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Claman justicia para Huesitos

Claman justicia para Huesitos: quieren 8 años de cárcel para el tipo que le rompió el alma con una piedra

Por Carlos Charis | 31 de mayo de 2025

El mundo está podrido y los perros lo saben. “Huesitos” lo supo tarde, mientras dormía como duermen los justos: sobre una banqueta caliente, con la barriga en paz y el corazón rendido. Y entonces vino Luis N., un tipo con nombre de expediente y cara de callejón, y le lanzó una piedra como si la piedra le debiera algo.

No fue accidente. No fue impulso. Fue a matar.

La escena quedó en video. Lo vieron todos. Una cámara de seguridad escupió la verdad sin adornos: Huesitos quieto, el tipo acercándose, la piedra volando, el golpe seco, el cuerpo frágil retorciéndose.

Ahora, la asociación TAC, Una Protección al Entorno, pide ocho años de cárcel. Ocho. Y aún parece poco.

Patricia Aguilar Delgado, que no cree en milagros pero sí en la justicia, dice que no se trata solo de maltrato animal. Se llama crueldad. Y la ley, cuando se digna a mirar abajo, lo contempla como delito.

Luis N. tiene un currículum sucio. El Ministerio Público lo leyó en voz alta en la audiencia más larga que ha tenido Santiago Miahuatlán en mucho tiempo. Cuatro horas de mugre acumulada. Y al fondo, el fantasma flaco de Huesitos, sin entender nada, pero pidiendo que al menos no todo termine como siempre: en el archivo muerto, en el perdón sin memoria, en el “ni modo”.

“Este caso no puede quedar impune”, dijo Aguilar.
Y en su voz había más cansancio que rabia.
“Necesitamos que la ciudadanía se sume al clamor por justicia”.
Como si clamar sirviera de algo.

Huesitos, mestizo de los buenos, fue atendido por veterinarios, acariciado por extraños y visitado por una etóloga que viajó desde Puebla. Parecía mejorar. Pero luego vino el diagnóstico: cáncer. Una palabra que mata más lento, pero igual de certero. Murió un jueves, con el cuerpo vencido, pero con una ciudad pensando en él.

Murió como viven los perros callejeros: con más dignidad que los humanos que los apedrean.

Y mientras tanto, Luis N. sigue esperando sentencia. La piedra ya la lanzó. El daño ya lo hizo. Ahora falta que el sistema, por una vez, no mire hacia otro lado.