26. PEDRO ALONSO LÓPEZ.
Pedro Alonso López nació en Tolmia, Colombia, en 1949, durante los perÃodos de "La Violencia”. Éste hombre estaba de hecho en el último lugar de la Tierra donde alguien habrÃa querido nacer. El paÃs fue gobernado por alborotadores y actos inconcebibles de violencia. Los problemas empezaron justo un año antes, en 1948, cuando se asesinó a un polÃtico popular Liberal, Jorge Eliecer Gaitan y una guerra civil estalló en el paÃs. La guerra continuarÃa los próximos 10 años y apoderarÃa de 200,000 vidas antes de acabar.
El hijo de una prostituta, Pedro era el séptimo de 13 hermanos, nunca tuvo una infancia feliz. Su madre era una mujer dominadora quien controló a sus hijos con puño de hierro. Indiferente a sus obligaciones en el hogar, cualquier pretexto era bueno si le permitÃa estar en las calles.
Violaciones de los derechos del humano por los guerrilleros, paramilitares y miembros de las fuerzas nacionales eran comunes, el incremento del crimen con respecto al resto de paÃses era cincuenta veces más alto que lo habitual en el mundo.
En 1957 a la edad de 8 años, la madre de Pedro le sorprendió manteniendo relaciones sexuales con su hermana más joven y su peor pesadilla llegó a ser una realidad; se desterró a las calles y juró no volver nunca al hogar de nuevo. Tan yermo como la situación, las cosas rápidamente empezaron a cambiar cuando un hombre más viejo lo recogió apartándole de las calles, le ofreció comida y un lugar donde poder vivir. Pedro no podÃa creer en su suerte y rápidamente aceptó la oferta con fe ciega. No obstante, era algo demasiado bueno para ser verdadero. En lugar de imaginarse un hogar afelpado con comida y ropa de cama, el hombre le llevó a un edificio abandonado, donde le sodomizó en numerosas ocasiones antes de echarlo fuera hacia las calles de nuevo.
Después de su acontecimiento desafortunado con el hombre viejo, Pedro llegó a ser acosado por extraños. Durmió en las aceras y edificios abandonados y sólo de noche, salÃa de su escondite en búsqueda de comida en los cubos de la basura y vertederos locales. HabÃa transcurrido casi un año cuando Pedro finalmente obtuvo el suficiente valor para viajar por el paÃs y eventualmente acabó en la ciudad de Bogotá. Después de unos dÃas de mendigar por comida y recoger basura, un residente americano lo amparó. El individuo sintió pena por la apariencia de desnutrición de Pedro y por los ruegos por comida que hacÃa. El hombre, proporcionó una comida espléndida y le preguntó si deseaba venir a vivir con ellos.
Indiferente de la buena suerte de Pedro, como con todo en su vida, no se lo pensó dos veces. En 1963 a la edad de 12 años, un maestro lo agredió sexualmente durante un dÃa de estudios. Todos los miedos previos de Pedro retornaban y el odio creció dentro de él. El paso siguiente fue robar dinero de la oficina de la escuela y huyó de su hogar.
Pedro volvió al único lugar seguro que conocÃa, su primer hogar verdadero, las calles de Colombia. La guerra civil ya era una cosa del pasado y la guerra frÃa se instauró en el paÃs. El gobierno se reorganizaba y fábricas que se habÃan construido durante la represión, empezaban despacio a volver a abrirse. No obstante, Pedro nunca habÃa conseguido experiencia en ningún trabajo y tuvo sólo una educación mÃnima. Pasó los siguientes seis años en la mendicidad y comete robos pequeños para sobrevivir.
Por sus propios medios Pedro empezó a robar coches. TenÃa poco que perder y un local compraba y pagaba por sus servicios. Era un ladrón de vehÃculos muy hábil y fue admirado por los aprendices más jóvenes del negocio.
A pesar de sus habilidades en 1969, Pedro, con 18 años de edad fue arrestado por autoridades por robo de vehÃculos y sentenciado a siete años de prisión. Permaneció en prisión y tan solo dos dÃas después es violado por cuatro presos más viejos. En el siguiente ataque, Pedro se juró a sà mismo que nadie lo tocarÃa de nuevo. En venganza, construyó un cuchillo con los utensilios de la prisión y dos semanas más tarde cumple su venganza y asesina a cada uno de los cuatro hombres que lo habÃan violado. Las autoridades juzgaron el caso como defensa propia y no por el cargo de asesinato, simplemente se le agregó un adicional dos años a la condena inicial de Pedro por el robo del vehÃculo.
La prisión, combinó con sus penalidades previas, un daño irreparable a la mente de Pedro y pareció haber sido empujado a transformar su mente. Debido al abuso mental que soportó en las manos de su madre durante sus años tempranos habÃa crecido temeroso de las mujeres. La comunicación social con ellas era impracticable, y satisfacÃa sus deseos con libros pornográficos y revistas. En la mente de Pedro su madre tenÃa la culpa de todo el sufrimiento de su vida y dolor de su corazón.
A su salida de prisión en 1978, Pedro viajó extensamente por todas partes del Perú. Durante este tiempo, que él más tarde reconoció, habÃa empezado a atacar violentamente y asesinar por lo menos 100 muchachas jóvenes de tribus locales por toda la región. La verdad es que es imposible verificar estas denuncias, pero lo que sà se sabe es que fue capturado por un grupo de Ayacuchos, en el norte del Perú, mientras intentaba secuestrar a una muchacha de tan solo 9 años de edad.
Los indios le despojaron de sus ropas, pertenencias y lo torturaron durante varias horas antes de decidir enterrarlo vivo. No obstante, tuvo la suerte de su lado, porque un misionero americano intervino y convenció a sus captores que el asesinato era impÃo y que deben entregar a Pedro a las autoridades. Ellos consideraron esta posibilidad y entregaron a su prisionero a las autoridades peruanas. Las autoridades judiciales y policiales no quieren perder el tiempo en investigar la denuncia de las pequeñas tribus y el Gobierno peruano deporta a Pedro a Ecuador.
En su retorno a Ecuador, Pedro empezó a viajar alrededor de la región, incluso frecuentemente se detiene en Colombia. Las autoridades pronto empezaron a relacionar un acrecentamiento en casos de personas desaparecidas, más concretamente a muchachas jóvenes, sin embargo, rápidamente concluyeron que se estaba produciendo debido al crecimiento de la demanda de esclavos sexuales y trata de blancas.
En abril de 1980, una riada inunda Ambato cerca de Ecuador y esto causó que las autoridades tomaran de nuevo al archivo de casos de las personas desaparecidas cuando las aguas rabiosas desenterraron los restos de cuatro niñas. Mientras era difÃcil por los especialistas determinar las causas de las muertes, concluyeron que las muchachas que habÃan encontrado, obviamente alguien se habÃa tomado las molestias de esconder sus cuerpos a ojos entrometidos.
DÃas después de la riada, una mujer de la localidad, Carvina Poveda, se dirigÃa a realiza sus compras a un supermercado local con su hija Marie, de 12 años de edad, cuando un hombre desconocido intentó raptar a la muchacha. Carvina pidió ayuda para detener al hombre que trataba huir del supermercado con su hija en brazos. Comerciantes locales acudieron rápidamente a prestar su ayuda, capturaron al hombre antes de que pudiera escapar y lo retuvieron hasta la llegada las autoridades.
Pedro se encontraba muy tranquilo cuando la policÃa llegó a la escena. Cuando regresaron a la comisarÃa principal con su sospechoso, su primera conclusión fue que tenÃan a un loco en custodia.
Una vez en la oficina principal de la comisarÃa, Pedro se negó a cooperar con las autoridades y permaneció en silencio en todas las preguntas del interrogatorio. Los investigadores pronto se dieron cuenta de que tendrÃan que emplear una estrategia diferente para hacer hablar a su sospechoso. Uno de los funcionarios pronto sugirió que llamaran a un sacerdote, el Padre Córdoba Gudino, que conoció en prisión y mantuvo conversaciones en una celda con Pedro. El diseño de la estrategia de la policÃa era que el Padre Gudino se ganara la confianza del sospechoso y reconociera sus crÃmenes.
Al momento, Pedro empezó a hablar, y al dÃa siguiente, ya habÃa revelado actos tan repulsivos de violencia al Padre Gudino, que este no pudo oÃr ninguno más y pidió que le sacaran de la celda. Las siguientes y breves entrevistas con el Padre Gudino, proporcionaron a los investigadores pruebas contra Pedro acerca de las recientemente evidencias de asesinatos y maltratos. Pedro confesó a los investigadores que habÃa asesinado por lo menos a 110 muchachas en Ecuador, 100 en Colombia, y "muchas más de 100" en Perú.
"A mà me caen bien a las muchachas en Ecuador," dijo, "son más dóciles y más confiadas e inocentes, no son como las muchachas colombianas que sospechan de extraños."
En el curso de sus confesiones, Pedro justificó sus crÃmenes a su dura vida y a una adolescencia difÃcil y solitaria. "Perdà mi inocencia a la edad de ocho años" explicó, "asà que decidà hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera."
Cuando se le preguntó cómo seleccionaba y convencÃa a sus vÃctimas para después cometer sus crÃmenes, Pedro explicó que a menudo buscaba sus blancos con "una mirada segura de inocencia." Siempre buscaba sus vÃctimas a la luz del dÃa, porque no querÃa que la oscuridad escondiera sus verdaderas intenciones de matarlas.
Cuando se le preguntó que hacÃa con estas vÃctimas, Pedro explicó que primero violaba a su vÃctima, y entonces la estrangulaba mientras miraba fijamente sus ojos. QuerÃa tocar el placer más profundo y de la excitación sexual más profunda antes que su vida se marchitara. Siguió declarando que el horror continuarÃa aun después de su muerte.
PolicÃa estaba inicialmente escéptica ante las espantosas confesiones, casi increÃbles de Pedro, los enlaces con Perú y Colombia eran incapaces de demostrar lo contrario. Como Pedro se dio cuenta de que investigadores dudaron de las pruebas de sus demandas, ofreció llevarlos a varios lugares donde él mismo habÃa enterrado a los cadáveres por todas partes del paÃs. Los investigadores estuvieron de acuerdo y dispuso el diseño de un plan de acción.
Los siguientes dÃas después de su confesión inicial, se requiere a Pedro desde la comisarÃa principal para que pueda dirigir una caravana policÃaca a sus sitios de enterramiento. Las dudas de los investigadores pronto empezaron a desaparecer cuando Pedro los llevó a un apartado área en la vecindad de Ambato, donde descubrieron los cadáveres de 53 muchachas, de edades comprendidas entre ocho y doce años. Durante todo el dÃa Pedro los llevó a 28 nuevos sitios, y en cualquier lugar que realizaban excavaciones no se descubrieron otros cuerpos. Algunos de los investigadores opinaron que animales probablemente esparcieron los restos y las riadas habÃan “lavado” el terreno.
De regreso a la comisarÃa, se anotaron más de 57 cuerpos asesinados, de cualquier modo que Pedro repitió la cantidad de 110 como resultado de sus crÃmenes tal y como se registraron en sus confesiones. El director de asuntos de la prisión, Vencedor Lascano, más tarde explicó: "Si alguien confiesa autor de cientos de asesinatos y se encuentran más de 57 cadáveres, debemos creer lo que dice." Lascano también les dijo ese periodista, "pienso que su estimación de 300 es muy baja."
De cualquier modo, nunca se supo nada más de las declaraciones e investigaciones acerca de estos asesinatos. Lo que sà es conocido es que en 1980, se declaró culpable Pedro Alonso López del delito de múltiple asesinato y fue sentenciado a pasar el resto de su vida en prisión.
"Está parte del perfil," dijo una vez Robert Ressler, investigador criminalista del FBI. "De los asesinos múltiples muy a menudo se deben a obsesiones de algún género relacionadas con sus madres. Una relación de odio, en idioma popular. Estas madres, habitualmente no serán candidatas a madre del año. El hilo común parece ser el elemento sexual, madres que tienen muchos compañeros del sexo y el hijo es sabedor de esto. Por supuesto, los niños de prostitutas son los más probables prototipos si se les expone a este tipo de conducta, agresiva y desentendida por parte de la madre."
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