Cabeza logo

header ads

El Palacio sin rebajas: la estufa, el engaño y las noches del marketing vacío

 

Palacio de Hierro
Ciudad de México | 1 de mayo de 2025

“El Palacio sin rebajas: la estufa, el engaño y las noches del marketing vacío”
Por C. Charis, en oferta permanente de desconfianza

Graciela “N” es de esas clientas que miran, comparan, apuntan con el celular y vuelven una semana después. No compra por impulso. Confía, pero con cautela. Y sin embargo, cayó. Cayó como caen muchos en las vitrinas iluminadas de El Palacio de Hierro, ese castillo moderno donde el lujo tiene acento chilango y el mármol brilla más que los descuentos.

La vendedora, con su voz entusiasta y chaleco corporativo, le susurró una promesa: “Espérese a las Noches Palacio, señora, ahí sí bajan los precios... le va a convenir”. La promesa olía a ganancia. Graciela esperó. Volvió. Buscó la misma estufa: una Samsung Be Spoke, moderna, estilizada, con botones que parecen diseñados por arquitectos minimalistas. Pero el precio seguía intacto: $24,019 pesos, exactamente el mismo de antes, quizá con siete pesos de diferencia... por el redondeo.

La supuesta promoción se había convertido en un espejismo publicitario. La estufa no se movió ni un peso, pero el Palacio sí: movió sus luces, su música, sus promotores y su teatro del consumo, para engañar —legalmente— a los ingenuos que creen que “Noche Palacio” significa algo más que una etiqueta dorada pegada al mismo precio de siempre.

Lo de menos es la estufa. Lo de más es el cinismo.

Porque este no es un error, es un método. Es la forma en la que el lujo vende ilusión: ponerle lentejuela al precio normal y disfrazarlo de ganga. No hay rebaja, pero hay show. No hay descuento, pero hay DJ. No hay honestidad, pero hay luces LED en el elevador.

Graciela no compró. Y como ella, muchas otras voces comienzan a hacer eco en redes y pasillos de tiendas departamentales que se dicen de abolengo. La Profeco debería estar tomando nota, pero quizá también esté esperando su descuento en una lavadora.

Las Noches Palacio no son una celebración. Son una representación teatral del capitalismo disfrazado de oportunidad. Y la estufa Samsung es solo el símbolo: el altar donde arden las ilusiones de quien creyó que todavía había promociones reales.

En El Palacio de Hierro, el único que compra de verdad... es el que paga con fe.