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El anexo del horror: los desaparecidos de “El Patuleco”

El anexo del horror: los desaparecidos de “El Patuleco”

Por José Herrera / EPrensa
Coronango, Puebla — Junio de 2025

Era un centro de “rehabilitación”, decía el letrero. “Ayuda en Manos de Dios”, prometía. Pero lo que escondía entre sus paredes era un picadero disfrazado de redención. Ahí operaba Federico M.L., alias El Patuleco, un viejo conocido de los callejones de San Matías Cocoyotla y Coronango, cuya presencia es sinónimo de droga, desapariciones y muerte. La fachada del anexo era una pantalla para reclutar, vender y desaparecer.

El Patuleco no solo surtía estupefacientes. Reclutaba a recicladores de cartón y PET —los más vulnerables— y a mujeres jóvenes deslumbradas con dinero fácil, para convertirlas en distribuidoras, señuelos y, eventualmente, en prescindibles.

Desde 2023, diez personas han desaparecido. Diez vidas borradas entre la impunidad, el silencio oficial y la complicidad estructural de quienes permiten que estos centros operen sin regulación, supervisión ni humanidad.

La lista del olvido

  1. Adolfo Campos Toxqui, desaparecido el 27 de agosto de 2023 en San Matías Cocoyotla.

  2. Rubí Vázquez Romero, vista por última vez el 17 de diciembre de 2023 en San Pedro Cholula.

  3. Gabriel Alejandro Cervantes Morales, desaparecido el 13 de enero de 2024.

  4. Juan Daniel Juárez González, desparecido el 2 de noviembre de 2023.

  5. Adolfo Romero Cosme, visto por última vez el 15 de agosto de 2024 en Coronango.

  6. María del Socorro Cruz Santamaría, desaparecida el 14 de octubre de 2024 en San Matías Cocoyotla.

  7. Brenda Karla Tochimani Torres, desaparecida el 31 de octubre de 2024; fue enganchada directamente por el Patuleco.

  8. Luz Elena Campos Toxqui, vista por última vez el 17 de noviembre de 2024.

  9. Mario Jesús Castillo Tello, desaparecido el 16 de diciembre de 2024 en San Matías Cocoyotla.

  10. Édgar Tepox Tehuitzil, desaparecido el 4 de febrero de 2025 en San Cristóbal Tepontla.

Son nombres que no figuran en las conferencias de prensa ni en los informes de la Secretaría de Seguridad Pública. No hay operativos de búsqueda visibles, ni fiscalías especializadas movilizadas. Pero sus familias siguen levantando las fotos, acudiendo a oficinas que cierran antes de tiempo, dejando carteles que nadie arranca porque nadie los mira.

Reclutamiento, castigo y silencio

De acuerdo con testimonios de habitantes de San Pedro Cholula y Coronango, “El Patuleco” operaba como un narco de barrio: repartía favores, repartía miedo. Sus “anexos” funcionaban como centros de control. Quien entraba por voluntad o engaño, difícilmente salía. Adentro se vendía droga, se castigaba a consumidores, se usaba a mujeres como herramientas de enganche y se entrenaba a “halcones”, jóvenes adictos utilizados como espías del narcomenudeo local.

La historia de Brenda Karla Tochimani Torres es paradigmática: fue captada con promesas de poder y dinero. A los 19 años, dejó a su pareja y entró a ese mundo, sin saber que no había salida. Desapareció a finales de octubre de 2024. No hay avances en su caso. No hay resultados en ninguno.

¿Dónde están las autoridades?

A pesar de que la operación de “El Patuleco” era vox populi en San Matías Cocoyotla, ninguna autoridad —ni municipal ni estatal— actuó a tiempo. Solo después de la presión de colectivos de búsqueda y filtraciones a la prensa, se habla de una presunta detención. Pero no hay boletines, no hay fotografías oficiales, no hay audiencias públicas. Solo el rumor.

El anexo “Ayuda en Manos de Dios” sigue clausurado de facto, pero no ha sido demolido. Nadie ha sido responsabilizado por permitir su funcionamiento. Y mientras tanto, la lista de nombres crece.

La pregunta es sencilla y brutal: ¿cuántos más están desaparecidos pero no reportados, por miedo, por omisión o por costumbre?

En la Puebla donde se presume paz social, hay barrios donde los recicladores no regresan a casa, donde las jóvenes desaparecen al cruzar una calle y donde los narcos visten sotana de redentor. Donde el anexo no cura: captura.