Andamos justos de genios
Cuando los genios se van: ¿quién piensa por
nosotros?
Las crisis en el mundo son crisis de santos, pero también de
intelectuales. El fin de semana que murió Mario Vargas Llosa recordé aquella
canción de Mecano, que decía: “…andamos
justos de genios”. Además de un genio de la literatura y parte de ese boom
latinoamericano, era un pensador político como pocos. Transitó de admirador de
la Revolución Cubana a la compleja y profunda defensa del liberalismo.
Imagínense esas conversaciones de Vargas Llosa con García Márquez
cuando fueron amigos; y aun más intrigante: ¿qué habrá pasado el día que se
pelearon? Seguirá siendo un misterio. Imagínense haber estado en el momento en
que el intelectual peruano se refirió al régimen mexicano que gobernó gran
parte del siglo XX como una “dictadura
perfecta”, teniendo enfrente nada más y nada menos que a otro Nobel de
Literatura: Octavio Paz. No sé si tenemos los personajes necesarios para poder
comparar esos momentos.
Su regreso al liberalismo lo volvió un fuerte crítico de los
gobiernos autoritarios aun presentes en Latinoamérica, volviéndose un gran
defensor de la libertad de expresión. Tanto, que en el discurso que pronunció
al recibir el Premio Nobel en 2010, señaló: “La literatura es fuego que arde, que ilumina y que puede también
incendiar; es una de las formas más altas de la libertad.”
Pero, ¿qué significa realmente llamar a alguien “intelectual”? Para definirlo, como buen
jurista que presumo ser, lo haré desde el Derecho Romano. Un intelectual cuenta
con “auctoritas”, que se distingue de
la “potestas”. La primera es el saber
socialmente reconocido, que se ganaba con experiencia, sabiduría, virtudes y
trayectoria personal; y de ahí radica su prestigio: el que los demás hagan caso
de sus dichos. El segundo caso es el poder socialmente reconocido. No importa
que no sepa, pero todos reconocen que tiene un poder, generalmente derivado de
algún proceso en el que fue electo por el pueblo.
¿Ahora ven por qué digo que estamos en crisis de intelectuales?
Mientras tanto, aprovechemos para leer a Vargas Llosa, que está de moda.
COMENTARIO
AL AIRE
En Puebla y en Texmelucan por supuesto, existen personas con “auctoritas”. Quizá el ego de los demás
y el ruido que hay alrededor no nos deja apreciar esas voces con las que
podremos o no estar de acuerdo, pero que sin duda tienen el saber socialmente
reconocido. O apoco todo mundo estuvo de acuerdo con Octavio Paz y su “Laberinto
de la Soledad” o con la simpatía de García Márquez con la Revolución Cubana.
Hemos confundido el estar de acuerdo con alguna postura con el decir que la
postura expresada por el otro está mal.
Que complicado puede ser reconocer a esas voces con verdadera
autoridad cuando se confunden con las voces que lo que buscan es obtener la
potestad, de una forma tan vehemente, desesperada, casi obsesiva y fuera de la
realidad que sin plantear soluciones viables y reales dividen a una sociedad a
la que nos hace falta fortalecer nuestra vertebración. Hoy más que nunca
debemos de priorizar participar mediante los organismos intermedios de la
sociedad civil, los cuales por su naturaleza y su historia es más probable que
puedan actuar con mayor independencia e imparcialidad ante los retos que
tenemos en nuestra ciudad, en nuestro estado y en nuestro país.