi voz sólo servía  para  un tipo de música1  e incluso llegué a creer que no tenía "talento" para el canto. Perdí la motivación para seguirlo haciendo, hasta que descubrí que el problema no era mi voz ni yo, sino la técnica, y se debía a una ilusión humana que es constante: la  de  "forma  correcta".  También   necesitaba  cantar  en  diferentes  situaciones  para  poder desarrollar mi técnica.

Es   posible  que  no  haya  entendido  la  explicación  que  me  dieron  cuando  empecé  a

 

aprender cantar. Pero estoy seguro de que en algún momento estuvieron las palabras "forma correcta" y que esa forma era lida e  inalterable en todos  los casosuna  entidad eterna y absoluta, una teoría del todo para el canto. A ver, exagero, pues probablemente malinterpreté, pero esta experiencia  me da  un ejemplo más para insistir en lo siguiente: la forma no  es fija, depende del contexto; obstinarse en ella obstaculiza  los procesos creativos y una comprensión que nos  relacione  de  manera  más amplia  con  la  realidad,  e incluso puede  lesionar nuestro desempeño y la confianza en nosotros mismos.

A pesar de las consecuencias,  parece que privilegiamos la inmovilidad e inmutabilidad, hasta  el  punto  de  que  concebimos  lo  que  es un  flujo  móvil  continuo  e infragmentable  (la memoria,  nuestra  historia  de vida, nuestro  acto  de percepción,  etc.)  como estados,  imágenes fijas y aisladas (Bergson, 2007, 2013). En el caso de la escritura, esto me ha sido evidente en mi contexto  durante  los  poco  más de  quince  años  que  he acompañado  a  las  personas en esta

práctica. 2  En primer lugar, parece haber una creencia general de que la escritura logra dominarse

 

plenamente en algún  momento  de la vida, pues se trata  de un asunto de normas que hay que

 

 

 

 

1 En realidad, no cantaba todo lo que reconocemos con ese nombre, sino principalmente piezas de Juan del Encina, Tomás Luis de Victoria y Franz Schubert.  No lo digo por alarde,  pues ni  las cantaba  bien, sino  porque son un muy buen ejemplo  de lo que quiero plantear:  solemos  reducir una realidad  heterogénea  a  un   nombre en el que recogemos lo  diverso  como si fuera  una sola  cosa, sin tener en cuenta  las  diferencias  entre  sus cualidades.  Esto también ocurre en la escritura.

2 En escritura tanto acamica como creativa, aunque les comparto que me cuesta asimilar que la escritura no sea en algún momento una práctica creativa.


aprender (las  personas suelen  referirse a  esas normas a  través de dos  asuntos específicos: "ortografía" y "gramática"). En segundo lugar, en la enseñanza de la escritura suele haber unas tendencias algo dañinas: se enseña   al margen de su contexto, propósito o audiencia, y en lugar de ello se  reduce a  cuestiones de orden inferior. En tercer lugar, y relacionado  con  los dos asuntos anteriores, se considera que, si alguien escribe con cierta soltura un tipo de texto en un contexto específico, podrá hacerlo en otras circunstancias.4  Por último, y a partir de lo anterior, se considera que cada uno de esos productos tiene una estructura y características inalterables. Esto último es lo que hace que  reduzcamos  la realidad  a  nombres,  un  caso de lo que  Henri Bergson llamó signo (más adelante les compartiré a qué se refiere esto).

En los contextos universitarios -y a veces también de preparatoria-5 que he tenido la oportunidad de conocer, el  ensayo ha sido la textualidad con  la que más se  ha  trabajado  la escritura. Valeria Benítez (2024), en un número anterior de Andamiajes, nos habló del carácter y valor pedagógico del ensayo, ya que ayuda a que los estudiantes "activen el pensamiento crítico, aprendan  a  argumentar y  desarrollen  las  habilidades  lingüísticas que  idealmente  se  deben consolidar durante la formación universitaria" (p. 13). Sin embargo, la presencia de la tecnología en  nuestra comunicación  ha hecho que el ensayo pierda  su  efectividad, según nos comenta Benítez. En  mi experiencia, el problema  no  es el  ensayo  como género (ni siquiera la idea de género),  sino  la  inmovilidad  con  la  que se  trabaja,  sin  admitir variaciones,  hibridaciones y exploraciones, para responder  a un  contexto que -por naturaleza- es  móvil, a una  realidad creadora, a una  facultad humana que es creativa y a la identidad de quién escribe.  El ensayo se ha vuelto un signo bergsoniano, un nombre, y esto no sólo afecta a lo que se escribe, sino también a lo que se aprende y cómo se aprende.

Doy varias  y diferentes  clases de escritura,  por  lo  que  los  procesos y los  textos  que

 

realizamos son distintos, incluso tienen  nombres diferentes, porque  así como  la variedad de cabras y balidos  es la variedad de identidades y contextos. Sin embargo, es común que  mis estudiantes  llamen  a  su  texto, ensayo.  Llamar  así a cualquier  texto que  estemos  trabajando

 

 

 

3 Estructura de oraciones,  gramática, ortografía, puntuación, etc.

4 Esto lo plantea clara y eficazmente Navarro (2009, p. 41).

5 Se refiere al bachillerato o la educación media superior (N. de Ed.)


podría ser un desliz, un acto fallido de la consciencia que podría importar poco, porque, como he dicho en otras ocasiones, el signo no es el ser (Herrera, 2021). El  problema aparece cuando los alumnos no sólo usan el nombre, sino que lo que hacen y cómo lo hacen corresponde a  la  idea quhan  construidcon  ese  nombre.  Esto  les supone  un  obstáculo  para  escribir de forma diferente y para aplicar otras estrategias que les ayuden a analizar y comprender algún aspecto de la  realidad desde sus particularidades y aplicar procedimientos según ellas y las intenciones que se tienen.6

En las clases, practicamos estrategias específicas según el texto que van a escribir, tanto

 

como el tiempo nos lo permita.7 Por ejemplo,  en el curso de escritura académica trabajamos  la comparación  y  el  contraste  para  evaluar  datos y fuentes,  y  la  síntesis.  En  argumentación, buscamos  dialogacon  perspectivas  contrarias,  reconocerlas  y  construir  nuestras  propias posturas desde el  diálogo,  no desde el prejuicio. También tratamos de desarrollar la  habilidad para reconocer los sesgos tan comunes que nos desvían del tema de una discusión, atacar desde asuntos personales en lugar de lo que se afirma y reducir un problema dos opciones con la asunción de que, si alguien observa una, entonces está automáticamente a favor o en contra de la otra.8  Es decir, más que pensar en una forma específica para el texto, pensamos en estrategias según  los  propósitos,  las  audiencias  y  los  contextos.  Además,  últimamente  he  tratado  de

preservar la  identidad  de mis alumnos.  Este gesto  es afín  a  la  propuesta  de junto con de Lillis

 

(2021), donde la presencia y combinación  de diferentes planos de la escritura "debería juzgarse en términos del trabajo intelectual específico que se realiza, en lugar de evaluar si se ajusta en términos de adecuación a  las normas existentes" (estas normas se han vuelto formas fijas), pues "reconocer  la importancia de la relación entre el lenguaje y la identidad en la escritura académica no implica una visión rígida del (uso del) lenguaje ni de la identidad" (p. 58).

 

 

 

 

6 Un caso reciente fue el de una alumna que no sabía cómo recopilar y categorizar su información  para analizarla. Cuando revisamos juntos lo que tenía, nos dimos cuenta de que estaba partiendo de la intención de demostrar una opinión, y eso, además de cambiar el proceso, le estaba impidiendo entender su información y saber qué hacer con ella. Ella misma dijo: "Yo sabía lo que debía hacer en el procedimiento, ya nos lo había enseñado usted y hasta hicimos ejercicios,  pero me cuesta  mucho trabajo dejar de hacer lo que antes hacía. Sigo pensando en un ensayo y opiniones".

7 Otro problema en el acompañamiento a la escritura: no tener suficiente tiempo.

8 Falacias ignoratío elenchí, ad homínem  y de falsa dicotomía.


Relacionado con lo anterior, tuve una experiencia sobre la que creo que los profesores necesitamos platicar. Tuve un estudiante con una manera muy particular de hablar. Al analizarla, noté que estaba relacionada  con el orden de elementos de la oración,  el uso  abundante de la subordinación y el alargamiento de la frase por incorporar palabras que  pretendían  indicar prudencia y respeto, pero que, muchas veces, tenían  un significado que no correspondía con lo que decía. Esto mismo hacía al escribir, así que cuando leía sus textos podía escuchar su voz en mí. Por este motivo, trabajamos la precisión conceptual y la reorganización de oraciones, acompañada por decisiones en uso de puntuación. El resultado no fue sólo que dejé de escuchar su voz al leer sus textos, sino que estos parecían escritos por cualquiera, incluso por una máquina. Estandaricé  su  expresión  cuando  no había grandes  dificultades  para  captar  su  mensaje,  sólo ciertas ambigüedades.

En lo que se refiere al trabajo intelectual mencionado  por Lillis, he notado que el análisis suele llevarles tiempo,  por lo que he ido modificando materiales, actividades y explicaciones para ayudarles a asimilarlo.  En el caso de la argumentación, tardan en construir su posición después de profundizar en otras ideas; parece que ansían embestir con sus juicios. Asimismo, me he dado cuenta  de que es común  que asocien  la  palabra ensayo con una opinión,  pero fundada  en los sesgos que mencioné antes; creo que conviene hacer estadística sobre esta idea del ensayo.

Para  combatir  esta  rigidez,  suelo  analizar  ejemplos  distintos  que  se  acerquen  a   los procesos que vamos a  realizar. No digo tipo de texto, porque los ejemplos  los ayudan a  darse cuenta de que la forma del texto puede variar y de que lo importante es el proceso:analizar datos, dialogar con formas de ver el mundo para  proponer una postura, etc.  Han  de saber que ahora  uso muchos más ejemplos, porque cuando usaba sólo uno o dos, algunos alumnos solían

calcar no sólo la estructura, sino también la manera de analizar su información (aunque fuera de

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

9 Creo que, ante esta idea del proceso, es bueno compartirles que algo a lo que suele dársele atención es a la cantidad de páginas o cumplir con alguna estructura o formato.  He notado que esto viene muchas veces de profesores que se enfocan en eso al asignar una calificación, incluso no suelen leer los textos completos, sino que sólo verifican que se cumpla con esas características, y no en lo que implica el concepto de escritura.


diferente naturaleza) y construían sus párrafos incluso con las mismas frases.'? Ahora, con más ejemplos, eso casi no sucede.

Con estas experiencias en la enseñanza -no sólo de la escritura, sino en general (e incluso en asuntos relacionados con la práctica artística)-, he notado que  hay retos en el aprendizaje debido  a la construcción de estructuras que generan como un estatismo en el conocimiento. ¿Por qué pasa? No puedo  dejar de pensar que quizá se deba a la forma en que conocemos la realidad.

Hace casi cien años, Henri  Bergson  (2013)  publicó su último trabajo,  El pensamiento y lo moviente.  En  él,  Bergson  buscó  dejar clarcuál  es el  métodque  necesita  la filosofía  para realmente conocer y producir un conocimiento distinto de  la  ciencia,  con  el que  Bergson  no estuvo de acuerdo. Considero que su desconfianza  se debió  a una observación  que hizo: "quién sabe si el mundo  es efectivamente uno" (p. 15). Al considerar sus propuestas anteriores, Bergson apuesta más por una  realidad heteronea; por eso, propone que el método de  la ciencia  es ineficaz,  porque es opuesto a  esa naturaleza,  pues la ciencia trabaja  a través de sistemas y ellos "no son tallados a  la  medida de la  realidad en la que vivimos.  Son demasiado amplios para ella" (p.  15). El sistema  es la  reducción de la  pluralidad y la  individualidad, en pocas palabras,  lo vivo, a  una abstracción ajena a lo que pretende recoger.

Es cierto que los sistemas ayudan a organizar una realidad plural y móvil -y, por lo tanto, cambiante-.  Esto facilita el conocimiento, pero sólo al inicio,  pues el sistema  no puede  sustituir a  la  realidad y hacer  que  esta  se comporte o actúe  según  dicho sistema.  Por  el contrario,  el sistema debe adherirse a  lo que pretende representar,  como dijo también Bergson (2013).

Por eso, a  cada aspecto de  la  realidad, a cada variación de  la vida  le corresponde un sistema que debe seguir la naturaleza de lo representado.  De no ser así, se corre el riesgo de que esa  representación  se  convierta   en  lo  que  Bergson   llamó  signo:11   una  reducción  inmóvil,

fragmentada y artificial que generaliza y no se corresponde con lo que representa.F El concepto

 

de nombre que tantas veces mencioné en párrafos anteriores es un tipo  de signo.

 

 

 

 

10 Esto sí es de ayuda en los primeros pasos del aprendizaje, cuando las estrategias,  procesos y registros son muy nuevos para  ellos, pero  es lo  un andamio  para  lograr que en su texto  esté  lo  que suele  llamarse su voz, pero quisiera extenderlo a: su mundo, su contexto, sus particularidades.

11 No se refiere al signo linístico.

12 Véase "Segunda lección" (pp. 43-63) en Bergson (2017).


Con los signos se construyen los sistemas: estructuras más complejas que, en lugar de adherirse  a    la  realidad   que  buscamos  conocer,  se  imponen  como  absolutos  pétreos  e inalterables, muy diferentes de la naturaleza de la vida. Por eso, Bergson (2013) se preguntó de manera  retórica: ¿cómo manipulando  signos fabricamos realidad? (p. 205).  La respuesta es que la realidad fabricada por los signos es ajena a  la  naturaleza de la vida,  no aporta ni quita  nada  a ella, ya que la realidad  no está obligada  a  ser como dicta el signo, que es una  construcción artificial.

Bergson (2007) usó una imagen (en el sentido retórico) para ayudarnos a  mirar cómo es esa  naturaleza de la vida y la  llamó  impulso (élan vital).  La  explicó de la siguiente manera: "Tratamos aquí con un obús que inmediatamente ha estallado en fragmentos, los cuales, siendo ellos mismos especies de obús,  han estallado a su  turno en fragmentos destinados a  estallar también, y así sucesivamente durante largo tiempo" (p. 95).

Con  este ejemplo,  Bergson  hace  visible su  concepto  de  evolución  creadora.  Con  él, propone que la vida no sigue una trayectoria lineal y única, sino que es una creación encadenada, imparable y que se dispersa.  Este concepto sirve para  establecer una relación entre realidad  y vida, que puede entenderse de dos maneras. Primero, la realidad es algo vivo, pues se mueve y transforma; pero también, la vida misma es lo real, y la vida es creadora, sin límites. Por eso hay, por ejemplo, al menos 60 razas de cabras, no porque cada variación tenga una función específica, sino porque la vida realiza todas sus posibilidades según contextos, que a su vez son variaciones que también resultan de la naturaleza de la vida (aunque las variaciones ocurren dentro de los límites que impone la materia; p. 96).

Es porque existe la imprevisibilidad, la abundancia y lo que me gustaría llamar el capricho creador de la vida  por lo que  hacemos signos y sistemas.  Me  parece que  es  una  necesidad fundada en la angustia ante lo que nos parece caos. Esa abertura, ese bostezo que es el caos" y del  que  todo  brotó  (o  brota)  en  diferentes e impredecibles  direcciones  parece  llevarnos  a necesitar algo definido:  una línea trazada  que nos seguridad,  sentido y cierta  certeza  para lograr  conocimiento.  Tal conocimiento  y sentido  suelen  lograrse  con  el  orden  (por  algo  los

 

 

 

13  Por  si  desean tener un  tema  de sobremesa,  al  parecer  nuestra  palabra  caos tiene  su raíz en una palabra indoeuropea que significa bostezar.


griegos, muy sabios en este caso, dijeron  que al caos le siguió el cosmos).1Pero para que haya orden, necesitamos inmovilizar, necesitamos tener control sobre cuánto y cómo brota de esa apertura, como sucede con  el sonido al cantar -por eso, cuando me enseñaron a  hacerlo, me dijeron que "la forma correcta" implicaba control sobre la apertura de la boca-.

Se entiende la necesidad de sentido y orden, pero el riesgo está en someter y reducir la realidad nuestros signos y sistemas con los que organizamos la pluralidad y el movimiento; es como querer retener a un  rebaño de cabras que se nos acercan corriendo y, además, callar sus balidos. Para hacerlo, tenemos que aislar y limitar el movimiento; eso convierte a  lo vivo en algo artificial, hace que ignoremos su naturaleza y nos desinteresemos de sus particularidades. El sistema ayuda, pero conviene que se adapte a las propias características de la realidad o se corre el riesgo de acabar con su vitalidad, de deprimirla como a una  cabra encerrada.

Al nombrar a todo escrito como ensayo,  estamos ante el nombre como signo y sistema.

 

Lo anterior significa  que los contextos, las necesidades, la audiencia, los prositos y, aún más, las experiencias y voz de quien escribe están subordinados a una estructura y sus convenciones para estandarizar. Pero la normalización corre el riesgo de producir (en lugar de crear) textos sin personalidad, inmóviles y, por lo tanto, sin vida.

Además, esto tiene impacto en el aprendizaje de los estudiantes, en su generación de conocimiento. Algo que la  sistematización y el signo han mostrado es que es muy difícil  hacer que una persona cambie un esquema: la novedad y cambio no suelen ser aceptados o, simplemente, cuesta asimilarlos y adaptarse a  ellosPor eso,  los alumnos les lleva tiempo entender y usar nuevos procesos y estrategias, e incluso crear sus propios modelos según lo que buscan decir. En otras palabras: hay un impacto en las capacidades críticas y creativas.

Como  mencioné  al  hablar  de  la  imagen  del  impulso  de  Bergson,  hay una tendencia

 

creativa  en la  vida,  y es la  creatividad  lo  que desaparece  de la  escritura  al  volverse  signo.15

 

Aprovecho  para decir que esto no sólo lo he notado en la escritura académica, sino también en

 

 

 

14 Porque en La llíada las palabras que se refieren a la acción de ordenar derivan de cosmos.

15 Esto también sirve para reflexionar sobre el uso de los modelos de lenguaje de la inteligencia artificial generativa. La  escritura que construyen se basa en sistema que carece de las cualidades individuales de un contexto y un hablante vivos; y carece de intención por esos mismos motivos, pero dirigidos a la audiencia. La IA parte de un signo, un modelo de audiencia,  pero no está  presente, viviendo y padeciendo una  realidad móvil y heterogénea.  Por eso su resultado es una escritura como signo, en términos bergsonianos. Quiero hablarles de esto en otra ocasión.


la  llamada  creativa,  por  ejemplo,  en la  poesía.  Hay  una imagen  fija  de ella que  implica  ciertas formas, tono,  estructuras y hasta  léxico -palabras que se consideran poéticas y otras, que no-

 Se  identifica  a  lo poético  con elementos  que  le son circunstanciales,  que son sólo  estrategias para  la poiesis.  Pero hablaré de ello después; por ahora  iré a que mi esposa me enseñe a balar.


 

 

 

 

 

Referencias

 

 

Benítez, Valeria. (2024). "Derrocar el ensayo académico o la paradoja del chat GPT". Andamiajes.

 

Boletín de la Red Latinoamericana de Centros y Programas de Escritura, 5(1), 13-15. Bergson, Henri. (2007). La evolución creadora. Cactus.

Bergson, Henri. (2013). El pensamiento y lo moviente. Cactus. Bergson, Henri. (2017). Historia de la idea del tiempo. Paidós.

Herrera, Rodolfo. (2021, 11 de marzo). "El signo en su fluir". La Santa Crítica.

 

https://lasantacritica.com/barahunda/inger-christensen-el-signo-en-su-fluir/

 

Lillis, Theresa. (2021). "El enfoque de literacidades acamicas: sostener un espacio crítico para explorar la participación en la academia". Enunciación 26, 55-67,

https ://doi .org/10.14483/22486798.16987

 

Navarro, Federico. (2009). "Más allá de la alfabetización académica: las funciones de la escritura en educación superior". Leer, Escribir y Descubrir,  1(9), noviembre de 2009, 38-56.