Matrimonio con fecha de caducidad: ¿la muerte del "para siempre"?
Por Redacción | 10 de junio de 2025
“Hasta que la muerte los separe” podría estar en peligro de extinción. Al menos en Jalisco, donde el diputado Enrique Velázquez González, del partido local Hagamos, ha encendido el debate con una propuesta que rompe con siglos de tradición: legalizar el matrimonio temporal.
La iniciativa, presentada como una reforma al Código Civil del estado, plantea que las parejas puedan contraer matrimonio por un periodo determinado de entre dos y cinco años, renovable si ambas partes así lo desean. De no hacerlo, el vínculo se disuelve automáticamente. Sin drama, sin abogados, sin divorcio. Como un contrato que expira.
¿Matrimonio o leasing emocional?
El legislador justifica la propuesta con cifras y realidades sociales: el aumento de uniones libres, los conflictos en divorcios, y la falta de protección legal para parejas que no están casadas formalmente. Según Velázquez, el matrimonio temporal ofrecería seguridad sin amarrar a las personas a compromisos eternos que ya no reflejan la realidad moderna.
En países como España o Alemania ya existen esquemas similares, aunque con matices legales distintos. La propuesta mexicana abriría una ruta inédita: que el amor, como las rentas o los seguros, tenga un plazo definido.
Ventajas sobre el papel
Los argumentos a favor no son menores:
-
Agiliza procesos legales de separación
-
Protege derechos de personas en unión libre
-
Evita litigios costosos por bienes o custodia de hijos
-
Reduce la saturación de los juzgados familiares
Y, por supuesto, da margen a que las parejas "se prueben" en un marco legal sin cargar con el estigma del divorcio.
Pero… ¿y el simbolismo del matrimonio?
Los críticos no tardaron en responder. Para sectores conservadores, religiosos y tradicionalistas, la iniciativa representa un ataque al concepto mismo de familia.
“Convertir el matrimonio en un contrato renovable es normalizar la inestabilidad emocional”, argumentan.
“No se fortalece el compromiso, se institucionaliza la puerta de salida.”
También hay quienes ven la propuesta con escepticismo práctico: ¿qué pasa con los derechos adquiridos durante esos años? ¿Cómo se garantizará el bienestar de los hijos nacidos bajo este esquema? ¿No sería más útil reformar las leyes de divorcio y convivencia que sustituir el matrimonio por un sistema con fecha de caducidad?
Un paso hacia nuevas formas de amar o un retroceso en lo emocional?
Lo cierto es que el matrimonio como institución está en crisis. Las estadísticas lo dicen: menos bodas, más divorcios, más uniones informales. Y el Estado, en lugar de reforzar lo simbólico, parece optar por lo funcional.
¿Es esta propuesta un reflejo de nuestra incapacidad de compromiso? ¿O simplemente una manera honesta de reconocer que el amor, como todo en esta época, también es líquido?
Si se aprueba, Jalisco sería pionero en el país y quizá en América Latina. Pero no sin abrir una conversación profunda sobre qué entendemos por amor, legalidad y compromiso en el siglo XXI.
Y usted, lector:
¿Firmaría un matrimonio por tiempo limitado? ¿O prefiere seguir apostando al "para siempre", a pesar de los riesgos?