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LOS ACUERDOS DE TONANZINTLA

 Manuel Sánchez Pontón


Quien los desconoce no sabe de Puebla...

LOS ACUERDOS DE TONANZINTLA

26 de enero de 1973. Tras las sospechas de traición porque en lugar de condenar la muerte de Josaphat Tenorio (24-I-1973) se puso a hablar de planes, proyectos y alzas del presupuesto federal para la UAP, el rector Sergio Flores niega estar en pláticas y tratos con las autoridades tanto federales como estatales, cuando si lo estaba, le acababan de triplicar el subsidio. 

La UAP espera -dice- que se haga justicia, incluso afirma que los criminales están identificados (Luis Eduardo Paredes, Jesús Torija, etc.), pero no los menciona e insiste en que la UAP dará otra imagen a la sociedad a través de estudios y trabajo. Ya había pactado o al menos eso parecía, con Echeverría y Gonzalo Bautista, dinero por muertos. 

Mejor la CCI (Central Campesina Independiente) sigue exigiendo castigo a los asesinos de Arriaga, Cabrera y, ahora también, Josaphat y cese al clima de hostilidad contra los universitarios. Se publica media plana de maestros universitarios, apoyando al rector Flores, en cuanto a planes de trabajo, pero sin dejar de culpar al gobernador Bautista de los asesinatos, como realmente era y del clima de intolerancia -del gobierno y empresarios- que azota a la UAP y a Puebla.  

Se anuncia -comités de lucha- concentración del FOCEP en el Carolino el miércoles 31 de enero. Rectoría repite anuncio de la creación de cuatro nuevas carreras: Biologia, Veterinaria, Matemáticas y Topografía, ademas ya funcionan Computación  y Electrónica dentro de Ciencias Físico Matemáticas. Más poder y presupuesto para Terrazas. En estos momentos, finales de enero de 1973, es cuando se suscita otra importante reunión secreta en el Observatorio de Tonanzintla, en plena farsa de una guerra inexistente contra el terracismo. Si había guerra, pero contra líderes independientes, los que estorbaban al terracismo, eran "purgs" implementadas por rectoría y presidencia de la república. 

 El presidente Echeverría mandaba a Mario Moya, su secretario de gobernación y responsable de la política nacional, a entrevistarse con Gonzalo Bautista-Langle-Zamudio y los cabecillas “comunistas”, Terrazas-Flores-Vélez, para construir consensos. 

Ya antes se habían reunido ahí mismo y en Los Pinos, desde la caída de Moreno Valle, en mayo de 1972, para acordar los asesinatos de Arriaga y Cabrera. Este dramático y esclarecedor episodio, relatado por mi padre y consignado en este libro, se conoce como los “Acuerdos de Tonanzintla. Convivían alegremente, gobierno y comunistas, se ponían de acuerdo a quien matar para allanarle el camino al terracismo (fpto) al servicio gubernamental.