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FĂștbol y violencia en Tehuiloyocan

FĂștbol y violencia en Tehuiloyocan: el lado oscuro de las ligas populares

Por José Herrera
6 de junio de 2025

Lo que debía ser una jornada deportiva en la junta auxiliar de San Luis Tehuiloyocan terminó en sangre, caos y denuncias penales. El pasado domingo 1 de junio, mientras en el resto del país se celebraban elecciones, en las canchas del municipio de San Andrés Cholula se libraba otra batalla: una riña campal entre los equipos Cruzeiro y Furia Poblana que dejó a un joven herido con arma blanca y otro con traumatismo craneal tras recibir patadas en la cabeza.

El enfrentamiento no fue una simple gresca entre jugadores. Testigos denunciaron la presencia de alcohol —a pesar de la ley seca vigente— y una escalada de violencia que terminĂł con el uso de una navaja en medio del partido. La Liga Campeones de Puebla anunciĂł este viernes la expulsiĂłn definitiva de ambos equipos, en lo que calificĂł como una medida ejemplar. Sin embargo, el trasfondo del caso revela mĂĄs que un pleito deportivo: una mezcla de descontrol, omisiones, y ausencia de autoridad institucional en espacios deportivos que, en teorĂ­a, deben promover la convivencia y el tejido social.

La versiĂłn oficial y lo que se omite

Mediante un comunicado en redes sociales, la liga intentó poner paños fríos al escåndalo. Aclaró que hubo atención médica oportuna para el lesionado y que el organizador del torneo, Roger Benítez, incluso recomendó trasladarlo al hospital ante la ausencia de una ambulancia. También negó que se impidiera el ingreso de policías municipales o que se intentara encubrir el incidente.

Sin embargo, las explicaciones no resuelven del todo el escenario. La pelea ocurriĂł en un espacio deportivo privado, donde habĂ­a venta de alcohol pese a la prohibiciĂłn electoral. El organizador, aunque sin autoridad formal, funge como figura de control y logĂ­stica. La desorganizaciĂłn, o peor aĂșn, la permisividad, se convirtiĂł en cĂłmplice de la violencia.

Navajas, cervezas y ausencia de Estado

Las imĂĄgenes y relatos de la agresiĂłn han encendido la indignaciĂłn en redes sociales. Uno de los jĂłvenes sufriĂł una herida grave en la mano, presuntamente provocada con una navaja. Otro, con traumatismo, fue golpeado en el suelo tras ser derribado. Ambos ya interpusieron denuncias ante el Ministerio PĂșblico. Pero lo preocupante no es solo el hecho violento, sino el entorno que lo permitiĂł: venta de alcohol, ausencia de vigilancia, desinterĂ©s institucional.

Es sintomĂĄtico que en zonas como Tehuiloyocan, los torneos deportivos se hayan convertido en vĂĄlvulas de escape emocional, sin regulaciĂłn ni garantĂ­as mĂ­nimas de seguridad. La cancha, en vez de ser territorio de comunidad, termina convertida en arena de impunidad.

Entre la omisiĂłn y la costumbre

La expulsiĂłn de los equipos Cruzeiro y Furia Poblana es un castigo simbĂłlico que poco cambia si no se reestructura el modelo de estas ligas, muchas de las cuales operan bajo el cobijo de autoridades municipales, sin supervisiĂłn de salud, protecciĂłn civil o seguridad pĂșblica. Se tolera la venta informal de alcohol, se delega la autoridad a particulares, y se apuesta al “autorreglamento”, como si el deporte fuera un mundo paralelo donde el Estado se ausenta por conveniencia.

Mientras tanto, las vĂ­ctimas cargan con las heridas. Una mĂĄs visible que la otra, pero ambas profundas. Y las ligas, aunque Ăștiles para la cohesiĂłn social, seguirĂĄn reproduciendo los mismos patrones si no se abordan con seriedad: como polĂ­tica pĂșblica, no como simple entretenimiento de fin de semana.