Cae el “mata perros” de Chignahuapan: justicia para Max y Rocky
Chignahuapan, Puebla. — Lo hizo con frialdad. Se acercó, les tendió el veneno y los observó morir. Así, sin más. En pleno centro de Chignahuapan, Rafael N., un joven de apenas 21 años, fue captado por una cámara en el momento exacto en que alimentaba con una sustancia letal a dos perros callejeros: Max y Rocky. Segundos después, ambos yacían sin vida.
La indignación fue inmediata. El video corrió como fuego en redes sociales. No hizo falta mucha edición: las imágenes hablaban por sí solas. Las redes hicieron lo suyo, como suele pasar cuando la justicia institucional duerme, y esta vez presionaron lo suficiente. La Fiscalía General del Estado de Puebla tuvo que actuar.
El joven fue detenido y presentado ante un Juez de Control por el delito de crueldad animal. Un cargo que, en México, rara vez trasciende del escarnio público, pero que esta vez podría sentar precedente. El video, aportado por ciudadanos hartos del maltrato a los animales, fue clave para la detención.
Max y Rocky no eran solo perros callejeros. Eran parte del paisaje vivo del pueblo, parte de la rutina de decenas de comerciantes que los alimentaban, de niños que jugaban con ellos, de adultos que los saludaban camino al trabajo. Su muerte no fue un caso aislado: fue un acto de crueldad que tocó el nervio de una comunidad entera.
El caso ha abierto un nuevo capítulo en la lucha contra el maltrato animal en Puebla. Organizaciones, activistas y ciudadanos piden no solo la condena de Rafael, sino reformas más severas, un sistema judicial que no vea a los animales como cosas, y políticas públicas que enfrenten el abandono y la violencia con la que conviven miles de animales diariamente.
Porque esta vez no se trató solo de Max y Rocky. Fue la gota que colmó el hartazgo. Fue la muestra —cruda, grabada, viral— de que la crueldad tiene rostro, y que la impunidad ya no es tan silenciosa como antes.
Y sí, cayó el desgraciado. Pero la verdadera justicia apenas comienza.