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Historias Verdaderas

Un refugio para los animales maltratados
Yolanda Romero tiene 20 años rescatando seres vivos maltratados y abandonados en los tiraderos de basura; ha encontrado caballos, burros y vacas.

Busca animales maltratados entre los escombros, revuelve los desperdicios, mueve botes y siempre regresa a su refugio con un ser en críticas situaciones: perritos quemados, con la pata rota a golpes, violados, con algún ojito colgando. Dice que la mente del humano no tiene límites hacia la crueldad con los animalitos.

Yolanda tiene 54 años y desde niña comenzó a preocuparse por los animales maltratados. No se detiene; de su hogar en la colonia Guerrero viaja a los tiraderos de Tultitlán para rescatar perros, gatos, caballos, burros, vacas y cualquier animal que sufra.


“Alquilé un terreno junto a los basureros donde tengo más de 100 perros necesitados. Voy a los tiraderos para recoger animalitos que la gente deja junto a la basura. Los caballos y burros que utilizan para jalar las carretas de basura también terminan en mal estado y tengo que abogar por ellos.”

Ya no se acuerda de cuántos animalitos han pasado por sus manos, cuántos se han recuperado y cuántos murieron en el intento. “Pero cada uno tuvo su historia y nombre propio”.

Lleva 20 años en esta labor, armó un equipo con voluntarios y cuenta con la página Por nuestros hermanos sin voz en Facebook, en donde la gente altruista se comunica con ella para apoyarla con croquetas, medicinas y cualquier tipo de ayuda que sirva para seguir con un trabajo sin salario y por el que a veces le gritan que está loca.

“Yo soy de Tlacotalpan, Veracruz, y desde niña sufrí hambre. Quizá por ello me identifiqué con los animalitos que sufren y me di cuenta que hay mucha crueldad hacia ellos.

“El refugio en el basurero es provisional, pues luego me llevo a los perros a Hidalgo. Caballos y burritos se van a Cuautla.”

Yolanda Romero recibe ayuda para recoger a los animales, curarlos, alimentarlos y luego buscarles un hogar. “Tengo unos 200 perritos y lo que buscamos es organizar pasarelas en parques públicos para que la gente se anime a adoptar uno. Tratamos de darles seguimiento y si vemos que no son bien atendidos, pues vamos por ellos”.

Muestra fotos de lo que ha hecho a través de los años: de aquellos perritos que rescató en lancha, en una inundación; de la yegua que fue violada y maltratada por un drogadicto y que sólo le duró tres días viva.

También de su refugio y los gatitos que encontró en muy malas condiciones y que poco a poco los volvió a la vida.

Platica del caso de una perrita que fue violada y que una familia canadiense vino hasta el DF para adoptarla.

Reconoce que muchos animalitos llegan en muy malas condiciones y no se salvan. “Yo insisto en buscarlos, recogerlos, curarlos y buscarles una familia. Los pongo bonitos para las pasarelas... donde un niño los espera”.