De promesas grandiosas a la realidad decepcionante
La remodelación del dos veces mundialista Estadio Cuauhtémoc, sede de los mundiales de México 1970 y 1986, fue presentada como un proyecto revolucionario con una inversión inicial de 517 millones de pesos, que finalmente ascendió a más de 713 millones, financiados con recursos públicos.
Desde su anuncio en 2014, se prometió un estadio con características innovadoras:
- Una fachada futurista elaborada con material ETFE, similar al de estadios de élite mundial.
- Pantallas gigantes en las esquinas interiores y una en la parte exterior.
- Áreas VIP y un restaurante dentro de las tribunas.
No obstante, al término de las obras, las promesas quedaron en simples renders. La fachada de ETFE, que debía ser un símbolo de modernidad, fue duramente criticada por su aspecto rudimentario, desatando burlas y el mote de “Chiquihuite” por su parecido con un recipiente de plástico.
Retrasos y un estreno deslucido
Aunque las obras debían concluir en agosto de 2015, los retrasos obligaron a postergar la inauguración hasta noviembre. Para marcar su reinauguración, se organizó un partido amistoso entre el Puebla y el Boca Juniors de Argentina. Sin embargo, el encuentro dejó mucho que desear: Boca jugó con suplentes y sin su estrella, Carlos Tevez, y el único gol fue un penal anotado por Matías Alustiza en un duelo carente de emoción.
Promesas incumplidas que marcaron la remodelación
Fachada cuestionada: Aunque el material ETFE fue publicitado como un elemento innovador, su implementación dejó mucho que desear, careciendo del impacto visual prometido.
Ausencia de tecnología prometida: Las pantallas interiores y exteriores anunciadas en los renders no se materializaron.
Áreas VIP y restaurante inexistentes: Las zonas exclusivas para aficionados y el restaurante, que debían ser atractivos diferenciadores, nunca fueron construidos.
Costo inflado y dudas sobre la ejecución: El incremento de más de 196 millones de pesos en el presupuesto generó críticas sobre la transparencia en la ejecución del proyecto.
Un legado polémico
A nueve años de su reinauguración, el Estadio Cuauhtémoc se mantiene como una instalación funcional, pero su remodelación simboliza las promesas no cumplidas de una administración que aspiraba a dejar un legado monumental. Para los aficionados poblanos, el “Chiquihuite Stadium” es un recordatorio de las expectativas incumplidas y de cómo un sueño europeo terminó como una decepción local.