Gobernar es escuchar
Sin escuchar al pueblo no hay gobierno ni verdad posible
Horacio Cano
¿Qué es la verdad? Según Santo Tomás —quien recogió y sistematizó el pensamiento de Aristóteles— la verdad es la adecuación de la inteligencia con la cosa. Es decir, conocer las cosas como son.
Se dice con frecuencia que nadie tiene la verdad absoluta, y es cierto. Pero esa afirmación implica algo fundamental: la verdad existe. Y si existe, entonces es deber de cualquiera —en cualquier ámbito de la vida— buscarla. Para ello, un paso imprescindible es escuchar al otro.
Para acercarnos a la verdad, conviene conocer distintas perspectivas. Mientras más voces escuchemos, más cerca estaremos. Claro, esas perspectivas deben plantearse mediante argumentos, que no son otra cosa más que razones sustentadas. Y esas razones, a su vez, requieren apoyarse en hechos verificables.
En política, escuchar es todavía más importante. Quien gobierna debe estar atento a lo que dice la gente. Hoy las redes sociales pueden ser una herramienta útil, pero también un espejo engañoso. La voz del pueblo no puede reducirse a los comentarios en una publicación, ni a tendencias o likes. Lo que se dice en redes puede ser valioso, pero no siempre representa el sentir real de la comunidad. Y aun así, tampoco debemos ignorarlo.
El gobernante debe de, además de escuchar, actuar en consecuencia a lo escuchado, es parte del paquete. Si no hay acciones de gobierno que sean reflejo de lo demandado por el pueblo. Así lo señala David Easton cuando hizo la distinción entre Input y Output del sistema político. A toda demanda del pueblo corresponde una acción del gobierno.
Gobernar es escuchar. Gobernar es querer conocer la verdad y actuar en consecuencia.
Apunte al aire
Los Texmeluquenses son gente que participa, que está pendiente de la vida pública. La vocación comercial de San Martín ha producido, de manera natural, agrupaciones sólidas, liderazgos y formas de organización.
Ahí está el ejemplo: San Martín es, además de Puebla capital, de las pocas ciudades del estado con un Centro Empresarial COPARMEX. Al mismo tiempo, la CANACO tiene una de sus delegaciones más fuertes y más antiguas en la región.
Y así podemos seguir: los grupos al interior del tianguis más grande de Latinoamérica, o del mercado Domingo Arenas, han demostrado durante décadas una capacidad organizativa notable. Las administraciones pasan; la sociedad permanece.
Digo todo lo anterior porque en estos días escuché un debate estéril: ¿De quién es Texmelucan? Si de un color o de otro.
Texmelucan es —y siempre ha sido— de quienes quieren su bienestar. Su gente ha confiado en personas de distintas corrientes, de distintos partidos; no se casan con colores, sino con resultados.
Escuchemos al pueblo.
Ahí está la verdad.
Ahí comienza el gobierno de verdad.
