La muñeca y la muerte: Dan Rivera, custodio de Annabelle, fallece en
circunstancias misteriosas durante gira paranormal
Por Redacción
16 de julio de 2025
Dan Rivera, cuidador oficial de la célebre muñeca Annabelle y figura central del mundo de la investigación paranormal en Estados Unidos, fue hallado sin vida el pasado domingo en un hotel de Gettysburg, Pensilvania, una ciudad históricamente ligada a la muerte y los espectros. Rivera encabezaba la gira “Devils on the Run”, donde por primera vez en décadas, el ícono ocultista había sido retirado de su vitrina sagrada.
Tenía 54 años. La versión preliminar de las autoridades refiere un posible paro respiratorio. Pero alrededor del deceso flota una atmósfera espesa de coincidencias, omisiones y silencios. Porque donde hay mitología, siempre hay también superstición, negación y miedo.
Rivera era más que un entusiasta del misterio: fue discípulo directo de Lorraine Warren, la investigadora que, junto a su esposo Ed, sentó las bases del ocultismo pop que inspiró toda una saga cinematográfica. Al frente de la New England Society for Psychic Research (NESPR), Rivera había asumido la custodia de Annabelle, la muñeca que —según relatan sus antiguos propietarios— fue poseída por una entidad no humana y vinculada a diversos episodios violentos desde los años 70.
El tabú roto
“Devils on the Run” fue concebido como un tour itinerante por algunos de los sitios más embrujados del país. La novedad, y también el acto más controversial del proyecto, fue el retiro de Annabelle de su urna bendecida para exhibirla ante el público. Una decisión que, entre los creyentes, equivalía a romper un pacto tácito con lo desconocido.
Durante la gira se registraron incidentes cuya relación causal nunca fue establecida: apagones en auditorios, objetos extraviados, un incendio en un hotel de Luisiana, y la misteriosa desaparición de la muñeca durante unos minutos en pleno evento. En redes sociales, comenzaron a hablar de una “maldición desatada”.
No faltaron las voces que alertaron sobre las consecuencias de alterar el estado de reposo del objeto, considerado por algunos como “puerta” o “canal” entre dimensiones. Rivera mismo, en una entrevista realizada meses antes, había admitido que “no toda energía es neutra” y que, en ocasiones, sentía “una presencia” incluso al dormir.
La muerte sin causa
El hallazgo de su cuerpo ocurrió en circunstancias aún poco claras. De acuerdo con los servicios de emergencia, se intentó reanimarlo tras reportarse una emergencia respiratoria. Sin embargo, la causa oficial de muerte no ha sido confirmada. La NESPR, en un escueto comunicado, lamentó el fallecimiento sin proporcionar mayores detalles.
Para algunos, el final de Rivera representa el cumplimiento de una advertencia ignorada. Para otros, solo una tragedia personal en medio de una narrativa que —como todas las leyendas— se alimenta de sombras.
Herencia entre lo tangible y lo espectral
Militar retirado, popular en las convenciones y programas de televisión especializados en lo paranormal, Rivera fundó su propio equipo de investigadores y contribuyó a la difusión del ocultismo como fenómeno cultural contemporáneo. Fue admirado por su capacidad para conectar lo simbólico con lo empírico, y por su insistencia en que “el miedo, bien canalizado, es una forma de sabiduría”.
Su legado queda suspendido en un extraño umbral: entre la devoción al misterio y el escepticismo que, desde la razón, observa estos sucesos con distancia. Annabelle, mientras tanto, permanece bajo resguardo, otra vez sin vitrina, bajo la custodia de un equipo que aún no decide si continuar la gira.
Queda una pregunta abierta: ¿se trata de una serie de coincidencias encadenadas o de un aviso envuelto en mito? En todo caso, la historia de Dan Rivera ya forma parte del archivo de lo inexplicable. Y como toda historia de este tipo, exige algo más que explicaciones: exige memoria, cuidado y una cuota de silencio.