Por Carlos Charis (pero esta vez, sin anestesia)
El abogado de Jair N., uno de los cabrones señalados por el feminicidio de Cecilia Monzón, fue multado con más de 79 mil pesos. No por robar, no por mentir, no por defender a un criminal —que eso se da por hecho en su oficio—, sino por patear el juicio, retrasarlo como quien le mete el pie al reloj de la justicia y se fuma un cigarro mientras ve arder el expediente.
Tres veces. No una. Ni dos. Tres.
Primero, no se presentó a una audiencia el 28 de abril. Se le multó con 100 UMAs: 11 mil 314 pesos. Lo mínimo.
Luego, se hizo el loco para no devolver el expediente. Le volvieron a clavar otros 11 mil y pico.
Y como si no fuera suficiente, repitió la jugada. 400 UMAs más, lo que equivale a 56 mil 570 pesos.
Total: 79 mil 198 pesos de castigo por joder el proceso. Ni una lágrima. Ni una disculpa.
Helena Monzón, hermana de Cecilia, lo dijo claro desde sus redes. Porque parece que en este país las redes sociales son el último rincón de la verdad, mientras los tribunales bostezan.
El juicio no sigue. No todavía. No el 5 de mayo. Tal vez el 11, si a Jair N. se le ocurre conseguir otro abogado. Uno que no huya. Uno que no se esconda. Uno que no tenga la decencia de hacerse el muerto mientras el caso más importante de su carrera se pudre entre papeles.
Este país tiene memoria corta y tripas de acero para digerir la injusticia. Pero aquí seguimos. Apuntando nombres. Sumando UMAs. Escupiendo verdades.
Porque a Cecilia la mataron. Y todavía no hay justicia. Solo multas. Solo excusas. Solo humo.