El derecho al divorcio
Norma Layón
El derecho al divorcio es un logro fundamental del feminismo que ha permitido a las mujeres autonomía y emancipación. Los movimientos feministas consideran que este derecho es clave para salir de un matrimonio abusivo y obtener autonomía sobre sus decisiones personales y afectivas.
El derecho al divorcio no es una excepción. Es una conquista relativamente reciente dentro del mundo desarrollado, en donde no resulta sano ni permisible el de mantener a dos personas ligadas en contra de su voluntad, puesto que este hecho constituye un atentado contra la libertad de las personas. En la sociedad actual, la posibilidad de poner fin a una relación conyugal particular no supone ningún peligro para las instituciones sociales básicas, cuestión que resultaba inadmisible a los señoríos feudales de la alta Edad Media y aún en sociedades de nuestro tiempo.
Sin embargo aún existen voces que afirman que el divorcio, atenta contra la institución matrimonial, porque piensan que es una ataque a la familia. Sin duda un gran error, en virtud de que el divorcio no cuestiona el matrimonio, porque no tendría razón de ser si el matrimonio no existiese. Nadie se divorcia si no se ha casado previamente, y algunas personas se divorcian sólo para poder volver a casarse.
En México, el Código Civil Federal establece que en un divorcio por mutuo consentimiento, la mujer tiene derecho a alimentos si no tiene ingresos suficientes y no se vuelve a casar o a vivir en concubinato. Las causales únicas de divorcio en México son el adulterio, abandono voluntario, excesos, sevicia e injurias graves
Algunas causas de divorcio en México incluyen actos inmorales que corrompen a los hijos. La lucha feminista ha conquistado derechos sociales que permiten decidir sobre la vida personal sin coacciones legales. El divorcio es una herramienta clave contra las desigualdades y un impulso a la independencia de las mujeres.
El divorcio puede tener efectos psicológicos y emocionales significativos en las mujeres, incluyendo falta de apetito, reducción de energía y fuerza física, dolor en el pecho y abdomen, problemas digestivos, alteración del sueño y sentimientos de inutilidad e intento de suicidio. Sin embargo, también puede ser una herramienta clave contra las desigualdades entre hombres y mujeres.
Los derechos humanos no tienen un carácter universal y atemporal, su reconocimiento responde a las condiciones históricas, las cuales van unidas a la evolución social. En las relaciones afectivas, el derecho a la libre elección del cónyuge, fue durante muchos siglos, una aspiración de millones de mujeres que les fue negado ese derecho, con la aprobación de la sociedad.
Los derechos humanos y fundamentales de las mujeres incluyen; Vivir sin violencia ni discriminación. Gozar de salud física y mental. Recibir educación. Propiedad. Votar. Igual salario por igual trabajo, entre otros.
Por lo tanto el divorcio se concibe en la mayoría de los países como un remedio más que como un derecho. En la Declaración Universal de Derechos Humanos el derecho al divorcio lo alude de forma implícita, al establecer la igualdad de derechos del hombre y la mujer. Al mantenerse esta ambigüedad, que no durará mucho, tras la existencia de un Estado no confesional, en donde ya no existan razones que impidan el derecho a disolver el matrimonio como también el de contraerlo.
Sin embargo, problemas emocionales, sociales y religiosos pueden surgir. Más de la mitad de las mujeres citan la "mentalidad machista" como motivo principal para el divorcio, el cual puede desencadenar emociones intensas como dolor, tristeza y enojo, llevando a sentimientos de soledad, en ocasiones el suicidio.
En cuanto a la iniciativa en el divorcio, seis de cada diez casos son solicitados por la mujer, seguidos por acuerdos mutuos (uno de cada cinco) y decisiones tomadas por el varón el 18%.
Es por eso que en la lucha por el empoderamiento de las mujeres y rescatarlas de las relaciones abusivas todas somos una.