Juárez de Carne y Hueso
Conocer, sin duda, siempre
ennoblece; en el caso de Juárez lo humaniza
Horacio Cano
Sin duda el pensamiento del ser humano está en constante
evolución. Claro, si la meta es la búsqueda de la verdad, lo normal, lo que
tiene que pasar, es que tus puntos de vista cambien, quizá no en esencia. Al
momento de conocer más y mejor lo que las cosas son, puedes describirlas con
más detalles, logras observar aspectos que no habías tomado en cuenta al emitir
tu primera opinión. Así me ha pasado con Don Benito Juárez.
Como buen apasionado de la historia, lo fui desde las clases de
primaria; sí, leyendo esos tan criticados libros de texto que exponen la
historia oficial. De mi gusto por la clase de historia son testigos mis padres
y claro mis compañeros de escuela. Me aprendía las fechas y siempre tuve
interés por ir más allá de lo que se me planteaba en clase, sobre todo cuando
se trataba de nuestro país. En la historia oficial nos muestran a un Juárez de
bronce, inmaculado, sin errores, un héroe en toda la extensión de la palabra. Así
fue mi primer concepción del Benemérito de las Américas.
Conforme pasó el tiempo y con la rebeldía de la adolescencia, me
fui al lado contrario. Al buscar más información sobre el presidente Juárez
encontré que no me dijeron todo. Que sí se había equivocado, que quizá no fue
el más prudente y en su momento dividió un país. Me sentía engañado, porque parece
que la historia oficial me lo escondió para poderme contar una historia de
héroes y villanos.
Hoy tengo una imagen de un Benito Juárez mucho más humano, de
carne y hueso. Conocer, sin duda, siempre ennoblece. Fue un hombre de su tiempo
y sus circunstancias. Que amó profundamente a su familia. Un hombre que a pesar
de todas las contrariedades personales, pasó a la historia, pocos pueden
presumir de ello. El día que nació es asueto nacional, ningún personaje de la
historia tiene esa distinción (llámese Hidalgo, Morelos, Cárdenas o Madero). Un
personaje que genera polémica por lo que hizo. La mejor forma de no ser
juzgado, es no hacer nada, vivir en la mediocridad.
Para sus detractores, incluyendo a Horacio Cano del 2005, le diría
que no puede quitarle el merito de separar el poder político y el religioso.
Que siempre debió haber sido así, que la Iglesia debió seguir la teoría de las
dos espadas de Inocencio III, quizá los hombres no les interesaba que así fuera.
Porque las dos espadas son importantes, la espiritual y la temporal, pero una
no puede estar supeditada a la otra, se pierde el equilibrio.
Hoy la Iglesia Católica no podría tomar una postura a favor de las
victimas de las desapariciones de nuestro país si formara parte del poder
temporal. Gracias a Juárez y el ejecutar las leyes de reforma, se puede tener
esa postura de forma legitima. Acompañar el dolor de los padres y la familia de
las victimas de la violencia es sin duda la tarea de cualquier iglesia, la
espada espiritual.
Ya lo decía otro personaje de la historia, “es de sabios cambiar de opinión.”
COMENTARIO AL AIRE
A quien está en el servicio público, si bien las criticas deben
hacerle lo que el viento a Juárez, no por ello se debe de decir como dijo aquel
ex presidente mexicano, que “a los de la oposición, ni los veo ni los oigo”.
Parte del gobernar es comunicar, y la comunicación va en dos direcciones, es
decir, no solo permitir, hay que fomentar el dialogo. Comunicar sin escuchar,
no es comunicación.