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Petiso Orejudo

01.- CAYETANO SANTOS GORDINO
La ciudad porteña de Buenos Aires vio nacer, el 31 de octubre de 1896, al hijo de los inmigrantes calabreses Fiore Gordino y Lucía Ruffo. Este niño quién llevaría el nombre de Cayetano Santos horrorizaría a la Argentina algunos años más tarde bajo el apelativo de el "Petiso Orejudo".

Fiore fue quizá responsable en parte de haber engendrado a quién se convertiría en el primer criminal en serie en la historia policial argentina. Alcohólico y golpeador, había contraído la sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud, de hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis. 

La niñez de Cayetano transcurre en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurre a varias escuelas de donde siempre es expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde.
El escenario de sus correrías y carrera criminal serían los baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, por entonces todavía al borde de la pampa. Es una zona de quintas, de retiro, de descanso. Pero también es un arrabal desgranado de paisanos y extranjeros.

El 28 de septiembre de 1904, contando con apenas 7 años, Cayetano da inicio formal a su carrera criminal, a fuerza de engaños lleva a Miguel de Paoli, de casi dos años hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas, un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría de donde serían recogidos más tarde por sus respectivas madres.

Al año siguiente, Cayetano agrede a su vecina Ana Neri, de apenas 18 meses. Le conduce hasta un baldío en donde le golpea repetidamente en la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quién pone fin al ataque y le detiene, pero, dada su corta edad es dejado en libertad esa misma noche.

Extrañamente, el que sería el primer asesinato de Cayetano pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando lo relata, en su confesión ante la policía. Según él cuenta, en 1906 toma a una niña de aproximadamente 2 años y la lleva hasta un baldío sobre la calle Río de Janeiro donde intenta estrangularla, después, decide enterrarla viva en una zanja que cubre con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladan hasta el lugar pero se encuentran con que se había edificado una casa de dos pisos. La historia no pudo ser corroborada a pesar de que los archivos policiales registran una denuncia por desaparición con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Roca Face, tomada en la comisaría 10ª. La niña desaparecida nunca fue encontrada.

Ese mismo año, al parecer apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Cayetano sería denunciado ante la policía por su padre al descubrir que ha martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves. A continuación se reproduce el acta que en aquella ocasión fue levantada.

"En la Ciudad de Buenos Aires, a los 5 días del mes de abril del año 1906, compareció una persona ante el infrascrito. Comisario de Investigaciones, la que previo juramento que en legal forma prestó, al solo efecto de justificar su identidad personal dijo llamarse Fiore Godino, ser italiano, de 42 años de edad, con 18 de residencia en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Enseguida expresó: que tenía un hijo llamado Cayetano , argentino, de 9 años y 5 meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a esta Policía para que lo recluya donde crea oportuno y para el tiempo que quiera. Con lo que terminó el acto y previa íntegra lectura, ser ratificó y firmó. Fdo.: FRANCISCO LAGUARDA, Comisario. -Fiore Godino"."Se resolvió detener al menor Cayetano Godino y ser remitió comunicado a la Alcaidía Segunda División, a disposición del señor Jefe de Policía"

Cayetano pasó recluido poco más de dos meses y después regresa a las calles, como ya no asiste a la escuela vuelve a dedicarse a la vagancia, sumido en sus morbosas fantasías, masturbándose continuamente.

El 9 de septiembre de 1908 vuelve a las andadas, conduce a Severino González Caló, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón, ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro de la que suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría de donde es recogido al día siguiente. 

Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir. 

El 6 de diciembre Fiore y Lucía Godino, cansados de los continuos problemas causados por Cayetano vuelven a entregarlo a la policía, esta vez es enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz en donde permanece por tres años. Durante su encierro concurre a clases en donde medio aprende a leer y escribir. 

La estancia de Cayetano en Marcos Paz, lejos de regenerarlo, le endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado.

Su liberación se da, al parecer, a petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un fútil intento por redimirlo de su secuela criminal se habían ocupado de conseguirle trabajo en una fábrica, por desgracia solamente es capaz de mantener el puesto por tres meses. 

Nuevamente comienza a vagar por las calles, pero esta vez no se circunscribe a los barrios conocidos, sus vagabundeos le llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel de moral de la pujante ciudad de Buenos Aires. Asimismo, comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar, sobre todo después de tomar alcohol.

1912 es un año que marca hitos en más de una historia, por un lado se desata la guerra en los estados balcánicos y por otra el Titanic se lleva al fondo del mar toda la gloria y pompa con que fue bautizado.

El 17 de enero del fatídico 1912 Cayetano, quién ya es conocido en las calles con el sobrenombre de "Petiso Orejudo", se introduce en una bodega de la calle de Corrientes y da rienda a otra de sus grandes pasiones; el fuego. El incendio que provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de su arresto declararía: "Me gusta ver trabajar a los bomberos… es lindo ver como caen en el fuego."

El 26 de enero de 1912 un crimen aterrador conmueve a la sociedad porteña. El cadáver del menor Arturo Laurora, de 13 años es encontrado en una casa puesta en alquiler en la calle Pavón. El cuerpo es descubierto, golpeado y semidesnudo, con un trozo de cordel atado alrededor del cuello. Su desaparición había sido reportada apenas el día anterior. Las investigaciones no conducen a ningún lado. Posteriormente Cayetano confesaría la autoría de este crimen.

El 7 de marzo siguiente Cayetano prende fuego a las ropas de Reyna Bonita Vaínicoff de cinco años, la pequeña fallece 16 días después de debatirse entre la vida y la muerte en el Hospital de Niños.
En los meses siguientes el Petiso causa dos incendios más que son controlados fácilmente por los bomberos sin que se produzcan víctimas.

El 24 de septiembre, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Cayetano mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas. Apenas unos días después prende fuego a la Estación Vial de la compañía de tranvías Anglo-Argentina, el incendio fue controlado por los bomberos. 

En noviembre 8 el Petiso Orejudo, con engaños como siempre, convence a Roberto Russo de 2 años a acompañarlo a un almacén en donde supuestamente le compraría unos caramelos. Le lleva hasta un alfalfar a pocas cuadras en donde le ata los pies y procede a ahorcarlo con un trozo de la cuerda que usa para atarse los pantalones, son descubiertos por un peón del alfalfar quién los entrega a las autoridades. Cayetano declara haber encontrado atado al niño y estarlo rescatando cuando son descubiertos, es liberado por falta de mérito.

El 16 del mismo mes, en un baldío situado en las calles de Deán Funes y Chiclana, intenta golpear a Carmen Gittone de 3 años. Un vigilante hace acto de presencia y el agresor consigue escapar. Días después, el 20 de noviembre, se lleva de la esquina de Muñiz y Directorio a la niña Catalina Naulener de 5 años. Busca un baldío por la calle Directorio, pero antes de encontrarlo la menor se resiste a seguir. Godino se descontrola y la golpea. El dueño de la casa ubicada en el número 78 de la mencionada calle interviene y Cayetano logra huir de nuevo. 

El último crimen del Orejudo es probablemente el mejor documentado de su espectacular carrera, su víctima, Gerardo Giordano de apenas tres años sale, como todas las mañanas después de desayunar con sus padres, de su casa ubicada en la calle Progreso número 2185 para reunirse con sus amiguitos y jugar a todo aquello que acostumbran jugar los niños en esa edad. Esa misma mañana del 3 de diciembre, a pesar de los acostumbrados gritos de su padre, Cayetano sale de su casa ubicada en Urquiza 1970, ya lleva clavada entre los ojos la determinación terrible de matar. 

Después de vagabundear un rato por las calles, Santos Godino encuentra, en la calle Progreso un grupo de chicos jugando. Se les suma sin despertar ninguna sospecha porque, después de todo, su aspecto de idiota siempre le ha permitido ganar la confianza de sus víctimas

Poco después consigue convencer a Gerardo para que lo acompañe a comprar unos caramelos. Un rato antes y sin éxito, invitó a Marta Pelossi, de 2 años de edad; pero la menor, asustada, se refugió en su domicilio.

Así pues, víctima y homicida se encaminan sin apuro hacia el almacén ubicado en Progreso 2599 en donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el más chico los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos: le permite algunos, y le promete los demás si acepta acompañarlo hasta cierto lugar alejado, la Quinta Moreno.

Una vez en la entrada, el chico llora y se resiste a entrar. Pero el asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza y lo aquieta poniéndole la rodilla derecha sobre el pecho. Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón (se trata de esos lazos de algodón que se utilizan en albañilería para sostener las plomadas), y empieza a enrollarlo en el cuello de Gerardo, le da 13 vueltas y procede a estrangularlo. Pero Gerardo intenta levantarse, así que Cayetano procede a atarle de pies y manos cortando la cuerda con un cerillo encendido. De nuevo procede a asfixiarlo con el cordel pero el chiquillo se resiste a morir. Una idea cruza por la mente de Cayetano; ¿Por qué no atravesarle la cabeza con un clavo? 

Uniendo la acción a la idea el Petiso se da a la tarea de encontrar la herramienta deseada, su búsqueda le lleva al exterior del local en donde topa con el padre de Gerardo quién le pregunta por el paradero del niño, imperturbable, Cayetano, le responde no haberlo visto y le sugiere dirigirse a la comisaría más próxima a levantar un reporte. 

Mientras tanto el Orejudo encuentra un viejo clavo de 4 pulgadas, regresa con él junto a su víctima, usando una piedra como martillo lo hunde en la sien del niño moribundo y después de cubrirlo con una vieja lámina de zinc huye de la escena del crimen.

Esa noche, durante la velación de su víctima, Cayetano hace acto de presencia. Después de observar durante algún tiempo el cadáver de Gerardo huye llorando del lugar. (Según declaró posteriormente, deseaba ver si el cadáver aun tenía el clavo en su cabeza) Para su desgracia dos policías, el Subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti ya habían ligado cabos con casos anteriores y esa misma madrugada se allanó el hogar de los Gordino arrestando a Cayetano, encontrando en sus bolsillos un artículo de periódico aun fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había intentado ahorcar a Gerardo.

Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En una primera instancia, Santos Godino fue declarado irresponsable y se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes, donde atacó a dos pacientes. Uno estaba inválido en una cama. Otro se movía en silla de ruedas. Después intentó huir.

Lo trasladaron a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y finalmente, en 1923 se le trasladó al penal de Ushuaia, la provincia más austral de la Argentina, a la "Cárcel del Fin del Mundo". En 1927 los médicos del penal le hicieron una cirugía estética en las orejas, porque creían que allí radicaba su maldad. Obviamente este tratamiento "radical" no sirvió de nada.

En 1936 pidió la libertad y se la negaron: de los dictámenes médicos elaborados por los doctores Negri y Lucero y los doctores Esteves y Cabred se concluye que;

"Es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean" .

De su vida de recluso se sabe poco. Apenas alguna anécdota como la siguiente: en 1933, consiguió detonar la furia de los presos porque mató al gato mascota del penal arrojándolo junto con los leños al fuego; le pegaron tanto que tardó más de veinte días en salir del hospital.

Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Supuestamente murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos.

El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue removido sus huesos ya no estaban.


Perfil Psicológico
El médico Amador L. Lucero (1870-1914) era un prestigioso forense y la Justicia requirió sus servicios para este caso. Su extenso y erudito informe fue publicado, como un capítulo del libro “Psicopatología forense”. Lucero traza el perfil psicológico de Godino, luego de analizar en detalle sus crímenes, tentativas de asesinato, actividades de pirómano y  hábitos de vida. De acuerdo a la terminología científica de su época, concluye dictaminando que Cayetano Santo Godino podía clasificarse como “degenerado hereditario”, “imbécil” y “loco moral”. su texto es de gran utilidad para informarse exhaustivamente sobre los estremecedores delitos que perpetró Godino. Respecto de ellos, jamás expresó el menor remordimiento, sino todo lo contrario.  La Cámara de Apelaciones, por unanimidad, dispuso en 1915 que “El petiso orejudo” fuera confinado por tiempo indeterminado. Lo llevaron a la Cárcel de Usuhaia. Allí, en una ocasión, torturó al gato de la carpintería del penal, cosa que indignó a los internos. La paliza descomunal que le propinaron, determinó su internación, por veinte días, en el hospital. Murió en 1944 en Ushuaia, en circunstancias que nunca se aclararon del todo.

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Godino “sabía que estaba haciendo mal en el momento del hecho”. Veamos las transcripciones de las preguntas y respuestas que he seleccionado de los diálogos mantenidos con los peritos:

-Perito: ¿Piensa usted, que tiene derecho a matar niños?

-Godino: No soy el único, otros también lo hacen.

-Perito: ¿Por qué mataba usted a los niños?

-Godino: Porque me gustaba.

-Perito: ¿Por qué buscaba usted los terrenos baldíos?

-Godino: Porque así nadie me veía.

-Perito: ¿Por qué huía después de matar a los niños y producía incendios?

-Godino: Porque no quería que me agarrara la policía.

-Perito: ¿Con que objeto fue usted a la casa del niño Giordano el mismo día que lo mato?

-Godino: Porque sentía deseos de ver al muerto.

-Perito: ¿Con que objeto le tocó usted la cabeza al muerto?

-Godino: Para ver si tenía el clavo.

-Perito: ¿Dónde le gustaría a usted más vivir, en este asilo o en la cárcel?

-Godino: En la cárcel.

-Perito: ¿Por qué?

-Godino: Porque aquí están los locos y yo no soy loco. Estoy contento de estar preso, no saldría sino acompañado de un vigilante. Ya todo el mundo me conoce. Y además, el padre del muchacho ¡si me agarra, me mata! – ¿Cómo lo he engañado? es que cuando me preguntó por su hijo le dije que no lo había visto y que lo buscara en la comisaría.

-Perito: ¿No te han inculcado algún principio religioso?

-Godino: Como no, si soy bautizado.

Surge evidentemente del interrogatorio que Godino, en el momento de cometer crímenes, tenía “capacidad penal” es decir, la capacidad de “entender y querer”, la capacidad de “obrar” o como lo significa el código penal hoy vigente, “capacidad para comprender la criminalidad del acto y dirigir las propias acciones”.


Biografia:
 Cayetano Santos Godino, más conocido por su apodo El Petiso Orejudo (Buenos Aires, 31 de octubre de 1896 – penal de Ushuaia, 15 de noviembre de 1944), fue un joven asesino en serie, uno de los mayores sociópatas en la Historia de Argentina, ya que a principios del siglo XX fue responsable de la muerte de cuatro niños, siete intentos de asesinato, y el incendio de siete edificios.

Los Godino llegaron a Buenos Aires desde Italia. Fiore y Lucía eligieron desembarcar en 1884 en el puerto de la Perla de Sudamérica con todas sus esperanzas depositadas en la nueva tierra. La pareja era originaria del pueblo de Romano, en la provincia calabresa de Cosenza.1

Fiore fue responsable de la formación de quien se convertiría en el primer asesino en serie de la historia policial argentina. Alcohólico y golpeador, había contraído sífilis tiempo antes del nacimiento de Cayetano. El niño vino al mundo con graves problemas de salud. De hecho, durante sus primeros años de vida estuvo varias veces al borde de la muerte a causa de una enteritis. Durante toda su niñez Cayetano fue víctima de fuertes golpes y maltratos realizados por su padre.

No fue el único hijo de aquella pareja de italianos pobres que sufriría graves enfermedades. Su hermano Antonio era epiléptico y, además, siguiendo el mal ejemplo de su padre, se convirtió en un bebedor irrecuperable. Más tarde este se sumaría a Fiore en los castigos aplicados sobre su hermano menor.2

La niñez de Cayetano Godino transcurrió en la calle, vagando. A partir de los cinco años concurrió a varias escuelas, de donde siempre fue expulsado por su falta de interés en los estudios y su comportamiento rebelde. El escenario de sus correrías y carrera criminal serían los terrenos baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque Patricios, por entonces todavía al borde de la pampa. Era una zona de quintas de descanso. Pero también era un arrabal poblado por paisanos y extranjeros.

Primeros casos[editar]
Miguel Depaoli: El 28 de septiembre de 1904, cuando Godino contaba con apenas 7 años se lleva a fuerza de engaños a Miguel Depaoli, de casi dos años, hasta un baldío y allí lo golpea para luego arrojarlo sobre un montón de espinas. Un policía que pasaba se percata de lo sucedido y lleva a ambos niños a la comisaría, de donde serían recogidos más tarde por sus respectivas madres.3
Ana Neri: Al año siguiente, Godino agrede a una infante vecina de apenas 18 meses. La conduce hasta un baldío en donde la golpea repetidamente en la cabeza con una piedra. Nuevamente es descubierto por un policía quien pone fin al ataque y lo detiene pero ―dada su corta edad―, es dejado en libertad esa misma noche.3
María Rosa Face (tres años de edad): 29 de marzo de 1906. El que sería el primer asesinato de Godino pasó desapercibido y solamente sería descubierto años después cuando él mismo lo confesó ante la policía. Según contó, en 1906 tomó a una niña de aproximadamente tres años y la llevó hasta un terreno baldío sobre la calle Río de Janeiro, donde intentó estrangularla. Después la enterró viva en una zanja, que cubrió con latas. Las autoridades, al conocer este crimen, se trasladaron hasta el lugar pero encontraron que se había edificado una casa de dos pisos. Sin embargo, en la comisaría 10.ª quedó registrada una denuncia por desaparición con fecha 29 de marzo de 1906, de una niña de tres años de nombre María Rosa Face. La niña desaparecida nunca fue encontrada.
El 5 de abril de 1906, apenas algunos días después de cometer su primer asesinato, Godino fue denunciado por su padre al descubrir que había martirizado a algunas aves domésticas. Fiore encuentra dentro de un zapato de su hijo un pájaro muerto y, debajo de su cama, una caja en donde guarda los cadáveres de otras aves. A continuación se reproduce el acta que en aquella ocasión fue levantada.

En la Ciudad de Buenos Aires, a los 5 días del mes de abril del año 1906, compareció una persona ante el infrascripto Comisario de Investigaciones, el que previo juramento que en legal forma prestó, al solo efecto de justificar su identidad personal, dijo llamarse Fiore Godino, ser italiano, de 42 años de edad, con 18 de residencia en el país, casado, farolero y domiciliado en la calle 24 de Noviembre 623. Enseguida expresó: que tenía un hijo llamado Cayetano, argentino, de 9 años y 5 meses, el cual es absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos; que deseando corregirlo en alguna forma, recurre a esta Policía para que lo recluya donde crea oportuno y para el tiempo que quiera. Con lo que terminó el acto y previa íntegra lectura, se ratificó y firmó. Fdos: Francisco Laguarda, comisario. Fiore Godino. Se resolvió detener al menor Cayetano Godino y se remitió comunicado a la Alcaidía Segunda División, a disposición del señor jefe de policía.
Cayetano Godino estuvo recluido poco más de dos meses y después regresó a las calles. Como ya no asistía a la escuela vuelve a dedicarse a la vagancia.

Severino González Caló: El 9 de septiembre de 1908 conduce a Severino González, de 2 años, a una bodega ubicada frente al Colegio del Sagrado Corazón. Ahí lo sumerge en una pileta para caballos cubriéndola después con una tabla para ahogar al pequeño. El propietario del lugar, Zacarías Caviglia, descubre la tentativa pero Godino se defiende diciendo que el niño había sido llevado hasta allí por una mujer vestida de negro, de la cual suministra señas particulares. Es conducido a la comisaría, de donde es recogido al día siguiente.
Julio Botte: Seis días más tarde, el 15 de septiembre, en Colombres 632, quema con un cigarrillo los párpados de Julio Botte, de 22 meses de edad. Es descubierto por la madre de la víctima, pero alcanza a huir.
El 6 de diciembre, Fiore y Lucía Godino, cansados de los continuos problemas causados por Cayetano ―que entonces tenía 12 años― vuelven a entregarlo a la policía. Esta vez es enviado a la Colonia de Menores Marcos Paz en donde permanece durante tres años. Mientras permanece encerrado acude a clases en donde aprende a leer y escribir un poco. La estancia de Godino en el reformatorio, lejos de regenerarlo, lo endurece. El 23 de diciembre de 1911 regresa a las calles; ahora es un criminal frío y terriblemente potenciado. Su liberación se da, al parecer, a petición de sus padres con quienes regresa a vivir. En un fútil intento por redimirlo de su secuela criminal se habían ocupado de conseguirle trabajo en una fábrica, pero por desgracia solamente es capaz de mantener el puesto durante tres meses.

Nuevamente comienza a vagar por las calles, pero esta vez no se circunscribe a los barrios conocidos, sus vagabundeos lo llevan a frecuentar lugares y personas del más bajo nivel moral de la pujante ciudad de Buenos Aires. Asimismo, comienza a sufrir fuertes dolores de cabeza que se traducían en ganas de matar, sobre todo después de tomar alcohol.

1912[editar]
El 17 de enero de 1912 Cayetano, quien ya es conocido en las calles con el sobrenombre de Petiso Orejudo, se introduce en una bodega de la calle Corrientes y da rienda a otra de sus grandes pasiones; el fuego. El incendio que provoca tarda cuatro horas en ser sofocado por los bomberos. Después de su arresto declararía:

Me gusta ver trabajar a los bomberos… Es lindo ver cómo caen en el fuego.
Víctimas[editar]

Severino González Caló, a quien intentó asesinar.
Arturo Laurora: El 25 de enero de 1912 se denunció la desaparición de un menor de 13 años. Al día siguiente se descubrió el cadáver en una casa puesta en alquiler en la calle Pavón. El cuerpo fue descubierto golpeado y semidesnudo, con un trozo de cordel atado alrededor del cuello. Las investigaciones no conducen a ningún lado. En diciembre de 1912 Godino confesará la autoría de este crimen.
Reyna Bonita Vaínicoff: El 7 de marzo de 1912 Godino prendió fuego a las ropas de una niña de cinco años. La pequeña falleció tras 16 días de agonía en el Hospital de Niños.
En los meses siguientes de 1912, Godino causa dos incendios más que son controlados fácilmente por los bomberos sin que se produzcan víctimas.
El 24 de septiembre de 1912, mientras trabaja en una bodega propiedad de Paulino Gómez, Godino mata de tres puñaladas a una yegua. No fue detenido por falta de pruebas.
Apenas unos días después prende fuego a la estación Vail, ubicada en las actuales calles Carlos Calvo y Oruro, propiedad de la compañía de tranvías Anglo-Argentina. El incendio fue controlado por los bomberos.
Roberto Russo: El 8 de noviembre de 1912, Godino convence con engaños a Roberto Russo, de dos años, para que lo acompañe a un almacén en donde presuntamente le compraría unos caramelos. Lo lleva hasta un alfalfar a pocas cuadras en donde le ata los pies y procede a ahorcarlo con un trozo de la cuerda que usa para atarse los pantalones. Son descubiertos por un peón del alfalfar, quien los entrega a las autoridades. Cayetano Godino declaró que había encontrado atado al niño y lo estaba rescatando cuando fueron descubiertos. Es liberado por falta de mérito.
Carmen Ghittone: El 16 de noviembre de 1912, en un baldío situado en las calles Deán Funes y Chiclana, intenta golpear a Carmen Ghittone, de tres años. Un vigilante hace acto de presencia y Godino consigue escapar.
Catalina Naulener: Días después, el 20 de noviembre, se lleva de la esquina de Muñiz y San Juan a la niña Catalina Naulener, de cinco años. Busca un baldío por la calle Directorio, pero antes de encontrarlo la menor se resiste a seguir. Godino se descontrola y la golpea. El dueño de la casa ubicada en San Juan 78 interviene y Godino logra huir de nuevo.

Cayetano Godino ya adulto.


Gesualdo Giordano:3 El último crimen del Orejudo es probablemente el mejor documentado de su carrera. El 3 de diciembre de 1912, su víctima ―de apenas tres años― salió como todas las mañanas después de desayunar con sus padres, de su casa ubicada en la calle Progreso 2185 para reunirse con sus amiguitos a jugar. Esa misma mañana ―a pesar de los acostumbrados gritos de su padre―, Cayetano Godino sale de su casa ubicada en Urquiza 1970. Después de vagabundear un rato por las calles, Santos Godino encuentra en la calle Progreso al grupo de chicos jugando. Se les suma sin despertar ninguna sospecha porque su aspecto de idiota siempre le ha permitido ganar la confianza de sus víctimas. Poco después consigue convencer a Gesualdo para que lo acompañe a comprar unos caramelos. Un rato antes y sin éxito, invitó a Marta Pelossi, de 2 años de edad, pero la menor, asustada, se refugió en su domicilio. Así pues, víctima y homicida se encaminan sin apuro hacia el almacén ubicado en Progreso 2599 en donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el más chico los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos: le permite algunos, y le promete los demás si acepta acompañarlo hasta cierto lugar alejado, la Quinta Moreno (donde actualmente se levanta el Instituto Bernasconi). Una vez en la entrada, el chico llora y se resiste a entrar. Pero el asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza y lo aquieta poniéndole la rodilla derecha sobre el pecho.

Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón (se trata de esos lazos de algodón que se utilizan en albañilería para sostener las plomadas), y empieza a enrollarlo en el cuello de Gesualdo, le da 13 vueltas y procede a estrangularlo. Pero Gesualdo intenta levantarse, así que Godino procede a atarle de pies y manos, cortando la cuerda con un cerillo encendido. De nuevo procede a asfixiarlo con el cordel pero el chiquillo se resiste a morir. Busca otra manera de matarlo. Godino se da a la tarea de encontrar alguna herramienta adecuada. Su búsqueda lo lleva al exterior del local en donde se topa con el padre de Gesualdo, quien le pregunta por el paradero del niño. Imperturbable, Godino le responde no haberlo visto y le sugiere dirigirse a la comisaría más próxima a levantar una denuncia. Mientras tanto el Orejudo encuentra un viejo clavo de 4 pulgadas (10 cm), regresa con él junto a su víctima, y usando una piedra como martillo lo hunde en la sien del niño moribundo. Después de cubrirlo con una vieja lámina de zinc, huye de la escena del crimen. Esa noche, durante el velatorio de su víctima, Godino hace acto de presencia. Después de observar durante algún tiempo el cadáver de Gesualdo, huye llorando del lugar. Según declaró posteriormente, deseaba ver si el cadáver aún tenía el clavo en la cabeza. Para su desgracia dos policías, el subcomisario Peire y el principal Ricardo Bassetti ya habían ligado cabos con casos anteriores. Esa misma madrugada del 4 de diciembre de 1912 allanaron el hogar de los Godino y arrestaron a Cayetano. En sus bolsillos encontraron un artículo de periódico aún fresco que relataba los pormenores del asesinato y en sus pantalones restos del piolín con que había ahorcado a Gesualdo.
Condena
Tras ser detenido confesó cuatro homicidios y numerosas tentativas de asesinatos. En noviembre de 1914 el juez en lo penal de sentencia Dr. Ramos Mejía absolvió a Godino considerándolo penalmente irresponsable y ordenó remitir las actuaciones al Juzgado en lo civil para formalizar su internación por tiempo indefinido y se lo recluyó en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados delincuentes. Allí atacó a dos pacientes: uno inválido en una cama y el otro en silla de ruedas. Después intentó huir. A raíz de la apelación de la sentencia la Cámara de Apelaciones en lo Criminal resolvió por unanimidad que Santos Godino fuera confinado (mientras no hubiera asilos adecuados) en una penitenciaría por tiempo indeterminado, por lo que le trasladaron a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras.

Penal de Ushuaia

El Petiso Orejudo en el Penal de Ushuaia, en 1923.
Diez años después, en 1923, se le trasladó al Penal de Ushuaia, Tierra del Fuego, conocida como la Cárcel del Fin del Mundo. En 1927 los médicos del penal ―basándose en los estudios seudocientíficos de Lombroso― creían que en las orejas radicaba su maldad, por lo que le practicaron una cirugía estética para achicárselas.[cita requerida] Este radical tratamiento no tuvo resultados.

En 1936, Godino pidió la libertad y se la negaron: los dictámenes médicos elaborados por los doctores Negri y Lucero y los doctores Esteves y Cabred concluyeron que «es un imbécil o un degenerado hereditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quienes lo rodean». De su vida de recluso se sabe poco. Apenas alguna anécdota como la siguiente: en 1933 consiguió detonar la furia de los presos porque mató al gato mascota del penal arrojándolo junto con los leños al fuego; le pegaron tanto que tardó más de veinte días en salir del hospital.

Fallecimiento[editar]
Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia el 15 de noviembre de 1944 siguen siendo nebulosas. Se presume que murió a causa de una hemorragia interna causada por un proceso ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que había sido maltratado y, con frecuencia, violentado sexualmente. Sobrellevó los largos días de la cárcel, sin amigos, sin visitas y sin cartas. Murió sin confesar remordimientos.

Según otros,4 5 los policías del penal habrían comentado que Godino murió a manos de los reclusos, quienes lo golpearon hasta matarlo, luego de que este matara a la mascota de los presos, un gato.

El penal de Ushuaia fue finalmente clausurado en 1947. Cuando el cementerio fue removido, los huesos de este asesino serial ya no estaban.

Informes médicos[editar]

Mural con el retrato de Cayetano Santos Godino en Ushuaia (Argentina).

Reproducción a tamaño natural del Petiso Orejudo en su celda.
Los siguientes son resúmenes de los informes médicos, que constan en el Archivo General de los Tribunales (en Buenos Aires), Sección Penal, legajo n.º 2255 Criminal, 2.º cuerpo, folios 213-260.

Informe Negri-Lucero (31 de enero de 1913)[editar]
El procesado Godino es un alienado mental o insano o demente, en las acepciones legales.
Es un degenerado hereditario, imbécil que sufre la locura moral, por definición, muy peligrosa.
Es irresponsable.
Informe de Víctor Mercante (24 de febrero de 1913)[editar]
Cayetano Santos Godino no sabe leer, escribe tan solo su firma y conoce los números hasta 100. Posee una suma de conocimientos generales muy mala, obtenidos por educación refleja.
Es un tipo absolutamente inadaptable a la escuela común; solo con educación individual hubiera podido alcanzar algún éxito.
Se ha desenvuelto en un medio desfavorable a la formación de una conducta correcta.
Priman en él los instintos primarios de la vida animal con una actividad poco común, mientras que los sociales están poco menos que atrofiados. Es un tipo agresivo, sin sentimientos e inhibición, lo que explica su inadaptabilidad a la disciplina didáctica.
Ofrece del punto de vista físico, diversos estigmas degenerativos, los más característicos del tipo criminal.
Sus sentidos y la capacidad para conocer, no ofrecen anomalías, se presentan normales; asimismo normales sus capacidades psíquicas, si bien inestable la atención por falta de dirección afectiva.
En cambio, ofrece como estigma fundamental de su vida moral, la idiotez afectiva; los sentimientos sociales, directrices de la acción, son poco menos que nulos.
De suerte que sus estados de conciencia contienen normalmente, todos los elementos menos uno, fundamental que la desequilibra, el afectivo, que es algo así como el timón de la conducta.
Informe Ernesto Nelson (1 de abril de 1913)[editar]
Godino es un caso de degeneración agravada por el abandono social de que él ha sido víctima, y que por lo tanto no puede hacérsele responsable de sus crímenes, aun cuando su libertad sería peligrosa.
Informe Esteves - Cabred (29 de mayo de 1913)[editar]
Que Cayetano Santos Godino se halla atacado de alienación mental.
Que su alienación mental reviste la forma de imbecilidad.
Que esta imbecilidad es incurable.
Que Godino es totalmente irresponsable de sus actos.
Que presenta numerosas anomalías físicas y psíquicas.
Que carece de condiciones para el trabajo disciplinado.
Que tiene noción de la responsabilidad de sus actos, lo cual se observa en muchos alienados.
Que es un impulsivo consciente y extremadamente peligroso para los que lo rodean.
Que debe permanecer, indefinidamente, aislado en el manicomio en que se encuentra.
Filmografía[editar]
2007: El niño de barro, dirigida por Jorge Algora (Madrid, 1963); el Petiso Orejudo es representado por el actor Abel Ayala (1988).
Referencias[editar]
Vallejos, Marcelo (1993): «Los crímenes del Petiso Orejudo», en la revista Todo es Historia, n.º 312, pág. 8; 1993.
Notas[editar]
Volver arriba ↑ Leonel Contreras, La leyenda del Petiso Orejudo (Cayetano Santos Godino), Ediciones Turísticas de Mario Blanchik, Buenos Aires, Argentina, 2003, pág. 23, ISBN 987-9473-27-2.
Volver arriba ↑ Pombo, Gabriel: Historias de asesinos. Montevideo (Uruguay): Editorial Jurídica Carlos Álvarez, 2010, pág. 61. ISBN 978-9974-611-38-2.
↑ Saltar a: a b c Vairo, Carlos Pedro. «Preso n.º 90: El Petiso Orejudo o Cayetano Santos Godino». En Zagier & Urruty Publications. El presidio Ushuaia. Una colección fotográfica. The prison Ushuaia. A photo collection (en español e inglés). Buenos Aires (Argentina): Zagier & Urruty Publications. Museo Marítimo de Ushuaia. pp. 141-146. ISBN 978-187-95-6839-6. OCLC 41230911.
Volver arriba ↑ Moreno, María (1994): El Petiso Orejudo. Buenos Aires: Planeta, 1994; pág. 98.
Volver arriba ↑ Ricardo Basetti (1973): «La Buenos Aires del Petiso Orejudo», artículo en la revista Mundo Policial, n.º 23. Buenos Aires, enero-febrero de 1973.