Construcciones emblemáticas de Cantabria: Túnel de la Engaña
El Túnel de La Engaña recorre 6.976 metros de las entrañas de Cantabria, pero no conduce a ninguna parte. Se construyó para permitir el paso de los trenes, pero estos jamás lo atravesaron. Cincuenta años después, nadie ha sido capaz de encontrarle una utilidad social a una de las obras de ingeniería civil más ambiciosas de la historia de Cantabria.
Su trazado atraviesa Estacas de Trueba, consiguiendo unir las provincias de Burgos y Cantabria. La longitud total es de 6.976 metros, 400 de ellos en curva y el resto en línea recta. El diámetro es de 9 metros, estando previsto con capacidad para 2 vías. La pendiente entre las bocas es del 2%. Sus bocas están realizadas en piedra de sillería y mampostería.
Se realizó una importante obra de canalización de las aguas del río Engaña. Además está preparado para drenar el agua filtrada al exterior por medio de cunetas especialmente diseñadas para ello.
La boca Sur se halla a 2.000 metros del límite interprovincial. La galería para los trenes presenta una ligera curva en el extremo de la boca Sur, por lo que se construyó la denominada “galería de enfilación”, (suficiente para el paso de una persona) alineada en recta con el resto del túnel principal. Podemos decir por tanto, que el túnel de La Engaña tiene 3 bocas en vez de 2.
Veinte años de obras. La ejecución de esta obra se prolongó por espacio de veinte años, entre 1941 y 1961. Trabajaron dos equipos: uno desde la Vega de Pas, en Cantabria, y otro desde Pedrosa, en Burgos. Unos y otros se encontraron en 1959, hace ahora medio siglo. Para ello fue preciso excavar casi siete kilómetros de recorrido, en durísimas condiciones de trabajo. En las operaciones tomaron parte contingentes de hasta 700 personas. Quince de ellos perdieron la vida, incluso, como consecuencia de los diversos accidentes ocurridos durante las excavaciones.
Primero trabajaron presos. En 1941 acababa de terminar la Guerra Civil y muchos de quienes formaron parte del bando republicano fueron condenados a trabajos forzados. El Túnel de La Engaña vivió un notable impulso gracias a ellos. Vivían en la Vega de Pas, en las dependencias sanitarias expropiadas al Doctor Madrazo. Algunos de ellos se afincaron en la Vega, para siempre. Más adelante, cuando algunas de las heridas de la Guerra fueron cerrándose, operarios de la empresa Portolés, de Zaragoza, empezaron a hacerse cargo de los trabajos. En la zona pasiega, a estas gentes se les conocía popularmente como ‘portoleses’.
No cambió nada. Construir el Túnel de La Engaña supuso entonces una inversión de 280 millones de pesetas. Era una cifra muy importante, pero fue asumida por la sociedad en la medida en que se consideró que este proyecto ferroviario estaba llamado a transformar por completo las zonas y comarcas de su recorrido. Sin embargo, la obra no cambió nada, porque el tren nunca llegó a entrar en funcionamiento.
De aquel ambicioso proyecto destinado a comunicar los dos mares de España, quedan los trazados, los túneles y las estaciones ferroviarias. Quedan también los recuerdos de quienes trabajaron allí o vivieron junto a ellos. Y veinte años de esfuerzos que no condujeron a ninguna parte.