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Hallan cadáver en estado de descomposición en Cuautlancingo: soledad, desatención y muerte en los márgenes urbanos

Hallan cadáver en estado de descomposición en Cuautlancingo: soledad, desatención y muerte en los márgenes urbanos


Por José Herrera

Cuautlancingo, Pue.– El cuerpo de un hombre fue hallado en avanzado estado de descomposición al interior de un domicilio en la Unidad Habitacional Volkswagen 2. El descubrimiento fue posible gracias al reporte de vecinos que, tras varios días sin noticias del habitante y ante un fuerte olor fétido, alertaron a las autoridades municipales.

La escena, según fuentes policiales, evidenciaba una muerte que habría ocurrido días atrás. El inmueble, ubicado en una zona habitacional popular al norponiente del área metropolitana de Puebla, se mantenía cerrado, lo que dificultó advertir de inmediato la ausencia del hombre, quien presuntamente vivía solo.

Policías municipales ingresaron al domicilio tras constatar el hedor y la ausencia prolongada del inquilino. Una vez dentro, confirmaron la presencia del cadáver, que ya mostraba signos notorios de descomposición.

La zona fue acordonada mientras personal de la Fiscalía General del Estado realizaba el levantamiento del cuerpo y las diligencias correspondientes. Aunque hasta el cierre de esta edición no se ha confirmado la causa oficial de muerte, versiones extraoficiales apuntan a que podría tratarse de un fallecimiento por causas naturales.

Soledad urbana y silencios institucionales

Este caso, aunque aislado en apariencia, no es un hecho menor ni excepcional. Representa el rostro invisible de un fenómeno creciente: la muerte en soledad dentro de contextos urbanos donde la fragmentación social y la falta de redes comunitarias provocan que personas mueran sin que nadie lo note durante días.

La Unidad Habitacional Volkswagen 2, como muchas otras de la periferia metropolitana, es testigo de una urbanización acelerada sin suficientes políticas de integración social, acompañamiento a adultos mayores ni programas efectivos de salud mental o prevención del abandono.

A pesar de que no hay indicios de violencia, el hallazgo vuelve a poner en el centro la pregunta por la vida —y la muerte— en zonas marcadas por la indiferencia. ¿Quién vela por quienes mueren en el silencio de sus casas, fuera de todo radar institucional?

No se trata únicamente de levantar el cadáver. Se trata de preguntarnos por qué nadie lo advirtió antes. ¿Quién responde cuando la muerte no duele a nadie?