“Las manos del delirio” (parte VI): La niña que se tragó los hilos del sol
El caso de Eliana Quispe, 13 años, diagnosticada con psicosis mística en Ayacucho
Por J.Herrera | Andes peruanos, 2021
“El sol me hablaba por las costuras del cielo. Me decía que si lo tragaba, todo iba a estar bien.”
—Carta dictada por Eliana a su maestra, semanas antes del suceso
I. Las faldas de las montañas no guardan secretos
En la comunidad de Huaychao, a 3,200 metros sobre el nivel del mar, no hay hospitales. Hay viento. Hay perros que no ladran. Y hay niños que aprenden a rezar antes de hablar.
Eliana Quispe, de 13 años, era una niña callada que tejía con su abuela desde los cinco. Huérfana de padre. Madre migrante. Aprendió a hilar lana de alpaca, a usar los símbolos del telar como si fueran letras.
Pero una tarde de agosto de 2021, Eliana caminó hasta el pozo comunal con un carrete de hilo de nailon dorado en la boca, y mientras cantaba en quechua versos de su bisabuela muerta, se tragó más de tres metros de hilo.
La lengua, enredada. El esófago, lacerado.
Los ojos, en blanco.
II. El dios que exige tejidos de sangre
La abuela la encontró convulsionando al pie de la cocina, con el carrete atascado entre los dientes como si fuera una serpiente dorada. No podían llamar ambulancia. Tardaron cinco horas en llegar al hospital de Huamanga, donde el personal médico declaró:
“La niña tenía lesiones autoinfligidas. Presentaba cortes en las palmas, rasguños en los brazos con forma de cruces, y evidencias de ayuno prolongado voluntario.”
El diagnóstico fue brutal: psicosis religiosa de inicio agudo.
El término psiquiátrico: trastorno esquizofreniforme con delirio místico.
El término local: “estaba tomada por el sol.”
III. Eliana hablaba con el Inca
Durante su evaluación, Eliana describió que por las noches el dios Inti bajaba en forma de fuego por la ventana y le dictaba tareas: ayunar, tejer, escribir símbolos con sangre de gallina, y finalmente, “llevar su cuerpo hacia el tejido del cielo”.
Los psiquiatras urbanos lo explican como un brote psicótico con contenido místico. Pero para su abuela, “la niña había sido tocada por un espíritu antiguo, y estaba pagando los pecados de los hombres”.
Fue internada en el Hospital Larco Herrera de Lima, donde se encuentra hasta hoy, bajo vigilancia médica y sin familia directa que la visite.
IV. Diagnóstico: país sin alma
En Perú, el Ministerio de Salud reportó que más del 80% de las zonas rurales no tienen acceso a atención psiquiátrica primaria. El caso de Eliana fue ocultado por las autoridades para evitar “estigmatización cultural”.
La niña no estaba endemoniada.
No estaba poseída.
Estaba enferma.
Y nadie supo ayudarla a tiempo.
V. La última frase
Antes de que Eliana fuera sedada para la cirugía de extracción del hilo dorado, dijo una frase en quechua que conmovió a la enfermera que la atendía. Nadie la tradujo en ese momento, pero fue registrada.
Semanas después, una lingüista la descifró:
“Ya no tengo voz, porque el sol me la tejió para llevársela.”
🔴 La infancia que arde
Este caso fue incluido en un informe interno de la Defensoría del Pueblo del Perú, bajo el apartado “Infancias vulnerables con trastornos psicóticos no atendidos”. Jamás se publicó.
Eliana no es un caso aislado.
Es un eco de cientos de niñas y niños perdidos en el silencio rural, donde la locura se confunde con los rituales y el abandono se llama destino.