Explosión en el cenotafio de Édgar Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, en Tres Ríos, Sinaloa
La madrugada del pasado 23 de enero de 2025, el cenotafio de Édgar Guzmán López, ubicado en el estacionamiento de una plaza comercial en el Desarrollo Urbano Tres Ríos, en Culiacán, Sinaloa, sufrió una explosión que causó severos daños al lugar. Según reportes preliminares, un grupo armado detonó un explosivo que destruyó casi en su totalidad la estructura conmemorativa, dejando únicamente la cruz de dos metros de altura de pie.
Este incidente ha causado gran revuelo en Sinaloa, tanto por el impacto visual y simbólico de los daños al mausoleo, como por las implicaciones en el contexto de violencia ligada al narcotráfico en la región.
Los hechos
El ataque ocurrió cerca de las 2:00 a.m., según testigos, cuando un vehículo se detuvo en el estacionamiento de la plaza comercial donde se encontraba el cenotafio. Posteriormente, se escuchó una fuerte explosión que alarmó a los residentes de la zona. Aunque no se reportaron heridos debido a la hora del incidente, los daños al monumento funerario fueron significativos.
La Fiscalía General de Sinaloa informó que ha iniciado una investigación para determinar qué tipo de explosivo se utilizó y los posibles responsables del ataque. Aunque no se han señalado oficialmente a los culpables, se especula que podría tratarse de una acción simbólica dentro de las disputas internas entre células del crimen organizado.
Édgar Guzmán López: un legado trágico
Édgar Guzmán López, conocido como "El Moreno", nació el 31 de mayo de 1986. Era el hijo mayor de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, y de Griselda Guadalupe López Pérez, quien también es madre de Ovidio y Joaquín Guzmán López, apodados colectivamente como “Los Chapitos”.
Édgar fue asesinado a los 22 años el 8 de mayo de 2008 en un evento que marcó un punto álgido en la guerra entre el Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva, antiguos aliados que se convirtieron en acérrimos enemigos tras la captura de Alfredo Beltrán Leyva, alias "El Mochomo", en enero de ese mismo año.
El ataque contra Édgar Guzmán ocurrió en el estacionamiento del mismo centro comercial en Tres Ríos donde se encontraba el cenotafio. Édgar estaba acompañado de sus primos César Ariel Loera y Arturo Meza Cázarez, hijo de Blanca Margarita Cázarez, conocida como “La Emperatriz”. Un comando armado abrió fuego contra ellos, disparando más de 500 balas, en lo que se considera una de las masacres más impactantes de la época.
Aunque la versión más aceptada es que el ataque fue una represalia de los Beltrán Leyva, otra hipótesis sugiere que fue producto de una confusión, ya que los sicarios de “El Chapo” habrían intentado atacar a miembros del clan Beltrán Leyva, pero terminaron asesinando al hijo de su líder por error.
El cenotafio: un monumento controvertido
Tras la muerte de Édgar, su familia erigió un cenotafio en el lugar del ataque, como una forma de honrar su memoria. Este mausoleo ha sido un punto de controversia, pues representa no solo un homenaje personal, sino también un símbolo del poder e influencia del narcotráfico en Sinaloa.
Cada año, el cenotafio era decorado con ofrendas exuberantes: arreglos florales con las iniciales "E.G." en rosas rojas, cervezas, jarrones y otros objetos que recordaban la vida del joven Guzmán López. Estas ofrendas aparecían en fechas clave, como el aniversario de su nacimiento (31 de mayo), el de su muerte (8 de mayo), el Día de Muertos (2 de noviembre) y otras festividades como Navidad y Año Nuevo.
El cenotafio no solo era un lugar de peregrinaje para la familia Guzmán, sino también un recordatorio tangible de la presencia del Cártel de Sinaloa en la región, generando opiniones divididas entre los habitantes de Culiacán.
Contexto actual y posibles implicaciones
La explosión en el cenotafio ocurre en un momento de gran tensión para el Cártel de Sinaloa. Actualmente, los hermanos de Édgar, Ovidio y Joaquín Guzmán López, conocidos como parte del grupo "Los Chapitos", se encuentran bajo custodia de las autoridades estadounidenses, enfrentando múltiples cargos por narcotráfico en la Corte de Chicago.
La detención de "Los Chapitos" ha generado una fragmentación dentro del Cártel de Sinaloa, con facciones internas disputándose el control de las operaciones en Sinaloa y otras regiones del país. Expertos en seguridad señalan que la explosión podría interpretarse como un mensaje entre estos grupos en pugna o como un intento de debilitar el legado de los Guzmán.
Además, el incidente subraya la capacidad de los grupos delictivos para emplear tácticas simbólicas de gran impacto, no solo para intimidar, sino también para reclamar territorio o reforzar su narrativa de poder.
Impacto social y reacciones
La población de Culiacán reaccionó con preocupación ante el ataque al cenotafio. Si bien muchas personas ven estos monumentos como un recordatorio del dominio del narcotráfico en la región, otros los consideran parte del tejido cultural que refleja la compleja relación entre el crimen organizado y la sociedad sinaloense.
El Gobierno estatal ha evitado emitir declaraciones oficiales que puedan interpretarse como confrontación directa con el Cártel de Sinaloa, pero ha prometido reforzar la seguridad en áreas clave de la ciudad, incluida la zona de Tres Ríos.
Un símbolo de poder que se desvanece
La destrucción del cenotafio de Édgar Guzmán López representa más que un acto vandálico. Para muchos, simboliza el declive de una era en la que el poder del Cártel de Sinaloa parecía inquebrantable. Sin embargo, también es un recordatorio de que las luchas internas y las disputas por el control territorial siguen cobrando víctimas, ya sea en forma de vidas humanas o de los monumentos que las recuerdan.